El 11 de abril se cumplirá un mes del incendio registrado en la casona del Colegio Real de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Pese a que las autoridades aseguraron que solo se habían perdido documentos administrativos, El Comercio denunció que el siniestro afectó una importante colección de piezas arqueológicas de la sierra central peruana (fardos fúnebres, restos líticos y cerámicas), que datan del 4.000 a.C.
La colección, que está bajo custodia de la UNMSM, fue colocada en cajas en un ambiente del colegio Real. Sin embargo, desde enero de este año las cajas fueron ubicadas en el pasadizo de la casona, mientras el salón que las alojaba iba a ser pintado, cosa que nunca sucedió. Ahí, sin protección ni cuidado permanecieron hasta el día del incendio.
El arqueólogo y antropólogo peruano Ramiro Matos Mendieta, investigador de la Universidad de Michigan, fue una de las personas que más se ocupó de estas piezas, elaborando informes e investigaciones sobre la sierra central. Él criticó el descuido de las autoridades de San Marcos y la falta de preocupación por piezas tan importantes para la historia peruana.
Matos Mendieta junto a al antropólogo Jeffrey Parsons son dos de los investigadores que más han escrito sobre el tema, a través de artículos e investigaciones. En entrevista con El Comercio, Matos señaló que tanto él como Parsons están indignados con la forma tan irresponsable en que se han manipulado las piezas, antes del incendio y también en el recojo de restos.
¿Se ha comunicado con las autoridades del museo y la universidad de San Marcos para conocer qué se perdió en el incendio?
He enviado una carta al rectorado y otra a la dirección del museo pero no he tenido respuesta. Quiero conocer qué pasó, si se quemó material valioso de la colección o no. La información que tenemos es que se ha perdido gran parte de esta y eso sería lamentable, una desgracia.
¿Quién sería responsable de estas pérdidas?
Tengo que lamentar el descuido de las autoridades de la universidad. No han respetado nuestra historia. El mismo local es un lugar histórico que merece todo el cuidado por su calidad de monumento histórico y su cuidado no ha sido el mejor. No es posible que esas cajas hayan estado en el piso, en el pasadizo como si fueran basura o cosas inservibles. Acá no cabe ninguna justificación para los responsables, quienes enviaron esas cajas al pasadizo y no les dieron el cuidado necesario. Hay una tarea moral y ética de cuidar el patrimonio.
¿En qué condiciones debía permanecer esa colección?
En ambientes especiales. Diseñados exclusivamente para su cuidado, sin humedad, ni sol. Las cajas no deben ser apiñadas ni nada de eso. Por lo menos en ambientes que no signifiquen un riesgo para su valor.
¿Usted conocía en qué condiciones se guardaban esas piezas?
Que estaban en un pasadizo no. En 1988, cuando yo estaba en la universidad la colección estaba bien cuidada, en un ambiente bien equipado. Luego mudaron todo a la casona, por una razón burocrática y lo almacenaron ahí pero todo amontonado. A mediados de los 90, con mi codirector el doctor Jeffrey Parsons buscamos el dinero necesario para habilitar una sala para el estudio de la sierra central pero nunca se hizo. Del 2000 al 2005 la cosa seguía igual o peor. Sin ningún respeto, como si fuera el mercado de Santa Anita. Era una situación desastrosa, miserable.
¿Qué le ha dicho su colega el doctor Parsons sobre lo ocurrido?
Lamenta mucho lo que ha pasado. Él estuvo yendo y visitando la colección todos los años. Esas piezas no estaban abandonadas. En EE.UU. hay un gran respeto al patrimonio por más que fueran piedras y fragmentos. Cualquiera que sabe algo de nuestra historia la respeta y la cuida.
¿Qué significa esta pérdida?
Se trata de la mejor colección que se conoce la sierra central: piedras, líticos, cerámicos y textiles, desde la época de los cazadores y recolectores hace 12 y 14 mil años hasta el siglo XV con la llegada de los españoles. No existía un prototipo tan bien organizado como el que teníamos ahí. Esa colección fue objeto de estudios. Hicimos cinco volúmenes sobre la sierra central y tenemos dos en camino, esa colección sirvió para hacer varias tesis. Con las nuevas tecnologías se podía explotar más y conocer más sobre esas piezas. Hemos perdido información valiosa. No cabe ninguna justificación. Hay una tarea moral y ética de cuidar el patrimonio.