Cada media hora, aproximadamente, los vecinos del edificio Champagnat de la urbanización Los Rosales, en Santiago de Surco, son aturdidos por un ruido que proviene del grifo de al lado, el Servicentro Los Rosales SA (Pecsa). “A veces, sentimos vibraciones y cada tanto nos viene un olor a gas”, asegura Eduardo Salmón, vecino del segundo piso.
El edificio donde vive alberga a 30 familias en 10 pisos. El olor a gas, afirma, se ha sentido incluso en el noveno piso. Y el ruido molesta hasta los vecinos del sexto nivel.
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La molestia comenzó en el 2018, cuando él era presidente transitorio de la junta de propietarios del edificio. “Antes era más fuerte y por las noches era peor. Tenía que taparme la cabeza con la almohada y no lograba conciliar el sueño sino hasta las 3 a.m., más o menos”, cuenta Salmón, quien se vio obligado a llamar a la Municipalidad de Santiago de Surco. En mayo de ese año, la comuna clausuró de manera transitoria el local, que reabrió pocos días después tras subsanar, supuestamente, las observaciones en el sistema de bombeo de GNV.
Pero los problemas reiniciaron al poco tiempo y los vecinos tuvieron que pedir al Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental que acudiera. También le enviaron una carta a la misma empresa Servicentro Los Rosales S.A. para que tuvieran más consideración con ellos. “No comprendemos el extremo de su carta en el que se deja ver sin sustento alguno que nuestro establecimiento continuaría emitiendo ruidos molestos y nocivos”, respondió la empresa, notarialmente, en agosto de ese año. Y aseguró que "tanto Oefa como la Municipalidad de Santiago de Surco han realizado las mediciones de niveles de ruido de los equipos e instalaciones para la venta de GNV de la Estación de Servicios y han determinado que los mismos se encuentran dentro de los parámetros legales”.
Sin embargo, en agosto de ese año, lo que decía el informe de Oefa era que los ruidos provenientes del grifo excedían los parámetros incluso en el sexto piso del multifamiliar tanto en el horario de la mañana (durante el cual se permite como máximo ruidos de hasta 60 decibelios) como por la noche (el máximo es de 50 decibelios).
En noviembre del 2018 la municipalidad volvió a cerrar temporalmente el grifo. Ese mismo mes Oefa redactó un informe más detallado del problema. La entidad explicó que el ruido que provenía de la compresora de GNV. La empresa había modificado el casco de la maquinaria para aminorar el ruido. Pero estas modificaciones generaron, dice Oefa, “el incremento de temperatura y el recalentamiento del equipo". Así que tuvieron que volver a modificar el casco, con lo cual los ruidos volvieron.
“Ante el ruido generado por el microbox (la compresora), es importante precisar que el oído humano se encuentra en estado de alarma pudiendo detectar peligro y alertar a la persona durante la fase del sueño. La exposición a sonidos crea un estado de alerta, de estrés, incluso si la persona se acostumbra y no lo nota”, dice el documento.
En febrero del 2019 la municipalidad volvió a clausurar la estación. Pero la empresa volvió a levantar las observaciones. El ruido, sin embargo, persiste y es tan insoportable como el zumbido de un mosquito por las noches. Tanto así que el pasado 7 de febrero el área de Defensa Civil de la comuna surcana concluyó que la ubicación de la compresora representaba un “riesgo alto” para la salud de los vecinos.
El Organismo Supervisor de Energía y Minas (Osinergmin) también ha clausurado parcialmente el local por otros motivos. Lo hizo a fines del año pasado.
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