Navidad, de acuerdo con las agentes penitenciarias del penal Virgen de Fátima, en Chorrillos, es una de las fechas más complicadas del año. Hay más visitas, más paquetes por revisar y, además, hay que redoblar la vigilancia del perímetro del recinto. “Algunas reclusas, por querer estar con sus familias, son proclives a intentos de fuga”, dice la agente Elma Rodríguez Calero, de 63 años.
En los años ochenta, Rodríguez trabajó como revisadora en los ingresos de los antiguos penales El Sexto y El Frontón, que tenían, principalmente, presos por terrorismo. También fue alcaide en el penal de Santa Bárbara, y estuvo a cargo de internas sentenciadas por el mismo delito. “Eran épocas de cochebombas. La Nochebuena que pasé en Santa Bárbara fue muy tensa. Compartimos chocolate con las compañeras, pero estábamos muy atentas porque la infraestructura no era la apropiada. Era como una casa abandonada”, recuerda.
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Rodríguez ha trabajado también en los penales de Lurigancho y Castro Castro. Este año le toca nuevamente pasar la Navidad junto a la alcaide del penal de mujeres Virgen de Fátima (Chorrillos), Edith Torres Obregón.
Torres, de 48 años, es psicóloga y tiene 22 años de servicio en el Intituto Nacional Penitenciario (INPE), y nueve a cargo de la cárcel chorrillana. En ese tiempo ha pasado diez Nochebuenas haciendo guardia.
“He recibido la Navidad en [los penales de] San Jorge, el Callao, Santa Mónica y el Anexo”, cuenta. “Siempre hacemos un compartir, un intercambio de regalos. Mandamos a cocinar pavo o chancho, y nos juntamos antes de que las internas hagan su celebración”, añade. Cada año las agentes se reúnen en horarios distintos para evitar ser predecibles.
Durante las rondas, tienen una segunda tarea: consolar a las internas que se deprimen. Deben vigilar que no se autolesionen y estar pendientes, sobre todo, de aquellas que pasarán su primera Navidad en el penal.
“Pero también es bonito cuando pocos días antes de fiestas sale una interna en libertad. Soy la última en despedirlas, la que las lleva a la puerta. En muchos casos sus familias las esperan afuera con globos. Hay casos de chicas con familias más disfuncionales y no se aparece nadie por ellas”, dice la alcaide.
Virgen de Fátima es uno de los pocos penales que no padece de hacinamiento. Tiene capacidad para 500 internas y actualmente alberga a 437. Su población es de mínima seguridad, aunque hay sentenciadas por delitos agravados. Según el INPE, pasaron a este penal “porque ya están por cumplir sus condenas o han demostrado un progreso en su rehabilitación”.
—Emergencias—
En Nochebuena, cuenta Pedro Uchulla, de 41 años, aumentan también los accidentes. Desde el 2010 pertenece a la Brigada de Rescate de la Municipalidad de Lima y debe atender emergencias prehospitalarias, como quemaduras con pirotécnicos.
La Nochebuena del 2017 rescató a un niño de 6 años que se había atragantado con panetón. La emergencia ocurrió en la avenida Morales Duarez. Uchulla acudió, le hizo la maniobra de Hemilich y salvó al pequeño.
Esta será la cuarta vez que reciba Navidad de guardia. Y, al igual que en las anteriores ocasiones, prevé que atenderá unas nueve emergencias, entre las 10 p.m. del 24 y las 5 a.m. del 25 de diciembre.
Normalmente, con sus compañeros solo compran un panetón y una gaseosa. Por turno, trabajan dos unidades, cada una con 3 paramédicos o enfermeros. Casi nunca están todos a la medianoche para darse el abrazo.
El año pasado, cuando iban a partir el panetón, los llamaron porque una señora de la tercera edad se había caído y fracturado el tobillo. Luego continuaron las emergencias. “Recién a las 2 a.m. pudimos saludarnos. Pero ya guardamos el panetón para el desayuno”, cuenta.
Casi todas las Nochebuenas ha coincidido con César Morales Acasiete, de 53. Morales, trabaja en el área de Seguridad Ciudadana de la comuna desde hace 23 años. También fue rescatista y cubre siempre los turnos nocturnos. Es conocido como el ‘Cazador’ por ser quien, durante sus patrullajes a pie, detecta a los delincuentes, quienes, al igual que ellos, no descansan en feriados.