Dos jóvenes han creado un voluntariado enfocado en ayudar a los niños con cáncer en el país. Este lleva por nombre “Sembramos Esperanza”, un movimiento creado hace 3 años por Brianna Amprimo y Valentina Avendaño, quienes tuvieron la idea de brindar una mejor calidad de vida y acompañar a los menores que se encuentran batallando este proceso. Hoy, con 17 años, son las fundadoras y jefas de la organización.
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Actualmente, han pasado de ser dos personas a un equipo de trece, contando con una red de más de cien voluntarios en más de cinco colegios. “Queremos incentivar las ganas de ayudar en los jóvenes. Al principio, nos preguntábamos cómo podíamos ayudar y qué exactamente les estábamos dando a los niños. Es muy triste ver a un niño con cáncer y más aún si no tiene recursos. Miles de familias reciben la triste noticia de que la vida de su pequeño está en riesgo y, al no contar con los recursos básicos, pierden la esperanza de vencer la enfermedad”, expresó Brianna.
“Nuestro propósito es ser la luz cuando todo parece perdido. Buscamos brindarles confort y tranquilidad de dos maneras: con ayuda material y acompañamiento. Por un lado, hemos conseguido proveer pelucas, pañales, medicina y comida, además de pasajes a niños de provincia para que continúen su tratamiento en Lima. Por otro lado, buscamos darles compañía en el proceso con cartas de aliento, celebrando sus logros y brindándoles alegría”, dijo.
Valentina sostuvo que desea dar esperanza a las familias, asegurándoles que tendrán los medios para superar este momento. “Hemos conseguido que este movimiento vaya más allá de dos chicas. Gracias al apoyo recibido, hemos logrado impactar en la vida de más de 150 niños de Lima y provincia, colaborar con dos hospitales, tres albergues y dos ONG, y recibir el apoyo de grandes empresas”, agregó.
Además, gracias a sus campañas, han logrado que más de 50 voluntarias donen su cabello y han recibido alrededor de 400 cartas de apoyo. “Este es solo el inicio. Queremos tener mayor alcance, conectar con más familias que requieran nuestra ayuda y encontrar a más jóvenes con ganas de cambiar el mundo. Trabajemos para escuchar menos ‘no tengo los medios para salvar a mi hijo’ y más ‘no estamos solos’. Lucharemos hasta que hayamos vencido lo invencible”, añadió.
La ayuda
Uno de los niños que las jóvenes han apoyado es Emir, quien fue diagnosticado con cáncer en etapa 4 a los 8 meses. “A tan corta edad, su vida se le escapaba de las manos. Los doctores le dijeron a su madre que ya no había nada que hacer y que se llevara a su hijo a casa para pasar sus últimos momentos juntos”, relató Brianna.
“Su familia luchó hasta el final e insistió en la operación que, a pesar de ser riesgosa, era la única luz de esperanza que les quedaba. Cuatro años después, Emir salió victorioso y logró experimentar uno de los hitos más significativos para una persona que sufre de cáncer: el toque de campana. Ser parte del momento en el que se pone fin a una etapa de tristezas y tragedias es un honor. Aunque les brindemos apoyo y regalos, todo se trata sobre ellos”, agregó.
Su recorrido
En una entrevista con El Comercio, Brianna Amprimo, una de las fundadoras del proyecto, explicó que todo comenzó debido a la pandemia. “Los niños con cáncer fueron uno de los grupos más afectados, y no queríamos que pasaran por más dificultades. Ellos no entendían lo que sucedía, y queríamos ayudarlos a sentirse mejor”, dijo.
Su compañera y también fundadora, Valentina Avendaño, añadió que al principio las actividades eran limitadas debido a la situación de ese momento, por lo que se reunían a través de Zoom y Meet. “Poco a poco empezamos a interactuar personalmente con los niños para realizar manualidades y otras actividades. Desde el año pasado, hemos aumentado nuestros esfuerzos y logramos que más personas se involucren. Como mínimo, intentamos realizar una actividad al mes”, expresó.
“Todo comenzó cuando teníamos 14 años. Al principio no sabíamos qué hacer ni qué necesitaban los niños. Nuestro principal desafío fue pensar cómo podríamos ayudarlos y a través de qué medios. Sin embargo, poco a poco nos pusimos en contacto con diferentes colegios, albergues, hospitales y otros lugares”, comentó Brianna.
Valeria mencionó que el contacto con otras organizaciones y albergues las ha ayudado a empatizar con personas vulnerables. “La ayuda emocional que brindamos a los niños es muy significativa para ellos. Apoyamos con regalos, actividades y más. Los chicos se sienten agradecidos y los vemos muy felices. Es gratificante para nosotras poder ayudarlos con sus medicinas y otros artículos”, agregó Brianna.
Las jóvenes anunciaron que tienen muchos planes, entre ellos registrar su proyecto como una ONG cuando cumplan la mayoría de edad. Además, planean expandir su red de voluntarios para poder ayudar a más niños.
Cabe resaltar que la dirección ejecutiva del departamento de pediatría del INEN informó que, en el Perú, se estima que anualmente se registran más de 1.600 casos nuevos de cáncer en menores de 15 años, de los cuales más de 700 son atendidos.
“En todo el mundo el índice de sobrevivientes de cáncer infantil es mayor al 80%, pero en el Perú es de aproximadamente 65%. Con una detección temprana, mejor infraestructura, equipamiento y más médicos, podemos aspirar a aumentar la tasa de curación de la enfermedad”, afirma el exdirector ejecutivo del departamento de pediatría del INEN, Juan García León.
El especialista explica que el cáncer infantil no se puede prevenir, pero sí detectar tempranamente. “Esto significa educación, los padres deben estar atentos a los signos de alerta. En el caso de la leucemia [el tipo de cáncer más recurrente en niños], los síntomas son palidez, sangrado, dolores de hueso e infecciones constantes”, indicó.