La Policía Nacional indica que dejar despejada una sola intersección permite que los autos, en siete cuadras a la redonda, ahorren hasta 30 minutos en sus trayectos. (El Comercio)

Al sedán celeste solo le quedan tres segundos antes de que el semáforo cambie a rojo. Es conducido por una mujer que viaja apurada por la avenida Javier Prado, a punto de cruzar Rivera Navarrete, en San Isidro. Son las 7:50 a.m. Ella elige evitar el rojo y acelera a pesar de que puede quedarse atorada en plena intersección.

Y ocurre lo anunciado. Un policía le llama la atención. “Estaba en mi derecho de pasar, estaba en verde”, le responde la mujer. Pero lo que ella llama “derecho” terminó afectando a decenas de vehículos que ahora están atascados y permanecen así durante los 240 segundos que dura la luz verde.

Como un efecto dominó, también perjudicó el tránsito de las calles Los Geranios, Los Jazmines, Los Mirtos y Los Tulipanes.

—Otra realidad—
A 13 cuadras de distancia, en el cruce de Javier Prado con la avenida Las Palmeras, hay un panorama diferente. En plena hora punta, el tráfico fluye y no hay carros bloqueando las intersecciones luego de quedar rezagados en un semáforo. El coronel Franklin Barreto, jefe de la División de Prevención de Accidentes de la Policía Nacional, explica que esto se debe, en parte, a las mallas amarillas pintadas en el asfalto de esta intersección, que llaman la atención y disuaden a quienes quieran bloquear el cruce.

La Policía Nacional indica que dejar despejada una sola intersección permite que los autos, en siete cuadras a la redonda, ahorren hasta 30 minutos en sus trayectos.

La fundación Transitemos es una de las organizaciones que impulsa la instalación de estas mallas. En sus simulaciones electrónicas han constatado una reducción de tiempo, combustible y accidentes con la implementación de estas señales.

“Cada día se comprueba que disuaden a los conductores a no acelerar en los últimos segundos de la luz verde. Cruzar cuando hay otros carros adelante no sirve de nada; al contrario, perjudica al resto”, dice Alfonso Flórez, gerente de Transitemos.

Pese a que estas redes de pintura son útiles, la policía estima que solo el 10% de intersecciones principales de la capital cuentan con ellas.
En Lima hay casi 1.200 intersecciones semaforizadas y unos 150 cruces que presentan embotellamientos. Pintar estas mallas es responsabilidad de los municipios distritales en vías urbanas, y de la comuna limeña en caso de las metropolitanas. Sin embargo, el reglamento de tránsito actual no exige su implementación.

Estas franjas amarillas existen en 5 intersecciones del corredor rojo (Javier Prado con las avenidas La Molina, San Luis y la calle Las Palmeras; en los cruces de las avenidas Sánchez Carrión con Av. Salaverry y Sánchez Carrión con Gregorio Escobedo). San Isidro las ha colocado en otros 4 cruces.

El Comercio se comunicó por escrito y por teléfono con las comunas de Ate, San Juan de Lurigancho y San Martín de Porres, distritos que registran una gran congestión, pero estas no mencionaron sus planes para instalar estas señales.

Hay mecanismos para incentivar que los conductores no bloqueen los cruces. El reglamento dispone una multa de S/340 para quienes no respetan la línea blanca que está antes de cada intersección. El Manual de Dispositivos de Control de Tránsito incorporó la colocación de carteles que recuerdan al conductor que debe parar.

“Pero como un refuerzo, y por la falta de una cultura vial, es necesario que se inserten este tipo de mallas”, dice Barreto.

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