Audiencias vecinales: ¿cuáles son las principales problemáticas expresadas por los vecinos de San Juan de Lurigancho?

Por Jesús Maldonado, alcalde de San Juan de Lurigancho 

Uno de los principales aspectos que limitan una eficaz gestión pública, que atienda las demandas urgentes de la población, y que daña la posibilidad de construir una gobernabilidad democrática en el país, sobre todo en el ámbito local, se refiere a las competencias del Estado para gestionar los asuntos públicos. En particular, a la capacidad de decisión que el marco normativo otorga a los funcionarios, pues no solamente se trata de la necesidad de fortalecer sus competencias, sus conocimientos, sino también de flexibilizar los mecanismos de gestión que les permitan tomar decisiones.

Como la corrupción es uno de los principales problemas por resolver, en el Estado se ha ido construyendo todo un andamiaje institucional y normativo para atender este desafío. Pero que, bajo la premisa de combatir la corrupción, ha creado una estructura rígida, excesivamente reglamentaria, bajo el supuesto de que todos roban, lo que se ha traducido, muchas veces, en la parálisis de la administración pública.

En el caso de los gobiernos locales, esto se evidencia en que las nuevas gestiones heredan un conjunto de pasivos de las administraciones anteriores, como la existencia de obras inconclusas, expedientes técnicos mal elaborados, colegios u hospitales en construcción. 

Y para continuar esta labor, el nuevo funcionario, para evitar problemas posteriores, solicita a los órganos de control su opinión sobre los mismas y estos contestan que no pueden emitir opinión. Entonces, el funcionario realiza una nueva revisión técnica, pospone la ejecución de las obras, encuentra fallos y carencias, y a efecto de evitar eventuales responsabilidades, opta por paralizarlas, pues no encuentra la garantía necesaria para cumplir su función.

Así, los funcionarios se vuelven timoratos e inseguros, que renuncian y su reemplazo continuará en el mismo ciclo. Los órganos de control terminan así, paradójicamente, de guardianes celosos de la legalidad y se convierten en un factor que paraliza las capacidades de gestión de la administración pública.

Esta situación recuerda, como decía Hobbes, a ese monstruo mítico, el Leviatán, que se levanta para mantener unida a la sociedad y el Estado, solo que ahora ese monstruo se enfrenta a sí mismo, es la lucha del Estado contra el Estado, que paraliza y tergiversa sus funciones, que agrieta la gobernabilidad y profundiza la crisis en que nos encontramos.