Con motivo de la celebración del bicentenario de la Independencia del Perú, se renovó el monumento dedicado a Edward Jan Habich y a otros ciudadanos polacos que han contribuido al desarrollo de este país. La conservación y restauración de esta pieza, ubicada en el Parque Polonia, en Jesús María, fue financiada por el Ministerio de Cultura y Patrimonio Nacional de Polonia en Lima, como contribución a las celebraciones del aniversario.
En diálogo con El Comercio, la embajadora de la República de Polonia en Lima, la Prof. Magdalena Śniadecka - Kotarska, resaltó el trabajo realizado por los especialistas en restauración, así como la unión que existe entre ambas naciones. Precisó que a lo largo de la historia han migrado al Perú muchos profesionales polacos, que han dejado una huella valiosa en la edificación del país.
¿Quién fue Edward Jan Habich?
El monumento en el Parque Polonia está dedicado a Edward Jan Habich (1835-1909), un ingeniero polaco, fundador y rector de la Escuela Superior de Ingenieros (hoy Universidad Nacional de Ingeniería - UNI).
Habich se graduó de la Universidad Politécnica de San Petersburgo y de la École Nationale des Ponts et Chaussées de París. Como joven que luchó por la independencia de su país tuvo que huir a Francia tras la derrota del Levantamiento de enero de 1863. Rápidamente se convirtió en un líder de la vida de los inmigrantes polacos en París, organizando y creando, entre otros, programas de educación en la primera escuela superior polaca en el exilio. Al mismo tiempo gozaba de una excelente reputación como ingeniero y matemático, gracias a lo cual E. Malinowski, quien llevaba muchos años en el Perú, lo recomendó para un contrato de varios años como ingeniero gubernamental. Habich llegó al Perú en 1868 a la edad de 33 años y, al igual que Malinowski, permaneció aquí por el resto de su vida.
Su mayor obra fue la Facultad de Ingeniería y Minas, ahora Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), que fue una forma de independizar al Perú de especialistas extranjeros. El país no tenía, como la mayoría de las jóvenes repúblicas del continente, educación superior en ciencia y tecnología, por lo que no contaba con el personal necesario para emprender medidas efectivas de modernización.
Además de su excelente competencia como ingeniero, Habich también tenía experiencia empírica en educación. Basó la creación de la UNI en los modelos extraídos de las mejores universidades europeas (principalmente francesas, alemanas y rusas). La UNI se convirtió en una precursora en muchos aspectos. La estructura de la escuela, sus normas de funcionamiento, los primeros departamentos y los planes de estudio se empezaron completamente desde cero, bajo la dirección de Habich, que fue director y rector de la escuela durante 33 años. El concepto de estudios se basaba en dos pilares (educación teórica y práctica), que correspondían con los estándares de la ciencia mucho más tardíos.
Además de las clases y los ejercicios, se introdujo el trabajo experimental obligatorio: prácticas en laboratorios, trabajo de campo y prácticas en el extranjero para los mejores estudiantes. Habich era consciente de la importancia de las infraestructuras universitarias. Por eso promovió, junto con E. Malinowski, la creación de una biblioteca profesional y una revista científica, dirigida tanto a profesores como a estudiantes. También se preocupó por el personal científico y por establecer relaciones lo más directas posibles entre la universidad y los círculos empresariales. Este principio se sigue observando hoy en día en la UNI.
Características del monumento a Habich
Según explicó a este Diario el Dr. Jędrzej Kotarski, de la Sociedad Polaca de Estudios Latinoamericanos, el monumento ubicado hoy en el Parque Polonia consta de tres partes hechas de mármol de color claro, construidas en diferentes épocas (probablemente entre 1900 y 1935).
“El primero fue un busto de Habich del escultor italiano Carlos Libero Valente, inaugurado en el patio del Colegio de Ingenieros en 1900. Pocos saben que la misma escultura fue creada en dos versiones, primero en mármol (que luego se trasladó a otros dos lugares) y en bronce, que aún se puede encontrar en el Colegio de Ingenieros. La segunda pieza se inauguró en 1914, en el quinto aniversario de la muerte de Habich, y fue patrocinado por los colaboradores peruanos del polaco. Estaba situada en la Plaza San Agustín, en el Centro Histórico de Lima. Luego fue trasladada por tercera vez al Parque Habich (hoy conocido como Parque Polonia) y ampliado en 1935. De ahí que también haya discrepancias en la datación del monumento: según algunos tiene 85 años, otros dicen que 121. Ambas teorías tienen en parte la razón”, comentó.
El monumento actual consta de tres partes hechas de mármol de color claro. Consisten en marcos de construcción rectangular con espacios libres entre los que se colocan esculturas antropo y zoomorfas, escudos e inscripciones. En el marco izquierdo hay una escultura de mármol de un águila polaca coronada. Debajo de ella, se colocó (durante el período de la PRL) - una insignia grabada con un águila negra pero sin corona, que fue coronada de nuevo en 1990.
El eje principal del monumento es un marco central que alberga una elaborada representación figurativa con la diosa Nike en el centro. Es un símbolo de la victoria y del pueblo peruano, constituyendo una ofrenda votiva de acción de gracias enfatizando los méritos de Habich. Sobre su cabeza, el monumento está coronado con un busto con la imagen de Habich del primer monumento de 1900. Según las interpretaciones, la antorcha que sostiene Nike simboliza el conocimiento y el joven arrodillado junto a ella simboliza la juventud peruana. En la parte posterior hay un león sentado y en el lateral el escudo de armas de la Mancomunidad Polaco-Lituana.
Proceso de restauración
Los trabajos realizados incluyeron la limpieza del monumento, la realización de obras de reparación, la realización de añadidos y la protección contra una mayor degradación derivada de su ubicación en un entorno con mucho tráfico urbano y constantes cambios climáticos (alta insolación y humedad). También se renovó el sistema eléctrico para exponer mejor el monumento al anochecer.
El monumento fue limpiado de capas sueltas y suciedad. El trabajo se llevó a cabo por etapas, utilizando cepillos suaves, pinceles, fibra de vidrio y vapor. En la siguiente fase, se realizó un procedimiento de desinfección para eliminar los hongos. Para recuperar su forma anterior se pegaron y rellenaron dos mil grietas y defectos, y se reconstruyeron 89 fragmentos perdidos de figuras más pequeñas o más grandes.
Tras la finalización de los trabajos de limpieza y complementarios, el monumento en su conjunto fue sometido a técnicas de protección de superficie contra las condiciones climáticas desfavorables y la contaminación urbana, con envolturas especiales de la técnica antigua pero con el uso de conservantes modernos. El trabajo se completó recubriendo todo el monumento con cera micro- cristalina para evitar la absorción de humedad.
Origen de las relaciones polaco-peruanas
El primer polaco que migró al Perú fue el jesuita Stanisław Artel (1663-1717), quien a finales del siglo XVII realizó una actividad misionera en el Virreinato del Perú. A finales del siglo XVIII, aparecieron dos especialistas en minería de plata contratados por la Corona española, el barón Nordeflicht y Antoni Zahcraiasz Helm, quienes trabajaron en el Perú contemporáneo durante unos 15 años. Ellos pueden ser considerados como los precursores de una docena de ingenieros polacos que llegaron décadas después y que, gracias a su trabajo visionario, dejaron una huella duradera en la historia del Perú. Para entonces Polonia no estaba en el mapa mundial.
Huyendo de la represión que había en su país, algunos polacos emigraron al extranjero, principalmente a Francia. En aquella época, a mediados del siglo XIX, una joven república del Perú necesitaba la ayuda de especialistas en diversos campos de la economía. Como parte de sus planes de modernización, se lanzó a la búsqueda de especialistas, principalmente en Europa. Así se encontraron con los especialistas polacos en Francia que se graduaron con excelentes resultados y se convirtieron en profesionales y científicos de primer nivel.
De entre los graduados de la universidad técnica más famosa de París en aquella época (Ecole des Ponts et Chaussées), el Gobierno peruano contrató primero en 1852 a Ernest Malinowski. Luego, por recomendación suya, a Jan Edward Habich, en 1869, y después, en 1873, a Franciszek Ksawery Wakulski, Władysław Folkierski, Władysław Kluger, Aleksander Babiński, Aleksander Miecznikowski, Bolesław Majerski y Tadeusz Stryjeński.
A principios del siglo XX, llegó al Perú otra ola de especialistas polacos: Marian Karol Tarnawiecki, Ryszard Jaxa Małachowski, Bruno Paprocki, Witold Szyszłło, Jan Rostworowski, Feliks Woytkowski, Gerard Unger, Zdzisław Szymoński, Piotr Ostrowski y Aleksander Ławiński.
Después de la Segunda Guerra Mundial llegó también otra ola de emigrantes especializados, quienes no querían volver a su patria políticamente cambiada: Mikołaj Rostworowski, la familia Dunin-Borkowski, la familia Potocki, la familia Pietraszewski, Kaźmierski, Kędzierski, Nawrot, Jasinski, Rakower. Los polacos han dejado su huella en la historia del Perú a través de su trabajo en el desarrollo del país. Por esta razón, su segunda patria les rindió homenaje con un monumento dedicado a Edward Habich y sus colaboradores más cercanos ya en 1900.
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