Desde que en 1565 se creó la Casa de la Moneda de Lima para acuñar las primeros monedas, se entendió en la sociedad colonial lo vital que eran los “medios de intercambios” para la economía del país. Los españoles trajeron al Perú sus monedas de oro y plata, pero se requería de mayor circulación monetaria.
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La moneda de plata fue el patrón colonial (la Casa de la Moneda produciría reales y luego pesos) y se mantendría así hasta bien entrada la República. A mediados del siglo XVIII, la Casa de la Moneda mejoró notablemente la calidad de las monedas con ayuda de máquinas modernas. El real se mantuvo firme en los tiempos convulsos de la independencia y algunas décadas más.
El historiador Dionisio de Haro Romero explica en su estudio “Plata y guerra en el Perú. La Casa de Moneda de Lima en tiempos de la independencia, 1808-1830”, publicado en el libro colectivo Historia de la moneda en el Perú (BCR, 2020), el intento infructuoso del libertador José de San Martín de imponer en el Perú el papel moneda para reemplazar a la plata, un bien que escaseaba en la Casa de Moneda, debido a una simple razón: las minas estaban controladas por los españoles y los propios mineros se sentían más aliados del virrey que de los independistas.
Así, los primeros años republicanos vieron a un real de plata algo debilitado por las luchas internas, hasta que pasadas algunas décadas, y ya estable el régimen republicano, el Perú pudo vivir cierta estabilidad monetaria tras el fin de la moneda colonial, es decir, del real y el peso, para volcarse republicanamente al sol.
El sol, por principio, debía acuñarse en oro y plata (se logró hacerlo en oro en 1863), pero las dificultades en la obtención de materia prima determinaron que solo circulara en plata. De esta forma, el papel moneda tomaría ventaja en el Perú.
Pero la moneda de papel se devaluaría cada vez más con los años y, luego de la Guerra del Pacífico (1879-1883), el Estado peruano debió volver a la moneda de plata (sol de plata) para recuperar respaldo físico. Cuenta el historiador Carlos Contreras, en el libro citado, que apenas volvimos a la plata tras la guerra con Chile, “esta lamentablemente volvió a devaluarse en el mercado mundial” (pág. 16).
Años después, en 1897, durante el segundo gobierno de Nicolás de Piérola, se estableció el patrón oro para nuestra moneda y se creó la libra peruana. Contreras dice: “Como no teníamos una moneda de oro en circulación, se creó la libra peruana, bajo la equivalencia de diez soles de plata”. Así, nos insertamos en la economía mundial de cara al siglo XX.
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