(Alonso Chero/Archivo)
(Alonso Chero/Archivo)

Entre enero y mediados de diciembre del 2017, se registraron 10.250 en Lima y Callao. Los locales más afectados fueron centros comerciales, galerías, establecimientos con chimeneas y viviendas precarias del Cercado de Lima, Rímac y La Victoria (solo en la jurisdicción de Lima centro hubo más de 4.000 siniestros).

El vicecomandante del Cuerpo General de Voluntarios del Perú, Larry Lynch, explica que muchas de estas emergencias fueron ocasionadas por conexiones eléctricas clandestinas. En algunos casos, la situación se agravó debido a que los inmuebles estaban construidos de quincha y madera.

Como en el incendio del 26 de diciembre en el jirón Huánuco, en Barrios Altos, en el que murieron un padre y sus dos hijos. O el del 20 de noviembre en un almacén clandestino de colchones, también en Barrios Altos, que consumió casi toda una quinta.

En otros casos, el problema fue el hacinamiento y el almacenamiento de productos inflamables en condiciones precarias. “En Mesa Redonda, el Mercado Central y Las Malvinas la informalidad dentro de las edificaciones contribuyó a que se generen emergencias. Los pasadizos están hacinados y se levantan tiendas que no cumplen las normas de seguridad”, señala Lynch.

Recuerda la tragedia del 22 de junio pasado, en la galería Nicolini, en Las Malvinas. El fuego destruyó todo el centro comercial y dos jóvenes que trabajaban de manera clandestina en un contenedor en el techo del edificio murieron atrapados.

Para apagar las llamas fue necesaria la colaboración de todas las unidades de Lima y Callao. Les tomó una semana extinguir por completo el fuego.

—Expuestos—
Los bomberos que hicieron frente a estos siniestros carecían de indumentaria adecuada. “La última compra de equipos de protección personal (casco, casaca, pantalón, guantes y capucha) fue hace 5 años. Los que tenemos ya parecen trapos. Muchos usamos uniformes de segunda o tercera que hemos mandado traer de Estados Unidos. Por eso en los incendios se ven casacas azules, amarillas y negras [cuando los bomberos en el Perú usan rojas]”, señalan varios voluntarios consultados por El Comercio. Añaden que hacen falta, con urgencia, unos 5.000 trajes.

En Estados Unidos, explican, estos uniformes se renuevan cada 2 años. “Es peligroso que trabajemos con trajes que ya han sido degradados. Pero no es fácil adquirir un equipo completo nuevo. Todo cuesta unos S/11.000. En Estados Unidos lo conseguimos, de segunda mano, a S/4.000. Tenemos que ahorrar para comprarnos esos”, dicen.

El pasado 16 de diciembre unos delincuentes le robaron a la bombero Ximena Medina Bardález el equipo de protección completo que acababa de comprar en junio. “Normalmente el cuerpo de bomberos te asigna equipos. El que yo tenía me quedaba muy grande. Ahorré más de un año para comprarme uno a mi medida”, cuenta.

Medina ofreció una recompensa por sus cosas. Nunca pudo recuperarlas.

—Sin empatía—

Hay otros obstáculos para la labor de los bomberos. La falta de civismo, por ejemplo. “En plena emergencia los conductores nos bloquean. No solo hablamos de combis. Son autos costosos en distritos como San Isidro, Miraflores y La Molina los que nos cortan el paso”, cuentan.

Además, el 80% de las llamadas que reciben sus operadores son falsas emergencias, bromas o número equivocado.
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