En San Isidro, los fiscalizadores trabajan con el personal de la Subgerencia de Medio Ambiente. Estos últimos usan sonómetros para verificar que no se superen los estándares en las fuentes que generan ruido. (Video: El Comercio)
Jorge Malpartida Tabuchi

Las principales fuentes de ruido en San Isidro, San Borja y Miraflores son las fiestas en viviendas y las alarmas de vehículos, de acuerdo con las denuncias de sus habitantes.

En San Isidro, de las 1.695 denuncias ambientales que recibió la municipalidad durante el 2016 y el 2017, casi el 70% son generadas por actos y comportamientos de los vecinos. De este subtotal, cerca del 90% corresponde a la bulla que se produce durante las reuniones y festejos en un domicilio.

Asimismo, el otro 25% de las 1.695 denuncias tiene como fuente de ruido las alarmas de los carros que suenan por estar mal calibradas, según la comuna.

En San Borja, Nancy Ninapaitán, gerenta de Fiscalización de dicha comuna, indica que cada fin de semana reciben entre diez y doce quejas por ruidos molestos generados por fiestas en zonas residenciales. Las llamadas de alerta suelen llegar los jueves, viernes y sábados entre las 11 p.m. y las 2 a.m.

En Miraflores, del total de infracciones por ruidos molestos reportados hasta junio de 2017 en el portal Datos Abiertos de la comuna, 63% provenía de alarmas de vehículos, 26% de viviendas y 11% de locales industriales.

—Sanción y procesos—
La ordenanza 410-2015, que regula la contaminación sonora en San Isidro, dispone la multa de una UIT [S/4.050] para quienes ocasionen ruidos durante una fiesta.

Pamela Peña, gerenta de Sostenibilidad del distrito, indica que era complicado atender estas denuncias ya que, antes de multar al vecino, se tenía que hacer un informe técnico para verificar la fuente de contaminación sonora y luego recién llamar al personal de fiscalización.

“Este procedimiento podía tardar unos dos días, cuando el ruido de la fiesta ya había terminado. Sin duda el vecino se sentía mortificado porque no había una sanción inmediata”, señala la funcionaria.
Por esta razón, la comuna modificó la ordenanza 410 para que el personal de fiscalización y medio ambiente pudiera atender directamente estas denuncias. Según Peña, ahora se tiene un protocolo más simple para medir con un sonómetro si se supera el estándar de calidad ambiental (ECA) para ruido [60 decibeles en una zona residencial] en la fuente y así aplicar una sanción si el vecino no tiene intención de bajar el volumen.

La comuna de Miraflores sanciona con 50% de una UIT los ruidos molestos y persistentes provenientes de un domicilio. La misma multa se aplica por la bulla generada por las alarmas de vehículos. A raíz de las quejas de los vecinos, entre el 2016 y lo que va del 2017, Miraflores impuso 799 sanciones por alarmas de autos y ruidos en viviendas.
En San Borja, las multas por ruidos molestos valen 30% de una UIT. Según Ninapaitán, de las 70 multas aplicadas por este rubro durante el año, 40 las recibieron vecinos bulliciosos.

“Nuestro objetivo con esta norma es modificar el comportamiento de los vecinos para que exista una convivencia social armónica. Antes de llamar a la autoridad y pedir la sanción, en sus propios edificios deberían tener reglamentos para prevenir estas situaciones”, señala.

—Evaluación subjetiva—
Para Jorge Llanos, especialista legal del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), una de las dificultades de las municipalidades para regular los ruidos molestos en sus jurisdicciones es la subjetividad con la que se aplican las ordenanzas. “Como no existe un protocolo nacional para medir los ruidos, se puede actuar en algunos casos sin criterios técnicos”, precisa.

Además, Llanos indica que se suele confundir la contaminación sonora con la afectación de la tranquilidad. “Una alarma o el ladrido de un perro no son fuentes de contaminación porque la molestia no es permanente ni sistemática”, aclara el especialista.

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