Ricardo León

Faltaban 10 minutos para la 1 de la tarde del 15 de enero. Más de diez veleros navegaban frente al mar del Callao para participar en una fecha del torneo válido para el ránking nacional de vela. Debían recorrer un área de 40 kilómetros, que abarcaba hasta Ancón. Los veleristas comenzaron a imaginar maniobras para poder ganar velocidad, pero la competencia no comenzaba por una razón elemental para este deporte: no había vientos.

Uno de estos experimentados veleristas es Alec Hughes. Conocedor del mar peruano y sus particularidades, y deportista destacado en varias disciplinas acuáticas, es autor del libro “Atando cabos: Los contactos entre Perú y la Polinesia mediante la navegación a vela”. En aquel momento, intentando ganar una mejor posición, Hughes dirigió su embarcación en dirección a la costa y, sin planificarlo, se situó entre la línea costera y el punto exacto donde el buque Mare Doricum descargaba petróleo hacia La Pampilla.

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En determinado momento, entre las 3 y las 5 de la tarde, el velerista Alec Hughes sintió un ruido estridente, muy fuerte, que provenía del buque. “Fue un sonido metálico, casi como un estallido, y dos minutos después hubo otro. El mar estaba plano, no había oleaje, no había vientos, ninguna condición particular”, recuerda. (Foto: Alec Hughes)
En determinado momento, entre las 3 y las 5 de la tarde, el velerista Alec Hughes sintió un ruido estridente, muy fuerte, que provenía del buque. “Fue un sonido metálico, casi como un estallido, y dos minutos después hubo otro. El mar estaba plano, no había oleaje, no había vientos, ninguna condición particular”, recuerda. (Foto: Alec Hughes)

En determinado momento, entre las 3 y las 5 de la tarde, sintió un ruido estridente, muy fuerte, que provenía del buque. “Fue un sonido metálico, casi como un estallido, y dos minutos después hubo otro”, recuerda. Vio a su alrededor, y la situación no hacía presagiar nada extraño. “El mar estaba plano, no había oleaje, no había vientos, ninguna condición particular”, recuerda.

El Comercio llegó al buque en altamar donde se produjo el derrame de petróleo
A seis días del derrame de 6 mil barriles de petróleo en el mar de Ventanilla que ha provocado un incalculable daño ambiental sin precedentes, El Comercio llegó hasta el buque Mare Doricum, situado en altamar. La nave se encuentra con impedimento de zarpe y permanece a unas millas de donde ocurrió el derrame de crudo.

Poco después de las 5:30 p.m., vio que algunos de los competidores comenzaron a replegarse y a alejarse de la zona, no por una situación anómala, sino todo lo contrario: aún no había vientos. Poco después, el evento fue oficialmente suspendido.

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Casi a esa misma hora, Repsol emitió su primer reporte sobre un derrame de hidrocarburo en La Pampilla. Por otro lado, y sin que este incidente en el buque aún se hiciera público, desde Paracas llegaban algunos reportes sobre la salida del mar a consecuencia de un oleaje anómalo. Unas horas antes, un volcán submarino cerca de Tonga había erupcionado.

Casi todos los veleristas se retiraron, pero Hughes y su equipo permanecieron en los alrededores. La imagen que ilustra este artículo fue tomada a las 6:14 p.m. a unos 300 metros del buque: allí se ve el remolcador, dos de las boyas y un mar calmo, sin olas.

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Al menos 6 mil barriles de petróleo fueron derramados al mar frente a Ventanilla. Mientras se realizan trabajos de limpieza en la zona costera, en el mar se han colocado barreras para tratar de evitar que el crudo se desplace a otras zonas. (Foto: Claudio Gordillo)
Al menos 6 mil barriles de petróleo fueron derramados al mar frente a Ventanilla. Mientras se realizan trabajos de limpieza en la zona costera, en el mar se han colocado barreras para tratar de evitar que el crudo se desplace a otras zonas. (Foto: Claudio Gordillo)

Ayer, la empresa Repsol emitió otro comunicado donde insiste en que el “súbito y extraordinario oleaje anómalo producido por la erupción volcánica en Tonga” fue la causa del derrame. Pero tanto Alec Hughes, como el resto de veleristas, refutan esta versión y aseguran, en calidad de testigos directos, que aquella tarde no hubo ninguna condición alarmante en el mar. De hecho, aquel día el Pacific Tsunami Warning Center (PTWC), la fuente a la que recurren hombres de mar en todo el mundo, no había alertado de ningún peligro para el Perú.

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En el mismo comunicado de ayer, Repsol informó que para atender las zonas afectadas recibe la asesoría de Aiuká Consultoría Ambiental y la empresa ERM. Además, indicó que cuenta con 840 personas capacitadas para las labores de limpieza, además de 29 equipos de maquinaria pesada.

Mientras el OEFA y la Marina realizan investigaciones para establecer responsabilidades, también la Procuraduría Pública Especializada en Delitos Ambientales prepara una eventual denuncia en el fuero civil contra Repsol. En entrevista con el portal Mongabay, el procurador del Ministerio del Ambiente, Julio Guzmán, informó que un equipo suyo trabaja a tiempo completo en este caso.

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