El Estado compró las vacunas, la empresa privada pagó el avión y los médicos pusieron el hombro. Así, con una colaboración triple, fue la primera llegada de vacunas contra el COVID-19 al país. La pandemia hizo urgente esta cooperación, pero no es la única amenaza que la necesita. Desde hace cuatro años, Hombro a Hombro, iniciativa de Soluciones Empresariales Contra la Pobreza (SEP) – que trajo las primeras dosis – trabaja para ayudar al Estado en la gestión de desastres. El reto principal es estar preparados para un gran terremoto que, inevitablemente, ocurrirá en algún momento en Lima y Callao. Hoy, en alianza a El Comercio, participa de la campaña #EstemosListos.
— ¿Cómo nace Hombro a Hombro?
Desde el 2011, Soluciones Empresariales Contra la Pobreza ayuda al Estado el tema de gestión, en darle la capacidad de responder de forma eficiente. Partimos de una hipótesis fundamental: cada año el Estado gasta más y más en temas sociales, hemos pasado de 16,000 millones de soles en el año 2000 a cerca de 85 a 90,000 millones de soles en los últimos años, pero no necesariamente hemos mejorado en esa misma proporción. Ya no es un tema que falte presupuesto, sino gestión. Hemos apoyado en el Vraem, con Qaliwarma, en el Putumayo, en las Plataformas Itinerantes de Acción Social (PÍAS), que lleva el Estado a las cuencas de la Amazonía. A partir del Fenómeno de El Niño decidimos formar un brazo empresarial ante desastres.
— ¿Por qué desastres?
Si analizas todas las amenazas naturales que hay en el Perú, las dos más grandes son El Niño y un terremoto. El primero es cíclico, pero el segundo puede ocurrir en cualquier momento. En ambos la logística es parecida: apoyar rápidamente con alimentos y bebidas, canalizar la ayuda siempre en coordinación con el Estado.
— ¿Cuántas empresas se han sumado?
Al patronato que sostienen las operaciones son 49. Nosotros colaboramos canalizando la solidaridad de cientos de empresas
— ¿Qué actividades preventivas realizan?
Hombro a hombro tiene dos grandes columnas. La primera es la reacción de llevar alimentos, campamentos, agua ante un desastre. Pero a medida que te vas metiendo en la reacción te das cuenta que para ser coherente tienes que estar en preparación. La única forma que una familia esté bien en un desastre es que ellos se han preparado previamente, más allá de que el Estado lleve ayuda. El terremoto no mata per se, mata porque te cae una maceta, una pared. Por eso, tenemos un taller que difundimos gratuitamente en instituciones publicas y privadas para capacitar a personas que a su vez puedan decantar esa información en sus empresas y comunidades. Mientras más personas estén preparadas, nos beneficiamos todos.
— ¿Qué nos esperaría si ahora hay un terremoto?
Cuando ocurra un terremoto 8,8 no va haber policías, FF.AA, bomberos o rescatistas suficientes. Los únicos que tienen que tomar la batuta son las mismas personas. Por eso queremos que la gente dé un paso atrás y evalúe cómo está su casa, cómo la puede arreglar, cuál es mi zona segura, qué hará si sucede un terremoto y no hay agua, luz, alimentos, energía. Con un sismo a partir de magnitud 7,5 no se puede caminar, es dramático. Si te agarró el terremoto y vives en un piso alto ya no puedes salir. Tienes que saber dónde está tu zona segura para que llegues arrastrándote hasta que pase. Eso se tiene que identificar antes.
— Pero no todos son conscientes de eso...
La reacción de la población en simulacros es muy mala. Es un mal nacional decir ‘a mí no me va a pasar nada”. Las instituciones se mueven, hacen sus simulacros, pero no se aterriza en las familias.
— ¿Qué diferencia hay entre lo que pasó en el Fenómeno de El Niño y ahora?
Durante El Niño vimos muchos casos dolorosos y el sentir que apoyábamos fue maravilloso. Luego en nuestra vida se nos ocurrió que nos íbamos a activar para ayudar a una pandemia, mucha gente ha muerto. Pero si ocurre un terremoto de magnitud 8,8 como proyecta el IGP estamos hablando de más de 100 mil muertos en un día.
— Es el momento más indicado para pensar en otros desastres
Las fuerzas especiales en nuestras FF.AA tienen un lema: es preferible sudar hoy a sangrar mañana. Mas o menos por ahí vamos, tenemos que movernos hoy para que cuando ocurra esto nuestras familias estén mejor preparadas.
— ¿Cómo hacer que esto algo sostenido?
Sensibilizando a la población. El Ministerio de Educación debería firmar un acuerdo con Indeci, con nosotros, con quien sea, para que este tema de prevención se imparta en todos los colegios todos los años como parte de la currícula e influir en las familias desde los niños. Otra función es que los medios de comunicación se compren el pleito para presentar información, discutir y exigir a la autoridad cambios.
— ¿Qué falta desde el Estado?
Las instituciones técnicas como Indeci, IGP, Cenepred, la tienen clarísimo. Falta más incidencia en el Estado para que el Ministerio de Economía y la PCM hagan más caso a Indeci. El área técnica sabe perfectamente qué va a pasar y cómo puede afectar a la población. Tiene que haber un compromiso de la máxima autoridad, la gestión de riesgo de desastres debe ser uno de los pilares del gobierno y de los partidos. La llamada trampa de la pobreza es aquello que hace que las familias retrocedan y no puedan crecer. Son las catástrofes de salud y los desastres naturales porque destruyen el capital familiar. Eso hace que las sociedades no crezcan. Necesitamos una estrategia de país para tener estos dos temas controlados, hacer a las familias resistentes antes desastres de gran magnitud. Este tema debe repetirse todos lo años en la currícula escolar y eso es responsabilidad del Minedu.