El 28 de octubre se cumplieron 275 años del último terremoto 8,8 en Lima y Callao. Ese es el mismo tiempo que Lima mantiene un silencio sísmico, 100.443 días en los que la energía por la fricción de las placas tectónicas se acumula bajo nuestros pies.
El silencio sísmico, también llamado laguna sísmica, identifica a una región de contacto entre placas tectónicas que no registra sismos importantes por un amplio período de tiempo y que se encuentra rodeada por zonas que sí han presentado terremotos. En Lima, el último gran sismo de M8,8 fue en 1746, mientras que en Chile, por ejemplo, el sismo M8,8 de 1835 se repitió en 2010.
En la costa peruana, las placas de Nazca y Sudamericana colisionan frontalmente, permitiendo que la primera se introduzca por debajo de la segunda. Esto ocasiona el proceso conocido como subducción que genera una deformación llamada aspereza. El tamaño de la aspereza o asperezas definen la magnitud del sismo que se produciría.
Hernando Tavera, presidente ejecutivo del Instituto Geofísico del Perú (IGP), explica que el término preciso es Zona de Máximo Acoplamiento Sísmico (ZMAS). Para la costa central, la ZMAS se extiende entre Pisco y Casma, con una longitud de 460 km, y se ha determinado que cuando se desacople provocaría un sismo mayor a M8,5.
¿Otros sismos liberan energía?
Aunque hace casi tres siglos no se repite el terremoto de magnitud 8,8, sí se han reportado sismos importantes en la capital. Pese a ello, el IGP señala que los sismos en Lima de los años 1940, 1966, 1970, 1974 y 2007 presentaron magnitudes igual o menores a M8.0 y por lo tanto no habrían liberado el total de la energía aún acumulada en la región central.
Otras lagunas sísmicas; sin embargo, sí habrían presentado algunos atenuantes. En la región sur del Perú se reporta un silencio sísmico desde 1868 hasta el año 2001, cuando el terremoto 8,2 de Arequipa “habría liberado parte de la energía acumulada en esta región”, según el último escenario sísmico elaborado por IGP en 2020. Para la región norte de Chile, la laguna sísmica estaría presente desde el año 1877, siendo el único evento sísmico histórico identificado para esta región el del l 1° de abril del 2014 (M8.2) que también habría liberado “parte de la energía que se venía acumulando”
Entonces, ¿de qué depende que se libere energía? De acuerdo con Tavera, se requiere un sismo de valores casi idénticos. Para tener una idea de la potencia de un evento de esta naturaleza, el ingeniero geofísico explica que cada grado en la escala de magnitud es 30 veces más energía que la anterior. Un sismo de magnitud 5 libera la energía equivalente a una bomba atómica como Hiroshima; uno de magnitud 6 la energía de 30 bombas, uno de magnitud 7 la de 900 bombas, uno de magnitud 8 de 27,000 bombas y uno de magnitud 9, 810.000 bombas atómicas.
“El sismo de Arequipa de 2001 produjo una longitud de ruptura de 300 km, el de Pisco del 2007 una ruptura del orden de 250 km y este sismo que probablemente ocurra serían 400 km aproximadamente. Todos son sismos por encima de magnitud 8. El sismo de Mala (22 de junio) produjo una longitud de ruptura de centímetros. Los sismos pequeños no ayudan en nada a liberar energía de los grandes eventos sísmicos”, explicó a este Diario.
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