Con el fin de revelar los hallazgos sobre la efectividad de la infraestructura Natural en la Gestión del Riesgo de Desastres (GRD) en el Perú y América Latina, se reveló un estudio que visibiliza el importante rol de esta práctica en la prevención de desastres y que evidencia que se puede complementar de manera efectiva con la infraestructura gris, con lo cual se puede prevenir la erosión, deslizamientos e inundaciones.
Con estos hallazgos, que fueron realizados por Veerle Vanacker, profesora en Geografía Física de la Universidad Católica de Lovaina, en el marco del proyecto Infraestructura Natural para la Seguridad Hídrica (INSH), y liderados por Forest Trends, se espera generar una mayor efectividad en las intervenciones de gestión de riesgos de desastres, primordialmente en las cuencas peruanas afectadas por el fenómeno El Niño.
El estudio señala que los países andinos, y en particular el Perú, son altamente susceptibles a inundaciones, movimientos en masa y erosión del suelo debido a su topografía escarpada y a la alta variabilidad espacial y temporal de la precipitación. Por ejemplo, los eventos de El Niño 82-83, 97-98 y 2017 en Perú han afectado, cada uno, entre 500,000 y 1.3 millones de habitantes y generado pérdidas de entre USD 3 mil y 9 mil millones.
Además, la investigación indica que la gestión preventiva de los riesgos de inundación y erosión ha sido principalmente manejada por obras de infraestructura hidráulica gris, tales como diques o embalses, sin embargo, muestran límites en cuanto a su efectividad. Soluciones alternativas a la infraestructura gris, como aquellas basadas en la naturaleza o infraestructura natural, son complementarias y están ganando interés a nivel global y, particularmente, en los Andes.
En Perú, un caso emblemático de este creciente interés es la apuesta de la Autoridad Nacional para la Reconstrucción con Cambios que ha incluido soluciones de infraestructura natural en sus planes integrales para hacer frente al fenómeno El Niño en las cuencas de la costa peruana, en complementariedad con las soluciones de infraestructura gris.
El estudio presentado también analiza el impacto de la conservación y recuperación de los ecosistemas andinos y la cobertura vegetal, que envuelven espacios o áreas de vegetación protectora incluyendo bosques nativos, plantaciones, y pastos naturales, como en la puna y bofedales; y prácticas de conservación de suelos que agrupan elementos lineales como diques para control de cárcavas, zanjas de infiltración, terrazas de formación lenta y fajas marginales en los cursos de agua.
Asimismo, indica que la aceleración de las tasas de erosión por encima de las tasas naturales se debe a actividades humanas como la deforestación, el sobrepastoreo, la construcción de senderos y el abandono de tierras agrícolas. El análisis demuestra que la conservación de la cobertura vegetal en los Andes (páramo, puna y bosque) es muy efectiva para controlar la erosión, observándose que las tasas de erosión en áreas de conservación son, en promedio, 12 veces más bajas en comparación con campos de cultivo y 9 veces más bajas en comparación con pastos.
Finalmente, el gerente de proyectos de la Dirección de Soluciones Integrales de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, Alberto Marquina, destacó que se implementará la infraestructura gris junto con la infraestructura verde, teniendo previsto ejecutar 17 cuencas desde Tumbes hasta Ica en un plazo de cuatro años, aproximadamente, con una inversión estimada de S/700 millones. “La intervención en cada cuenca abarcará alrededor de 3000 hectáreas y para mitigar la erosión del suelo, las prácticas ancestrales y comunitarias de conservación son muy eficaces cuando se implementan en campos de cultivo y áreas degradadas”, enfatizó.