La vigésimo sexta edición de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26), que se llevó a cabo en Glasgow (Escocia), dejó a muchos especialistas del cambio climático con un sabor agrio en la boca. Si bien se mantuvieron acuerdos importantes para nuestro planeta, como mantener el compromiso de contener el calentamiento global a 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales y no más, aún hay mucho por hacer.
Según proyecciones del Climate Action Tracker, el mundo necesita reducir la tasa de emisiones de gases de efecto invernadero en casi 27.000 millones de toneladas métricas al año para limitar el calentamiento global a 1,5°C para 2030. Sin embargo, lo acordado en la COP26, alcanza para aproximadamente una cuarta parte del camino. Esto principalmente por un cambio a última hora en el texto del acuerdo final con respecto al uso de combustibles fósiles. La modificación supuso que se hable ahora de una “reducción progresiva”, en lugar de “eliminación” del carbón.
“Lamentablemente el Acuerdo de Glasgow es insuficiente para responder a la crisis climática. Si bien se han arribado a un documento final que muestra algunos avances, las críticas desde las organizaciones sociales radica en que este no contiene fechas exactas para la reducción concreta de las emisiones ni montos, en especial en el tema de las finanzas para la adaptación”, afirmó Henry Córdova, Coordinador Nacional del Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático (MOCICC).
El experto precisó que al no tener acuerdos definitivos sobre los puntos controversiales, como esclarecer el capítulo de mercado de carbono y definir el financiamiento global para la adaptación al cambio climático, se prevé que el escenario a enfrentar hacia el 2030 y 2050 es el menos deseado según las proyecciones del panel de científicos.
“La mala noticia es que si cada gobierno hace todo lo que promete, el mundo aún enfrentará un aumento catastrófico de temperatura de alrededor de 2 °C. En la declaración final pactada en Glasgow se admite con alarma y máxima preocupación que el calentamiento global ya está en 1.1 grados”, explica.
Córdova agregó que ante la enorme presión del mundo científico por los crecientes impactos del cambio climático, Estados Unidos y la Unión Europea han hecho un llamado especial para que los países endurezcan sus objetivos para 2030.
“Esta petición es, en el fondo, un mensaje directo hacia países como China, India y Brasil, cuyos planes a corto plazo no están alineados con la reducción del 45% de las emisiones que se necesita para 2030. La sola mención a los combustibles fósiles ha generado el bloqueo de las negociaciones durante muchas horas con una oposición clara y pública de países como Arabia Saudí, India, Sudáfrica, Nigeria y Venezuela”, dijo.
Finalmente, el especialista remarcó que el acuerdo alcanzado en la COP26 no genera una vinculación legal, es decir, una obligación de los países a actuar y se limita a plasmar invitaciones, recomendaciones y ruegos sin concretar medidas, tiempos claros y compromiso real de financiación.
“Los acuerdos tomados en la COP 26 no resolverán la crisis climática, y el mundo tendrá que prepararse para un escenario de eventos climáticos extremos para los próximos años. Siendo el Perú un país altamente vulnerable se hace necesario trabajar en una agenda interna climática que sea ambiciosa en términos de adaptación. La declaratoria de emergencia climática en el Perú debe suponer articular la política general del Gobierno desde un enfoque de cambio climático, priorizando el cuidado de los bosques y trabajar por una política energética que apueste por una transición justa y ordenada”, concluyó Córdova.
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