*El médico veterinario Manolo Fernández ha sido propuesto por el congresista Carlos Mesía, de Fuerza Popular, para que sea uno de los integrantes de la comisión que investiga la vacunación irregular contra el COVID-19 de funcionarios del Estado. A continuación una nota que publicó este Diario en diciembre pasado.
Manolo Fernández es un médico veterinario con más de 30 años de experiencia en el desarrollo de vacunas que, sin embargo, no confía en ellas para el COVID-19. No al menos en las que se elaboran en laboratorios internacionales en tiempo récord. No en las que no provengan de su propia empresa. En lo que sí confía y difunde con el enorme alcance que le da haberse convertido en invitado recurrente en el Congreso de la República y en algunos canales de televisión es en la ivermectina como perfecta protección contra el coronavirus pese al casi nulo respaldo científico a este antiparasitario.
Como fundador y presidente ejecutivo del laboratorio Farvet, ubicado en Chincha (Ica), y especializado en la producción de fármacos y vacunas para la industria animal, se ha dedicado, desde 1983, al rubro de aves y cerdos, hasta que llegó el COVID-19 e incursionó en la elaboración de candidatas contra el Sars-CoV-2.
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Con el apoyo de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) y el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec), Fernández se promovió como la esperanza para lograr una inmunización con producto nacional. Pero, a medida que su proyecto avanza en la etapa preclínica y sus competidores internacionales concluyen estudios con voluntarios y consiguen autorizaciones de emergencia, el discurso del médico veterinario se ha volcado hacia el escepticismo.
“Quieren tener a la humanidad como conejillos de indias”, dijo en una sesión virtual realizada en el Congreso el 2 de diciembre pasado. Dos semanas después, el 18, volvió a ser invitado a una sesión virtual organizada por el congresista Orestes Sánchez (Podemos Perú), agregó que “las vacunas no van a proteger a todos los genotipos de coronavirus”. El domingo 20, en el programa Rey con Barba de Willax, fue aún más tajante y aseguró que lo mejor que le pudo pasar al país es “que no venga la vacuna”. Claro que se refiere solo a las que desarrollan Pfizer o AstraZeneca. Sobre su proyecto, enfatiza en que responderá contra todas las variantes del virus causante de la pandemia y que está dispuesto a regalar las millones de dosis que sean necesarias para que se inmunice a toda la población peruana.
Pero sus declaraciones no solo se limitan a la vacuna que elabora, que efectivamente está incluida en la lista de la OMS de candidatas en desarrollo sino, cada vez con más fuerza, en el uso de ivermectina. El Comercio consultó a especialistas para conocer qué de cierto hay en sus afirmaciones.
1- Las vacunas no servirían para variantes del COVID-19
En las últimas semanas, una variación del Sars-CoV-2 ha llamado la atención mundial por su aparente nivel superior de contagio. En Reino Unido, donde se detectó, se implementaron nuevas restricciones de movilización que el lunes pasado tuvieron eco en nuestro país con la suspensión de vuelos provenientes de Europa por dos semanas. En ese contexto, Fernández declaró en entrevista con el programa Rey con Barba de Willax que el nuevo genotipo del virus ha hecho inservible a las vacunas.
“No sirven las vacunas, si no protegen con este genotipo ¿cómo van a proteger del nuevo? Ha sido una gran ventaja no comprar. No debemos desesperarnos y crear falsas expectativas con la vacuna. ¿Qué hago con una nueva vacuna que no sirve con el nuevo virus?”, dijo.
Para el médico epidemiólogo e investigador Álvaro Taype Rondan esta afirmación carece de sustento porque no hay evidencia de que las vacunas aprobadas contra el COVID-19 no sean eficientes para las variantes del Sars-CoV-2. En entrevista con este Diario, explicó que las mutaciones de los virus son bastante comunes y, en el caso del Sars-CoV-2 cambian una pequeña porción de la proteína Spike, pero no la respuesta inmunológica que crea el organismo.
“Las vacunas le dicen a la célula cómo es la proteína Spike del virus para que pueda crear anticuerpos. Esta proteína es como un árbol con varias ramas y la variante lo que hace es cambiar una rama de un lado a otro mientras el resto sigue constante. Los anticuerpos son para todo el árbol no para una de las ramas. Por eso es de esperar que, así haya variantes, la vacuna siga siendo eficaz”, explica. Otro escenario sería si las mutaciones produjeran un cambio significativo que modifiquen toda la proteína. Taype detalla que este es el caso del virus de la influenza que cada año requiere una nueva vacuna. No obstante, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado que “no hay ninguna prueba de algún cambio en la gravedad de la enfermedad”, aunque las investigaciones continúan. La Agencia Europea del Medicamento (EMA por sus siglas en inglés) también ha remarcado que “no hay evidencia” para señalar que la vacuna de Pfizer/BioNTech - inoculada en Reino Unido, Estados Unido, México, Chile y Costa Rica, no sea efectiva a las variantes.
La médica Angela Uyen, asesora en políticas de salud de Médicos sin Fronteras, con base en Bélgica, sostiene que, en base a la información recopilada hasta el momento, la nueva variante del virus “no parece tener ningún impacto en la eficacia de las vacunas”. Las mutaciones no son nuevas. De hecho, según un informe de la BBC, desde que apareció el COVID-19 se han detectado unas dos mutaciones al mes. Por lo que entre las primeras muestras de Wuhan en China y las actuales habría alrededor de 25 mutaciones de diferencia.
“Entiendo que la palabra « mutación » cause alarma, siempre imaginamos cosas terribles como consecuencias de mutaciones, pero la verdad es que son fenómenos frecuentes”, indica.
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Para entender el por qué de las variaciones, la OMS explica que “los virus hacen copias de sí mismos en un proceso denominado replicación en el que, a veces, las nuevas copias presentan pequeños cambios a los que llamamos mutaciones”. Lo que se sabe hasta el momento es que con el Sars-CoV-2 todas las variaciones detectadas han sido leves al punto de no considerarlas cepas.
2. Ivermectina, un profiláctico “inocuo”
Aunque uno de los principios de la medicina es el rechazo a la automedicación [el artículo 26 de la Ley General de Salud es clara sobre la prescripción médica], Fernández lleva meses recomendando el uso masivo de la ivermectina, un fármaco antiparasitario que promete ser la solución a la pandemia. En uno de sus últimos mensajes, un spot difundido en el canal Willax, el médico veterinario incluso brinda dosis de consumo: “Para mayor cuidado recomiendo tomar ivermectina cada 20 días, la mejor protección profiláctica sin efectos secundarios, totalmente inocuo y evitará que te contagies. Salgamos con responsabilidad y sin miedo”, dice. Tal es su seguridad respecto a este medicamento que asegura que “está demostrado hasta el cansancio” que funciona contra el COVID-19 y “cualquier” genotipo del virus.
La controversia sobre la ivermectina para el tratamiento del coronavirus tiene varios meses sin que los defensores de su uso presenten estudios concluyentes sobre los beneficios que auguran. En octubre pasado, este medicamento - junto a la hidroxicloroquina y la azitromicina- fue retirado de la guía de tratamiento en pacientes hospitalizados. No obstante, se permitió su uso a criterio del médico en casos leves. Esto pese a que desde junio la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advertía que tres estudios (uno in vitro y dos estudios clínicos observacionales) que defendían el uso de la ivermectina presentaban “un riesgo elevado de sesgo, muy poca certeza de la evidencia y que la evidencia existente es insuficiente para llegar a una conclusión sobre sus beneficios y sus daños”.
De hecho, en julio pasado la OMS suspendió su uso en la investigación Solidarity para encontrar un tratamiento efectivo y la la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) le revocó la autorización. Y a nivel nacional, el Instituto de Evaluación de Tecnologías en Salud e Investigación de Essalud (IETSI) tiene tres reportes donde advertía que no era posible sustentar su uso para tratar o prevenir el COVID-19.
Esta mañana, la médica Yamilee Hurtado-Rocca compartió la última actualización de la OPS sobre las opciones terapéuticas contra el COVID-19. El documento, publicado el 18 de diciembre, nuevamente señala que no hay evidencia suficiente sobre los potenciales beneficios o daños de la ivermectina para poder recomendar su administración.
“Hasta el momento la evidencia científica que postula el uso de ivermectina para prevención y/o tratamiento de COVID-19 es de muy baja calidad y no se ha encontrado evidencia contundente sobre su beneficio clínico”, resume Uyen a El Comercio. Por ejemplo, detalla que un estudio in vitro sugería que para alcanzar niveles efectivos de ivermectina “se necesitarían dosis enormes, potencialmente tóxicas”.
Para la especialista, es complicado realizar estudios clínicos serios en este momento en América Latina debido a amplia automedicación. “Se hace difícil medir el real efecto de la intervención”, sostiene. A esto se suma que no se puede medir cuántas personas fallecidas tomaban ivermectina como preventivo.
Taype Rondán agrega que no es posible decir que un fármaco es totalmente inocuo porque todos tienen efectos adversos incluso en dosis terapéuticas. “Como no tenemos estudios bien hechos en humanos no sabemos si puede ser efectivo o si causa daños. Con la ivermectina ya hay daños conocidos como la hipersensibilidad y neurológicos que con otras enfermedades han sido poco frecuentes pero que con el COVID-19 no se han estudiado”, dijo.
Uyen advierte que hay dos enormes problemas de salud pública que se derivan del uso de medicamentos sin sustento científico: que el Estado destine fondos para algo que no tiene pruebas de su efectividad en lugar de invertir en pulsoximétros y la falsa sensación de seguridad que se genera en la población.
“Cuando la gente piensa que se encuentra protegida, deja de lado medidas efectivas de prevención, exponiéndose al peligro ellas mismas y a las personas de su entorno”, dice.
Uno de los argumentos para defender el uso masivo de ivermectina es la situación “privilegiada” en la provincia de Chincha, donde Fernández mismo señala que empezó a usarla en la población desde el mes de mayo.
No obstante, la realidad es que la provincia no se ha librado del impacto del COVID-19. Según el reporte de la Diresa Ica, hasta el 12 de diciembre han muerto 1.141 personas por esta enfermedad. Se trata del 34.7% del total de muertes por la enfermedad reportadas en la región Ica (3.282). Además, se reportaron 9.492 pacientes sintomáticos conformados y sospechosos de COVID-19.
Esta provincia también ha tenido la letalidad (proporción de muertos respecto a los contagiados) más alta de toda la región. Según datos de la Diresa hasta el 12 de diciembre, este indicador acumulado es de 11,29% en Chincha, mientras que en la región es de 7%.
3. Productos milagrosos
Además de la ivermectina y la candidata a vacuna en desarrollo, Farvet también ha lanzado un producto con el que aseguran se garantiza protección por 30 días del COVID-19 y cualquier otra enfermedad respiratoria.
“Como la vacuna todavía no ha salido, el proyecto de mi padre a base de huevo mezclado con otras cosas ayuda a que el sistema inmune se eleve y tengas mayor protección en caso entre el coronavirus u otra enfermedad respiratoria. Solamente tomas un sobre por día o 5 días al mes y estás bastante protegido por 30 días”, dijo Rafael Fernández, hijo del médico veterinario, en declaraciones al programa de Magaly Medina.
Según el empresario, el producto denominado “InmunoEgg” ha sido probado en más de 2.000 personas de Chincha. Sin embargo, tal como advirtió el periodista Yerson Collave, no hay ninguna información sobre el tema en el Registro Peruano de Ensayos Clínicos (Repec) del Instituto Nacional de Salud (INS).
Semanas antes, el 11 de octubre, Manolo Fernández había contado también en el programa Rey con Barba que entregó dicha fórmula, que incluía Vitamina C, B6, B12, D3, zinc y equinácea, a todos sus trabajadores en el mes de marzo. “Este producto se puede elaborar de forma masiva y los peruanos no sufrirían de Covid y no irían al hospital. Junto con la ivermectina controlaríamos el Covid-19 en el Perú”, dijo.
Lo cierto es que el médico Taype Rondán aclara que a la fecha tampoco existen estudios serios que atribuyan el consumo de complejos vitamínicos a la atención de enfermedades. “Se ha estimado que menos de 5% de vitaminas llegan a ser realmente beneficiosas. Se necesitan ensayos clínicos aleatorizados, de doble ciego, en los cuales se va si realmente hay relación”, sostiene.
La OMS ha sido clara al señalar que los suplementos de micronutrientes (vitaminas y minerales) no impiden el contagio o la curación del coronavirus. “Actualmente no existe ninguna orientación sobre el consumo de suplementos de micronutrientes para la prevención de la COVID-19 en personas sanas o para el tratamiento de la COVID-19. Los micronutrientes son fundamentales para el buen funcionamiento del sistema inmunitario y desempeñan un papel esencial en la promoción de la salud y el bienestar nutricional”, indican en su página web. Lo mismo indican para los probióticos, infusiones, suplementos a base de plantas o alimentos como el ajo y el kion.
Lo que sí es un hecho respecto a Farvet y Fernández es que los estudios de su candidata a vacuna están en pleno desarrollo. Aunque él mencione que está “prácticamente lista” todavía se encuentra en etapa preclínica o de experimentación con animales. Según adelantó, en los próximos días arrancaría la etapa de “desafío” en la que someterán a un grupo de hámsters al virus. Para el 4 de enero se conocerá cuántos sobrevivieron y solo así podría empezar la etapa de ensayos clínicos con la participación de voluntarios en las tres fases requeridas para evaluar la seguridad y eficacia de la candidata. Su creación aún tendrá que pasar por estas etapas antes de, como él promete, regalarla al país.
Este Diario intentó contactarse con Manolo Fernández, pero al cierre de la nota no fue posible.
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