Sabino Nina recuerda más que nada el sonido de las arpas, los violines y las tijeras de los danzantes cuando piensa en la muerte. Era lo que sonaba cuando las familias honraban a sus difuntos en el cementerio Virgen de Lourdes de Villa María del Triunfo. A sus 60 años, ha pasado más de la mitad de su vida recorriendo el camposanto más grande de Sudamérica como vendedor de golosinas, sepulturero o cargador de féretros, según se lo necesite. Hoy sigue trabajando, pero en el silencio de un cementerio que en medio de la pandemia se ha quedado, irónicamente, sin vida.
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Desde que empezó el estado de emergencia por el COVID-19, el Nueva Esperanza, como también se le conoce, cerró sus puertas a las visitas tal como lo hicieron otros cementerios del país a fin de evitar contagios. Desde entonces, solo se permite el ingreso de un máximo de cinco personas únicamente para entierros. Nada de música, bebidas o comida. “Aquí había un montón de gente y ahora no hay nadie, está todo triste”, dice Sabino.
Creado en el año 1961 para ser usado por inmigrantes de distintas provincias del Perú, el cementerio se convirtió en ejemplo de la enorme variedad de formas de decir adiós. Dolor mezclado con el canto, almuerzos junto al nicho del ser querido, el brindis por el amigo que se fue o la plegaria silenciosa frente a tumbas pintadas de colores. Todo reunido en 63 hectáreas que por fiestas llegaba a recibir más de un millón de personas. “No solo en el Día de los Santos y de los Muertos. Este es un lugar que siempre estaba visitado, la gente no se olvida de sus difuntos”, dice Gaby Cruz, asistente administrativa del cementerio, a El Comercio. Hasta que llegó el COVID-19.
Además de la suspensión de visitas, el cementerio tuvo que ampliarse para recibir los cuerpos de las víctimas que empezaban a amontonarse en hospitales. Solo entre mayo y agosto se llegaron a enterrar casi un millar de muertos por el nuevo virus. “Se amplió la zona Ficus para casos COVID-19. Junio fue el mes más duro, tuvimos hasta 25 entierros por día”, indica. Para proteger a los trabajadores del camposanto, se organizaron las inhumaciones para distribuirlas en el horario de 8 a.m. a 5 p.m., pero inevitablemente hubo momentos de congestión.
De acuerdo con el alcalde de Villa María del Triunfo, Eloy Chávez, en este cementerio se realizaron unos 1.400 entierros durante todo el 2019, mientras que este año, solo de marzo a la fecha, hubo unas 1.850 inhumaciones.
El otro reto fue evitar las visitas clandestinas.
Peter Blas, expolicía que ahora se dedica a resguardar el cementerio, explica que muchas personas se meten por los cerros aprovechando que no hay cerco perimétrico. Antes de este trabajo, el vigilante nunca fue a un velorio o entierro por miedo de los difuntos y hoy tiene que lidiar con deudos molestos. “Es complicado. La gente quiere entrar por todos lados, son personas mayores de edad o con niños, y hay que tener tino para decirles que no pueden. Están sufriendo, pero hay que respetar el protocolo para cuidarnos”, indica.
Para este Día de todos los Santos y de los Muertos se ha solicitado apoyo del serenazgo distrital, de la Policía Nacional y del Ejército para evitar aglomeraciones y riesgos de contagio.
Tristeza en El Ángel
El 25 de abril ingresó el primer cadáver de una víctima de COVID-19 al cementerio El Ángel, ubicado en El Agustino. Era una mujer de 59 años que murió en el hospital de Collique. Daniel Cáceda Guillén, subgerente de Negocios y Cooperación de la Beneficencia de Lima, la recuerda especialmente por la soledad de su entierro. “Nos dolió bastante porque entró sola, nunca llegó su familia. Era la época en la que morían y los traían directamente”, cuenta.
A partir de entonces, se decidió realizar al menos un breve responso y, si hay disponibilidad, una pequeña ceremonia a cargo del sacerdote del cementerio.
A la fecha, este cementerio ha recibido unos 450 muertos por COVID-19 que fueron enterrados en los tres pabellones destinados para víctimas de esta enfermedad. “Tuvimos días que vinieron de golpe 13 cuerpos. Fue muy fuerte. Juntábamos a cinco familias y se hacía la misa con distanciamiento”, señala a este Diario.
El impacto emocional fue tal que Juan Manuel Quito Bailón, sepulturero del camposanto desde hace ocho años, considera que en la pandemia vio los entierros más dolorosos que recuerda. “La gente se desvanecía, a uno también le daba pena”, dice. Por eso, este mes se ha iniciado un programa de atención psicológica para los trabajadores afectados también por el miedo al contagio. “Nunca tuvimos tanto llanto junto en El Ángel”, agrega Cáceda.
Tal como ocurre con Virgen de Lourdes, El Ángel recibe un máximo de 5 personas por entierro o cremación y las visitas están prohibidas. El Día de todos los Santos y el de los Muertos no será la excepción. El año pasado, 56.848 personas acudieron entre el 1 y 2 de noviembre, cada una con sus propias tradiciones, pero este año no habrá celebraciones de ningún tipo. “Las familias venían con su mesa, sus ollas para desayunar junto a sus difuntos. Era su forma de despedida y lo respetábamos”, dice Cáceda.
La idea es que próximamente se puedan permitir visitas previa programación para garantizar los protocolos de seguridad. El cierre también ha permitido controlar la seguridad, uno de los principales problemas del cementerio, y se plantea construir 1.071 nichos nuevos este año y 2.000 el próximo para aumentar la capacidad del tradicional cementerio en el que yacen los restos de Chabuca Granda, Lucha Reyes o del poeta Martín Adán. En el futuro de El Ángel tampoco habrá más flores naturales para evitar la proliferación de mosquitos. No se puede permitir que el dengue se sume al dolor que hoy sigue causando el COVID-19.
Más información:
- La Beneficencia de Lima realizará hoy a las 9 a.m. una misa virtual oficiada por Monseñor Guillermo Elías desde el Presbítero Maestro. Campo Fe y Jardines de la Paz también realizarán misas virtuales hoy desde las 10 a.m., mientras que el camposanto Parque del Recuerdo hará lo propio desde el mediodía. Las transmisiones serán vía Facebook
- Desde que empezó la pandemia, los 62 cementerios de Lima Metropolitana han reducido aforos para evitar contagios. En la mayoría solo se admiten entierros con hasta 5 personas y no hay permiso para visitas. En los campostantos de Mapfre, sí es posible agendar visitas mediante el Whatsapp 999919133.
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