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La Lana Urbana teje en contra de la violencia de género [CRÓNICA]
Yasmin Rosas

Soledad Bustamante lleva 52 años tejiendo y el arte lo aprendió de su madre. En su afán por seguir con la tradición familiar, ella les ha enseñado los secretos del croché y los palillos a sus hijas. Pero Soledad también se dedica a dictar talleres en diversos centros de la ciudad.

“Además de relajarse, todo lo que uno teje lo puede vender. Es una forma de ser económicamente visible en el hogar”, enfatiza.
El pasado 16 de junio, Soledad y otros treinta integrantes de La Lana Urbana realizaron, según cuentan, el primer ‘bombardeo de hilos’ (del inglés ‘yarn bombing’) en la ciudad. Esta expresión artística busca intervenir espacios públicos y manifestarse sobre algún tema en particular a través del tejido.

En esta ocasión, los miembros de La Lana Urbana decidieron alzar su voz en contra de la violencia de género. Es así como niñas, jóvenes y adultos se sumaron a esta iniciativa y desde marzo empezaron a tejer los 600 grannys o pastillas de 20x20 centímetros, que fueron los protagonistas de la intervención.

“La finalidad fue dar un mensaje reflexivo y que no solo sea expresado por mujeres. Fue importante que todos se involucren y sirvió para demostrar que el tejido no es solo una actividad exclusiva de mujeres o personas mayores”, explica Diana Sigüeñas, una de las fundadoras de La Lana Urbana.

Sigüeñas es profesora y apasionada por el tejido. Ella explica que a través de redes sociales siempre le consultaban sobre talleres o actividades que enseñen a tejer y junto con Jéssica Medina y Silvia Sugasti fundaron La Lana Urbana, un espacio para compartir conocimientos sobre esta actividad. “No queremos que sea un grupo que solo se quede en redes sociales, buscamos reunirnos y aprender”, enfatiza Diana.

La comunidad tiene cerca de 600 miembros en Facebook, pero solo unos 30 o 40 participan activamente de las actividades gratuitas que se dan en diversos parques de la ciudad. El único requisito es que cada quien lleve sus materiales y tenga ganas de aprender.
“Queremos revalorar las técnicas manuales, romper estereotipos y fomentar la comunidad”, agrega Jéssica.

Próximas actividades

► Las pastillas se convertirán en mantas de lana, las cuales serán donadas a organizaciones que apoyen a mujeres víctimas de violencia. Lana Silvia donó 45 kg de material para la intervención.
► Se buscan voluntarios para tejer ropa abrigadora para niños en Puno. Pueden buscar a La Lana Urbana en Facebook e Instagram. No hay límite de edad.

—Rompiendo esquemas —
Gabriel Morales tiene 31 años, estudió Comunicaciones y desde hace 11 meses empezó a tejer. “Le pedí a una amiga que me enseñara y vi tutoriales en Internet. Me compré un croché y una lana, desde ahí no he parado”, cuenta.

Para Gabriel, este tipo de actividades son importantes para romper los estereotipos. “La lucha para que se detenga la violencia no es exclusiva de mujeres. Todos tenemos que sumarnos”, explica.

Aquel domingo, tras varios meses de organización y trabajo, La Lana Urbana cosió las pastillas y formó una especie de mantas de 1,30 metros de altura. Las 10 piezas se ataron a los árboles simulando una especie de caparazón.

“No estás sola”, “Por Eyvi y por todas, “Quien ama no mata, humilla ni maltrata” y “Soy valiente y me amo” son algunos de los mensajes que llenaron la ciclovía de la Av. Arequipa, en el cruce con Juan de Arona, en San Isidro.

Entre ellos, destacó una pieza amarilla con letras rojas que dice “No + acoso”. Soledad, la autora de la obra, dejó unos cuantos hilos sueltos. “Las heridas siempre quedan. A veces no se olvidan”, enfatiza.

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