Los equipos de primera respuesta –es decir, los bomberos, paramédicos, policías, agentes de serenazgo– son la segundas víctimas de los eventos traumáticos como accidentes y crímenes. Sobre todo cuando el desenlace es fatal o los heridos quedan mutilados o con alguna discapacidad. “A veces vas a ver bomberos sentados al lado de su unidad durante la emergencia y no necesariamente es por el desgaste físico, sino por el emocional. Si los bomberos son padres y entre las víctimas hay niños, es peor. Se identifican”, explica el psicólogo Alí Paima, quien también es bombero y atiende, junto a otros cuatro colegas, a los voluntarios de diecinueve compañías de Lima.
“Al estrés de que en sus manos está salvar una vida, se suman los gritos de los curiosos y vecinos que te exigen actuar con rapidez, los insultos de algunas personas y el peligro de que te atropellen, por ejemplo, cuando va a atender una emergencia en la vía pública”, dice Palma. Y después del desastre, no es poco común que desarrollen algún sentimiento de culpa: “¿qué hubiera pasado si hubiera elegido otra ruta?", "¿por qué no me fui por tal calle con menos tráfico?”
El especialista explica que aquellos que atienden emergencias están expuestos a desarrollar algún trastorno por estrés postraumático, que se evidencia por respuestas tanto biológicas como psicológicas. Por ejemplo, la persona puede presentar hipervigilancia. Es decir, que se mantendrá más alerta a cualquier ruido o movimiento.
“También puede tener pensamientos intrusivos o ‘flashbacks’, que le hacen revivir mentalmente el evento traumático, el dolor que sintió, el olor a quemado”, dice Paima. Puede que la persona quiera evitar, además, pasar por el lugar donde ocurrieron los hechos y que tenga cambios en su estado de ánimo: que esté pensativo, apático, que descuide su aseo o su presentación.
“A nivel físico o biológico, hay quienes desarrollan una dificultad para conciliar el sueño, presentan mayor sudoración,o palpitaciones sin haber hecho esfuerzo físico. Asimismo, puede haber aumento o disminución del apetito”, agrega.
Por eso, a nivel nacional el Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú cuenta con 90 psicólogos, quienes brindan acompañamiento a sus colegas durante los eventos y luego los invitan a visitar las oficinas para conversar, si tuvieran la necesidad. A quienes acuden se les brinda una terapia cognitivo conductual. “Se les escucha sin juzgar y se les explica que lo que sucedió no es su culpa, que la vida continúa y que habrá más personas a quienes ayudar”, comenta el psicólogo.
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