Gladys Pereyra Colchado

El mismo día que la Organización Panamericana de la Salud advertía que existe un riesgo real de reintroducción de la poliomielitis en las Américas, el Perú amanecía con un destituido por un grave escándalo de corrupción, mientras casi 350 mil niños no cuentan con las dosis completas de la vacuna contra esa enfermedad.

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En un país que empieza el camino pospandemia, Kelly Portalatino, médica que hasta hace unos días era vocera de Perú Libre, asume un sector golpeado por dos años y medio de COVID-19 y por decisiones que pusieron a la prevención y atención de otras enfermedades en segundo plano. La disminución en la cobertura del esquema regular es un ejemplo, pese al riesgo que supone la reaparición de enfermedades casi erradicadas como la poliomielitis o controladas, como el sarampión, ambas presentes en Brasil.

No es la única amenaza. Si en los últimos meses se han duplicado los casos de dengue y malaria respecto al año pasado, la desatención en la prevención, detección temprana y tratamiento para el cáncer empieza a hacerse notar . “La siguiente pandemia será de cáncer. En estos dos años muchos diagnósticos se dieron de forma tardía y se detectaron cánceres muy avanzados”, advierte Indyra Oropeza, presidenta de Con L de Leucemia y representante del Semáforo Oncológico.

Aunque la Ley Nacional de Cáncer fue reglamentada, Oropeza cuestiona que 11 de las 16 disposiciones complementarias ya se vencieron y no hay fechas tentativas para las demás. El nuevo cambio de ministro los obliga a reiniciar solicitudes de información. “Hemos tenido varias mesas de trabajo y nos dicen que están avanzando, pero seguimos sin ninguna disposición cumplida, mientras el tiempo pasa y el cáncer sigue empeorando. Somos una población de 175 mil pacientes oncológicos en el país, asevera.

Problema de raíz

Si para enfrentar un sector resquebrajado se necesita personal capacitado, las denuncias de corrupción en el entorno del Minsa no son el único indicador de falta de idoneidad.

Oscar Ugarte, exministro de Salud, advierte que hay una gestión ineficiente en el uso de recursos: faltan medicinas en los hospitales, pero el Centro Nacional de Abastecimiento de Recursos Estratégicos no ha ejecutado 800 millones de soles del prepuesto para la compra de medicamentos a dos meses de que termine el año. “No van a lograr realizar las compras que estaba previstas y eso es deficiencia en la gestión de gasto”, sostiene.

Lo mismo ocurre en el Programa Creación de Redes Integradas de Salud, financiado por el Banco Mundial y el BID, para mejorar el primer nivel de atención. “Para este año está previsto la ejecución de 72 millones de soles y solo se ha ejecutado 9 millones. Es el peor fracaso en salud de la gestión de Castillo”, cuestiona.

Josefa Vásquez, decana del Colegio de Enfermeros del Perú, advierte que pese a que ha sido la promesa de varios exministros, el primer de atención no cuenta con infraestructura ni personal suficiente por lo que la tarea de la nueva ministra será garantizar que se ejecute el presupuesto y además se garantice recursos humanos adecuados. Sobre lo segundo, la decana califica de “indigno” que existan 17 mil enfermeras que siguen ganando S/1.500.

Para Eugenia Fernán-Zegarra, adjunta para la Administración Estatal de la Defensoría del Pueblo, sin personal capacitado que trabaje para el bien común y “no para intereses partidarios” se hace difícil lograr una reforma de salud que parta de un trabajo coordinado desde el Minsa con gobiernos regionales y locales.

“Sin un ministerio conducido de manera eficaz y eficiente no van a poder enfrentar la crisis en la política sanitaria”, dice. Al menos hasta ayer, no habían indicios de que la nueva ministra cambiara a alguno de los funcionarios vinculados al cerronismo que hoy ocupan la cúpula del Minsa.