(Foto: El Comercio)
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Angus Laurie

El último miércoles, la comisión de Descentralización del Congreso aprobó un dictamen para que los estacionamientos en los centros comerciales sean gratuitos.

Según la “exposición de motivos” presentada en el proyecto de ley, la modificación “pretende la defensa de los consumidores, frente […] al cobro abusivo del cual somos víctimas”. Y continúa: “El parque automotor ha crecido en Lima de manera exorbitante, es por ello que existe una necesidad apremiante respecto a salvaguardar nuestros vehículos y ponerlos a buen recaudo”.

Por decirlo suavemente, el proyecto de ley está equivocado de muchas maneras. Para empezar, se asocia el creciente parque automotor con una necesidad de generar una mayor oferta de estacionamientos, cuando en realidad lo que lograrían con esto es generar más tráfico, más congestión e incentivar el uso del automóvil privado. La lógica está absolutamente en contra de la buena práctica en el ámbito mundial, donde la tendencia es generar políticas para limitar la oferta de estacionamientos y cobrar por el uso de ellos, como parte de una estrategia de desincentivar el uso del automóvil y promover viajes a pie, en bicicleta o en transporte público.

Por otro lado, el proyecto de ley asume que somos víctimas. ¿Pero a quién se refiere con la palabra ‘nosotros’? Según la última encuesta de Lima Cómo Vamos, solamente 9,4% de personas en Lima utilizan un auto propio como su modo de transporte principal. Entonces, el ‘nosotros’ en dicho proyecto de ley es una pequeña minoría.

Aún más alarmante es el intento del Congreso de acudir en “defensa de los consumidores” que estacionan en los centros comerciales. Esto asume por un lado que el acceso a un estacionamiento es un derecho tal como la educación o la salud. Pero el estacionamiento no es un derecho. El libre tránsito es un derecho. Son temas muy distintos.
Por otro lado, al defender a los consumidores, el proyecto de ley asume que el ‘mall’ o centro comercial tiene un rol público. Sobre el tema del centro comercial, el sociólogo polaco Zygmunt Bauman escribió que “el consumo es un acto absolutamente e irremediablemente individual [...]. No hay nada colectivo en los lugares de consumo colectivo”.

Un centro comercial no puede ser considerado un espacio público ni cívico ni colectivo. Son privados y en muchos casos su diseño (como una gran caja cerrada y rodeada de estacionamientos) significa que tienen un impacto sumamente negativo en la ciudad y el espacio público real. Si el Congreso quiere defendernos a nosotros, los ciudadanos, debe enfocarse en lo que pasa afuera de los ‘malls’ y no adentro, para que el espacio público de la ciudad pueda ofrecer una alternativa atractiva para pasar el tiempo sin depender del consumo.

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