Minsa alista modernización del área de emergencia del hospital Loayza. (Foto: Difusión)
Minsa alista modernización del área de emergencia del hospital Loayza. (Foto: Difusión)
Pedro Ortiz Bisso

Debe tener unos 80 años. Unos lentes oscuros, redondos y enormes ocultan gran parte de su rostro. Aunque su cuerpecito parece perderse en la inmensidad de la silla de ruedas, la energía de su voz desvanece cualquier asomo de fragilidad.

“¡No me voy hasta que me atiendan!”, exige la anciana frente a la sala de emergencias del hospital Angamos. En sus manos sostiene un sobre con unas radiografías. “¡El médico me dijo que apenas tenga las pruebas regresara!”, ha repetido ya varias veces. A su lado, unas 20 personas aguardan desde hace horas a que las llamen para ser atendidas. Una mujer lleva una botella de suero conectada a un brazo; más allá, un hombre consigue asiento mientras se retuerce de dolor; en una esquina, una embarazada pide ver a un ginecólogo.

Entre ellos y los médicos hay una puerta vidriada que un vigilante custodia como si en ello se le fuera la vida. En sus manos lleva un verdadero tesoro: la relación de los pacientes que pugnan por atenderse. Es él quien los llama por sus apellidos, informa si hay médicos o a qué hora llegarán. Es quien da la cara ante la desesperación que crece cada minuto. Es también el parapeto sobre los que se estrellan reclamos e insultos.

“¡Trauma!”, “¡Cirugía!”, gritan en la sala, y el guachimán, que cuando postuló al cargo seguramente pensó que estaba destinado a morir de aburrimiento en una garita friolenta o, de vez en cuando, dar caza a algún ladronzuelo, mira con impostada dureza, nervioso, tratando de disimular su propio desconsuelo.

A causa de un sistema hace años colapsado, se ha convertido en algo para lo que nunca fue preparado: el organizador de un coro de dolientes, en la imagen grotesca del pésimo trato que ofrece la sanidad pública a los enfermos del país.

Quien se ha atendido en un nosocomio del Estado o ha acompañado a alguien a hacerlo, sabe que esto no es ficción. Ocurrió hace pocas mañanas en Miraflores, uno de los distritos más modernos del país, y en un hospital de . No hace falta imaginar qué sucede en dependencias más humildes, donde los recursos son menores y las necesidades más urgentes.

En enero pasado se formó la Comisión de Protección Social, cuyo fin es impulsar la reforma del sistema de salud, previsional, así como el seguro de desempleo.

En los últimos días se han filtrado varios temas en discusión, entre los cuales se encuentra la reducción del aporte que realizan las empresas por cada trabajador a Essalud, del 9% al 5%.

Si bien los especialistas no se ponen de acuerdo al respecto, me atrevo a hacerles una humilde recomendación: antes de decidir, dense una vueltita por un local de Essalud. Vivan la experiencia.

¡Ah! Cuando la anciana preguntó por su turno de atención, el guachimán le dijo que faltaban 21 pacientes. En ese momento se marchó.

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