Desde la sede de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP), el monseñor Miguel Cabrejos, invoca a cesar con los enfrentamientos políticos, los actos discriminatorios y los actos de violencia que se han observado durante la segunda vuelta electoral de las elecciones presidenciales.
El Monseñor considera que en plena celebración del Bicentenario de la independencia del Perú y a puertas del inicio de un nuevo gobierno, es necesario que tanto los políticos como la población dejen atrás los ataques y resentimientos para evitar una nueva crisis.
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—¿Qué tan golpeada llega la democracia del Perú tras cumplirse 200 años de la Independencia?
En el último lustro, la democracia peruana ha ido afectada al haber tenido cuatro presidentes y dos congresos distintos que no han permitido que nuestro país camine hacia el desarrollo integral. Han sido obstáculos para una visión lineal, por decir así, de desarrollo y para la consolidación de nuestra institucionalidad democrática y esto ha impedido hacer frente a la pandemia. El Papa Francisco señala la necesidad de una política con ética, que se adapte al bien común, a velar por las poblaciones vulnerables, a buscar el diálogo, la justicia y la reconciliación, el servicio al prójimo; garantizando los derechos fundamentales de todos. La Iglesia reconoce que una expresión de libertad, de autonomía y responsabilidad social es el proyecto revivir en democracia. La Iglesia cree en la democracia porque es el sistema que mejor tutela los derechos de los ciudadanos. La Iglesia también defiende el derecho que tienen los ciudadanos al manifestarse sobre la situación que vive en el país, sin recurrir a la violencia ni física ni verbal.
—Tras las elecciones, el Perú ha quedado más fragmentado ¿Cuál es la reflexión de la Iglesia sobre estas divisiones?
Quiero empezar con un pensamiento de Dietrich Bonhoeffer, él dice: “El que ama su sueño de la comunidad cristiana más que a la comunidad misma se hará destructor de toda comunidad cristiana aún cuando tenga buenas intenciones”. Si esa frase la cambiamos al mundo político es auténtica. El que ama más su sueño político más que a la patria misma va a terminar destruyéndola, ama su opción personal más que el bien común. Por eso, la Iglesia reafirma el compromiso de buscar la unidad a través de un diálogo sincero creando puentes de comunión y solidaridad para superar las diferencias y superar la polarización. El Perú está partido, está dividido, pero no sacamos nada con defender mi sueño personal en vez del sueño común. Necesitamos crear puentes sinceros de fraternidad y solidaridad. Debemos construir no destruir. Al conmemorar el Bicentenario debemos buscar un nuevo comienzo que incluya a todos y todas para que nadie quede fuera. La Iglesia cree en el bien común, en el progreso integral pero de todos no de unos cuantos excluyendo a otros. Esto puede reventar muy mal. Es un desafío grande superar la polarización en este país.
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—¿Cómo nos reconciliamos después de tantos mensajes racistas y discriminadores?
Primero, el rechazo a esta polarización porque no es bueno. Segundo, tenemos que mirar al futuro, tenemos que construir. Hay una frase que dice así, es un pensamiento de la Iglesia: no hay ningún santo que no haya tenido su pasado y no hay ningún pecador que tenga un futuro. Este pensamiento es importante para reorientar. Bueno, ya sucedió, ya pasó, estamos en el Bicentenario, un nuevo comienzo, y eso es creando puentes auténticos no hipócritas, no falsos de solidaridad y fraternidad. En ese campo tenemos que pensar que debemos defender la vida, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, pero al mismo tiempo el respeto a la dignidad de las personas. No estamos pensando que esa persona sea del color que sea, del tamaño que sea, todos tenemos dignidad, todos somos hijos De Dios, todos somos familia humana.
—¿Cuáles deberían ser las prioridades del gobierno del presidente Pedro Castillo?
Debemos consolidar lo logrado, no es que no se haya hecho nada, se ha hecho, pero hay que consolidar lo avanzado en los programas de vacunación y en los cuidados sanitarios. Todos debemos comprometernos a fortalecer el trabajo colectivo por la salud integral de nuestros pueblos, por la salud de todos. Ciertamente en eso la Iglesia juega un rol importante a través de las obras de labor socia. Debemos seguir avanzando construyendo, sobre todo para los más pobres, las mujeres y los niños.
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—Precisamente en ese aspecto, ¿cree la iglesia que es necesaria una política de género que erradique el machismo y evite los feminicidios?
Primero es necesario el respeto a la mujer. La mujer es maltratada por la propia pareja. Cuando vino el Papa a Trujillo dijo que el Gobierno debe crear leyes a favor de la defensa de la mujer que ayuden a la no violencia contra la mujer, y dentro de eso está el niño. Acciones que prevengan el abuso de niños, el maltrato de niños. Creo que van juntos, por otro lado creo que la Iglesia está dando grandes pasos en la promoción de la mujer. El Papa ha nombrado mujeres en los dicasterios de la Santa Sede. Teniendo en cuenta todo este contexto y el Bicentenario, tenemos que proteger nuestra casa común y me refiero a la creación de nuestro Perú. Nuestra costa, nuestros andes, nuestra Amazonía. Pero además con toda su biodiversidad y con toda su riqueza lingüística de los pueblos originarios, todo eso es nuestra casa común.
—¿Cómo llega la Iglesia Católica a este Bicentenario? ¿Hay alguna autocrítica?
La Iglesia tiene dos brazos, el brazo evangelizador y tiene el brazo social, la doctrina social de la Iglesia. La Biblia te dice: muestra tus obras y te mostraré tu fe. La Iglesia estuvo desde el nacimiento de la República y hoy como ayer reafirmamos la voluntad de la Iglesia presente y proactiva en el nacimiento de la República de seguir trabajando fraternalmente con escucha activa. La polarización es a veces porque no escuchamos, y escuchar no es solo oír, escuchar a las personas, escuchar a los gritos de la sociedad. Ese es nuestro compromiso de seguir trabajando con todos los sectores sociales, no solo con uno. Respetar los derechos de las personas sobre todo el de la mujer y de los niños. El papel de la Iglesia es servir, la evangelización, pero sin olvidar la función social, la persona humana.
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—¿Cuál es el compromiso de la Iglesia con el nuevo gobierno?
La Iglesia fue fundada hace más de dos mil años, ha tenido un gobierno ininterrumpido. Como tal, nosotros no podemos comprometernos con ningún partido político, lo que sí nos comprometemos siempre es con el Perú, con la sociedad y el bien común. Hay que respetar la institucionalidad democrática, pero no nos toca juzgar si está bien o está mal, no es función de la Iglesia.
—¿Pero va a seguir de mediadora ante un gobierno con una fuerte oposición en el Congreso o que pueda irse hacia algún extremo?
La Iglesia siempre buscará construir, será promotora de encuentro, de diálogo, para buscar soluciones que logren un progreso integral, no solo individual. La Iglesia jamás va a renunciar a ser puente, a servir de diálogo sea la situación que sea. En eso está nuestra función, nuestro rol. El servicio a la dignidad humana.
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