Grecia Pillaca fue agredida en el parque Talamantes de San Isidro el 25 de mayo pasado. Su denuncia por lesiones aún es investigada por el Ministerio Público. (Víctor Gonzales / El Comercio)
Jorge Malpartida Tabuchi

“Yo soy rubiecita ojos azules. En cambio, mírate tú cómo eres”. Esta frase se la dijo a la universitaria Grecia Pillaca la mujer que la golpeó e insultó en el parque Talamantes de San Isidro siete meses atrás. Aquella tarde de mayo, la joven salió en defensa de Santa Pacush, una vecina que estaba paseando a su perro en ese espacio público. La mujer agresora, supuestamente ofuscada por los ladridos del animal, primero le lanzó adjetivos racistas a Santa por la bulla que había en el lugar. Luego, la perorata, cargada de odio, se trasladó hacia Grecia, que quiso frenar los ataques. “¿Tú qué te metes, chola inmunda? Lárgate a tu cerro, este es mi parque”, le dijo a la joven.

Después de eso, la mujer le jaló el pelo y le rompió los lentes a Grecia. Ella intentó escapar pero las groserías y golpes en su contra continuaron. Incluso, familiares de la agresora aparecieron en el parque y atacaron también al novio de la joven y a agentes del serenazgo del distrito que acudieron a atender el incidente, según consta en la denuncia policial.

“Nunca había visto una actitud tan violenta. Tenía miedo en ese momento pero no por ello iba a quedarme callada”, cuenta ahora Grecia, sentada en una banca del parque en donde la agredieron.

Este episodio de racismo es uno de los 412 casos registrados, entre el 2013 y 2017, en la web de la campaña alertacontraelracismo.pe del Ministerio de Cultura (Mincul). La cifra parece pequeña tomando en cuenta cuán común es la discriminación racial en la sociedad peruana. Según un adelanto de los resultados de la I Encuesta Nacional sobre Diversidad Cultural y Discriminación Étnico–Racial del Mincul, el 89% de limeños considera que el Perú es un país racista.

Para Carlos Vera, coordinador de Diversidad Cultural y Eliminación de la Discriminación Racial del Mincul, uno de los obstáculos para visibilizar el racismo es que tanto víctimas como victimarios no siempre reconocen su existencia.

“El racismo es un fenómeno doloroso y está presente en nuestras vidas pese a que nos parezca difícil identificarlo. Inconscientemente reproducimos día a día prejuicios y estereotipos con bromas o sobrenombres”, explica Vera.

3.700

personas participaron en la encuesta del Ministerio de Cultura. Los resultados se presentarán en enero.

—Sin protocolos —
Mientras esperaba en la fila para pasar el control de migraciones en el aeropuerto Jorge Chávez, una pasajera le grito “llama de mierda” al artista César Villegas. Según dijo, ella estaba antes que él en la cola. Con calma, Villegas le explicó: “Ante todo señora: buenos días, disculpe, pero yo no la vi cuando vine a hacer fila”. Esta respuesta la tensó más y comenzó a gesticular e insultarlo.

El artista cuenta que lo más traumático fueron las dificultades para denunciar el hecho. Durante más de tres horas Villegas consultó en diferentes áreas del aeropuerto antes de que alguien atendiera su queja. “El personal fue poco empático y me decía que no era su jurisdicción”.

Percy Castillo, adjunto para los Derechos Humanos de la Defensoría del Pueblo, advierte que no existe un protocolo específico para reportar casos de discriminación racial en locales públicos y privados.

“Las personas se resignan y creen que no vale la pena denunciar porque no habrá una sanción”, indica. Según el funcionario, se necesita implementar reglamentos claros y capacitar al personal para que las víctimas no se pierdan en una nebulosa de trámites. 

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