1 / 8 Desde el 2016 hasta la fecha, Gladys Ayala ha elaborado más de 1.900 trajes para niños y adolescentes. (Foto: Nancy Chappell / El Comercio)
2 / 8 Desde el 2016 hasta la fecha, Gladys Ayala ha elaborado más de 1.900 trajes para niños y adolescentes. (Foto: Nancy Chappell / El Comercio)
3 / 8 Desde el 2016 hasta la fecha, Gladys Ayala ha elaborado más de 1.900 trajes para niños y adolescentes. (Foto: Nancy Chappell / El Comercio)
4 / 8 Desde el 2016 hasta la fecha, Gladys Ayala ha elaborado más de 1.900 trajes para niños y adolescentes. (Foto: Nancy Chappell / El Comercio)
5 / 8 Desde el 2016 hasta la fecha, Gladys Ayala ha elaborado más de 1.900 trajes para niños y adolescentes. (Foto: Nancy Chappell / El Comercio)
6 / 8 Desde el 2016 hasta la fecha, Gladys Ayala ha elaborado más de 1.900 trajes para niños y adolescentes. (Foto: Nancy Chappell / El Comercio)
7 / 8 Desde el 2016 hasta la fecha, Gladys Ayala ha elaborado más de 1.900 trajes para niños y adolescentes. (Foto: Nancy Chappell / El Comercio)
8 / 8 Desde el 2016 hasta la fecha, Gladys Ayala ha elaborado más de 1.900 trajes para niños y adolescentes. (Foto: Nancy Chappell / El Comercio)
De lunes a sábado desde las 8 a.m. hasta las 4 p.m., Gladys Ayala, de 62 años, acude a su taller de costura en el Instituto Nacional de Salud del Niño de San Borja (INSN-SB). Allí, entre juguetes y dibujos de animales en las paredes, crea prendas que ayudan a acelerar el proceso de recuperación de los niños quemados.
Toda la ropa la confecciona con licra brasileña. “Es como si el niño usara una faja. La presión que ejerce la tela sobre la piel ayuda a que tenga una adecuada cicatrización y evita que se desarrollen queloides [cicatrices hipertrofiadas]”, explica.
A veces solo debe coser mangas. En otras ocasiones, debe pensar en tenidas completas que incluyan overoles, casaquitas y máscaras. A las prendas más grandes les suele colocar parches del Hombre Araña, Batman, la cerdita Peppa o de algún dibujo animado que esté de moda. Los mismos pacientes los escogen.
Todos los pequeños que pasan por su taller han sufrido quemaduras de segundo o tercer grado en más del 15% del cuerpo. Según cifras del instituto, cada año son internados unos 400 niños por quemaduras graves. El 80% de ellos tuvo un accidente con agua hirviendo. El más pequeño de los niños para los que Gladys ha cosido una prenda tenía 2 meses cuando llegó al INSN-SB.
Más datos
► Atención Integral: En el INSN-SB, además del tratamiento médico y las intervenciones quirúrgicas, los pacientes que sufren quemaduras reciben acompañamiento psicológico y terapias de rehabilitación.
► Riesgo: Los casos que se atienden de menores heridos por el fuego aumentan en 20% en Navidad y Año Nuevo debido al uso de pirotécnicos.
—Sin costo—
Georgette, de 5 años, estaba en casa de su bisabuela, en Áncash, cuando una olla se volteó sobre ella. Eso fue el año pasado. Hace ocho meses fue derivada al INSN-SB. Gladys le cosió un overol y una chaqueta. Esta semana la niña volverá a su pueblo. Así que su madre la ha llevado donde Gladys para recoger un segundo overol. La nena abraza a la mujer. Luego, curiosea entre plumones y papeles para pintar.
Para su madre sería imposible comprar esta ropa en otros lugares. “Solo unos guantes de material elástico pueden costar hasta S/100 en centros privados. Un pantalón para un niño de 8 años, S/300 o S/350”, señala.
En el INSN-SB aseguran que todos los niños que se atienden por el SIS reciben las prendas que hace Gladys de manera gratuita. Los que vienen de provincias, que son cerca del 90% de los pacientes quemados de este centro, usualmente se llevan dos. Los bebes, que crecen rápido, también requieren más ropa.
Gladys se ha dedicado por más de tres décadas a la confección. Antes de abrir el taller, cosía, principalmente, disfraces para personas de todas las edades. Desde marzo del 2016, cuando llegó al INSN-SB, hasta la fecha ha elaborado más de 1.900 prendas para niños y adolescentes.
“Cuando les tomo la medida a los jovencitos, es difícil. Se ven y se deprimen. ‘Mejor me muero’, me dicen. Trato de animarlos. Hay un equipo de psicólogos que los acompaña también. Y conforme se van recuperando, ¡qué lindo es verlos!”, dice.
