Un arzobispo emérito, tres sacerdotes, cinco laicos consagrados y un periodista han sido expulsados del Sodalicio de Vida Cristiana (SVC) como parte de la investigación que ordenó el papa Francisco a la misión especial integrada por Charles Scicluna, arzobispo de Malta, y el sacerdote español Jordi Bertomeu, miembros del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, congregación cuyos orígenes se remontan a la antigua Inquisición.
La decisión del papa, comunicada ayer por la Conferencia Episcopal Peruana, alcanza al exsuperior general del SVC Eduardo Antonio Regal Villa (quien reemplazó a Figari en dicho cargo desde el 2011), al Arzobispo Emérito de Piura Mons. José Antonio Eguren Anselmi, los exsuperiores Regionales Rvdo. Rafael Alberto Ismodes Cascón y el Rvdo. Erwin Augusto Scheuch Pool; los exformadores Humberto Carlos Del Castillo Drago, Oscar Adolfo Tokumura Tokumura y el Rvdo. Daniel Alfonso Cardó Soria, los exmiembros incorporados Ricardo Adolfo Trenemann Young y Miguel Arturo Salazar Steiger, así como al periodista Alejandro Bermudez Rosell, ex director del medio especializado ACI prensa.
Se trata de miembros de la cúpula del Sodalicio allegados a Luis Fernando Figari, expulsado también en agosto pasado de la organización que fundó en 1971 y que desde hace más de 20 años ha sido vinculada a graves casos de abuso sexual, físico y psicológico contra sus miembros, muchos de ellos menores de edad.
La expulsión se sustenta en el “escándalo producido por el número y la gravedad de los abusos denunciados por las víctimas, particularmente contrarias a las enseñanzas del evangelio de la Iglesia Católica”, de acuerdo con la Nunciatura Apostólica en el Perú.
Dichos abusos, que van desde el sadismo hasta el hackeo de comunicaciones, se agrupan en seis casos: 1) abuso físico, incluso con sadismo y violencia; 2) abuso de conciencia, con métodos sectarios para quebrar la voluntad de los subordinados; 3) abuso espiritual, con instrumentalización en el furo externo de la información obtenida en el fuero interno no sacramental o dirección espiritual: 4) abuso de cargo y de autoridad, con episodios de hackeo de comunicaciones y acoso en el lugar de trabajo así como encubrimiento de los delitos cometidos en el seno de la institución; 5) abuso en la administración de bienes eclesiásticos y 6) abuso en el ejercicio del apostolado del periodismo.
Véronique Lecaros, docente y jefa del Departamento de Teología de la PUCP, explica que la sanción, aunque es la más alta que se puede aplicar contra un miembro del Sodalicio, no cambia su situación clerical. “Si es un sacerdote seguirá siendo sacerdote porque esta expulsión no es del estado clerical. Si es laico lo seguirá siendo. Son dos cosas distintas. Lo que sí implica es que, como eran cúpula de los sodálites con peso en la organización y cercanos a Figari, podrían ser expulsados del estado clerical en algún momento por abusos o encubrimiento”, indica a El Comercio.
Impacto y futuro
La expulsión de los altos cargos del Sodalicio -y del mismo Figari- es consecuencia directa de la intervención de la misión Scicluna-Bertomeu, realizada entre julio y agosto del año pasado. Aunque en el 2017 la misma organización católica reconoció abusos sexuales, físicos y psicológicos perpetrados por Figari y los ex Sodálites Germán Doig Klinge (fallecido), Virgilio Levaggi Vega y Jeffery Daniels Valderrama contra 19 menores y 10 adultos, fue la primera vez que el papa ordenaba una pesquisa exhaustiva a su equipo más confiable en investigaciones por delitos en la iglesia.
Para el periodista Pedro Salinas, cuyo libro en coautoría con la periodista Paola Ugaz “Mitad monjes, mitad soldados” (2015) recogió treinta crudos testimonios de abusos sexuales, físicos y psicológicos en el SCV, se trata de una hito en la búsqueda de justicia para las víctimas.
“Hoy es un día histórico, memorable y luminoso para la mayoría de sobrevivientes de esta institución sectaria. El pronunciamiento del Vaticano expresa que el Sodalicio es una secta y que los abusos sexuales son consecuencia del abuso físico, espiritual, de conciencia, de los métodos sectarios para quebrar la voluntad de los adeptos. El hackeo de las comunicaciones estaba en la denuncia que archivó en su momento la fiscal María del Pilar Peralta Ramírez”, indicó a El Comercio.
Con él coincide Ugaz y añade que también se respalda al trabajo periodístico que destapó la magnitud de las vejaciones y que ha sido blanco de persecuciones legales. “El vaticano confirma el sadismo, el abuso. Los formadores les daban de comer ají crudo por siete días a los aspirantes, les daban siete patadas en el estómago por la mañana. Como periodistas también hemos vivido una persecución enorme, recién me acabo de enterar que en agosto del 2023 una jueza aprobó levantarme las comunicaciones sin avisarme a mí o mi abogado”, explicó.
Si bien las expulsiones pueden significar un paso para la reparación de las víctimas, muchas han pedido desde hace años el cierre definitivo de esta organización. Por ejemplo, José Enrique Escardó, la primera persona que, en el año 2000, reveló los abusos que se vivía dentro de la organización y el modo de operar del Sodalicio, considera que hace falta que sean investigados por la justicia civil. “Que hayan sido expulsados no significa que se haya hecho justicia. Ni de cerca. Cuando los denunciados sean puestos en manos de la justicia civil, se les sentencie y se repare a las víctimas, recién podemos empezar a usar esa palabra tan manoseada en el caso Sodalicio”, dijo en su cuenta X.
🧵Dos de los expulsados del #Sodalicio figuran en mis denuncias del año 2000. El obispo José Antonio Eguren, entonces sacerdote, y Miguel Salazar, quien fue superior de las casas de San Bartolo y Chincha, donde viví. Ambos me agredieron física y psicológicamente.
— 𝔧𝔢𝔢𝔰𝔵𝔬𝔯𝔠𝔦𝔰𝔪𝔬 (@JEESxorcismo) September 26, 2024
Pero...👇🏻
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¿Es posible la disolución? Véronique Lecaros considera que la meta debe ser evitar que se repitan los abusos ampliamente documentados. “La pregunta es si una organización que ha nacido con un fundador perverso rodeado de gente perversa puede ser una congregación espiritualmente viable que aporte a sus miembros. Entre los sodálites hay gente bien intencionada y comprometida eso debe mencionarse, el tema es que si ha nacido con vejaciones y abusos, no necesariamente sexuales, pero sí humillaciones, se pueda cambiar. Esa es la única pregunta que hay que hacerse. Si no, puede ser la disolución”, dijo a este Diario.
La doctora en teología considera que una alternativa podría ser la disolución seguida de una reformulación desde sus cimientos. “Que haya un grupo sano que vuelva a formar otra comunidad. Eso quizá no sea tan sencillo, pero el tema es que tiene que ser una comunidad sana”, añadió.
Salinas y Ugaz, sin embargo, creen que el camino que está trazando el Vaticano terminaría con el cierre. Prueba de ello, indicaron, es que antes de las expulsiones hubo otras acciones que implican un cambio profundo en la organización, como la salida del obispo español José Rodríguez Carballo, quien era secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, y la renuncia de José Antonio Eguren al arzobispado de Piura y Tumbes.
“He visto una evolución en la investigación de la misión Scicluna-Bertomeu y en las decisiones que ha ido tomando el papa Francisco en los tiempos de la iglesia, que son lentos. Creo que esta es un primera primera purga porque no aparecen nombres como del sacerdote Jaime Baertl o Jose Ambrozic. El escenario ideal es que termine en el cierre del Sodalicio y sus tentáculos como el Movimiento de Vida Cristiana, las Siervas del Plan de Dios y las Fraternas”, puntualizó Salinas.