Hay una sensación que comparte la mayoría de testigos que se presentó ante la comisión especial enviada por el papa Francisco para investigar al Sodalicio: haber sido escuchados.
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Aunque las denuncias por abusos cometidos dentro la organización religiosa fundada por Luis Figari empezaron en el año 2000 y el libro que reúne 30 testimonios de víctimas [Mitad monjes, mitad soldados] se publicó hace 8 años, fue la primera vez que un equipo del Vaticano especializado en delitos de abusos en la iglesia católica recibió a víctimas, investigadores e involucrados en casos violencia sexual, física, psicológica y persecución legal.
Durante cinco días, del 25 al 30 de julio, la misión integrada por el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, y el sacerdote español Jordi Bertomeu se reunió en Lima con al menos una veintena de personas para escuchar sus historias de abusos y despojo de tierras. También fue la primera vez que los principales directivos del Sodalicio de Vida Cristiana (SCV, por sus siglas en latín) fueron interpelados por estos casos.
Si bien el ser escuchados, para muchos por primera vez, ha brindado un alivio temporal a los denunciantes, la siguiente pregunta es si el resultado valdrá la pena. Se espera que la misión Scicluna-Bertomeu realice un informe que será entregado al papa Francisco en entre uno y tres meses. Según fuentes de este Diario, para fin de año se conocería el resultado.
"Se espera que la misión Scicluna-Bertomeu realice un informe que será entregado al papa Francisco en entre uno y tres meses"
La expectativa positiva no es gratuita. Tanto Scilcuna como Bertomeu han trabajado antes en casos emblemáticos de pederastía clerical. En el 2018, ambos se unieron por primera vez, por orden del papa, para indagar los encubrimientos de la iglesia católica de Chile ante los múltiples abusos cometidos por el sacerdote Fernando Karadima. Marcial Sánchez Gaete, presidente de la Sociedad de Historia de la Iglesia en Chile, explica a este Diario que el resultado del informe provocó la renuncia de todos los obispos de la conferencia episcopal de dicho país. No solo se evidenció encubrimiento en el caso Karadima sino que había miles de víctimas por abusos de distintos tipos. En la primera visita, la comisión recogió 2.300 fojas de denuncias y en la segunda, 3.000. “El papa llamó a la conferencia episcopal y les dijo que en Chile hubo abuso de consciencia, poder y sexual y que ellos son cómplices. Más aún dice que han quemado antecedentes. Todos presentaron su renuncia”, indica.
Para Sánchez, lo que ocurrió en su país fue una especie de “laboratorio” en el que por primera vez se planteó que no se trataba de abusos clericales aislados sino sistemáticos. “Las expectativas fueron muchas, las víctimas pensaron que se iban a solucionar los problemas, pero no fue así. Se esperaban resultados inmediatos, pero hubo descontento en el tiempo porque estos casos eran lentos, muchos quedaron ahí”, añade.
Con estos antecedentes, sin embargo, el especialista considera que en el caso Sodalicio puede haber cambios más inmediatos debido a que se trata de solo una congregación -sin descartar que surjan otras posteriores- con denuncias bien documentadas. Lo que piden muchas víctimas es el cierre de esta organización.
“Las expectativas fueron muchas, las víctimas pensaron que se iban a solucionar los problemas, pero no fue así"
“Tenemos mucha esperanza porque al fin hemos sido escuchados, pero queremos justicia, mi esposo murió hace 12 años y todo sigue impune”, dice Fiorella Martinez, viuda de Guadalupe Zapata Sosa, el comunero de Piura que en el 2011 falleció de un balazo al por intentar defender su tierra de una empresa vinculada al SCV, caso que ha sido incluido en las investigaciones
Cinco días de investigación
Las entrevistas de la misión Scicluna- Bertomeu, realizadas en la sede de la Nunciatura Apostólica, iniciaron el martes de la semana pasada con Pedro Salinas y Paola Ugaz, los periodistas que publicaron el libro “Mitad monjes, mitad soldados” en el año 2015 y desde entonces son blanco de decenas de querellas y denuncias en su contra. Ese mismo día, acudió la congresista Susel Paredes, quien rescató el informe realizado en el 2019 por una comisión especial del Congreso sobre abusos en organizaciones, que incluye el caso Sodalicio.
“Hay una sensación positiva porque ambos llegaron con bastante conocimiento de los casos y del país. Han investigado, sabían quiénes eran y no llegaron de cero. Lo que querían eran los detalles, escuchar”, dijo Ugaz sobre el encuentro.
Al día siguiente, fue el turno de la cúpula del SCV integrada por Jaime Baertl, Juan Carlos Len Alvarez, Jose Ambrozic y Carlos Neuenschwander Sahurie. A su salida de la reunión, solo Baertl declaró al medio digital La Mula y aseguró que harán “lo que el papa decida”.
Para el jueves, se presentaron seis comuneros de Catacaos, miembros de la comunidad campesina San Juan Bautista, que denuncian el despojo de sus territorios por parte de empresas vinculadas al SCV. Desde el 2012, 39 comuneros que defienden sus tierras han sido denunciados por supuestos delitos que van desde usurpación hasta terrorismo.
“La reunión duró dos horas y media. La impresión ha sido positiva, los comuneros han salido con una suerte de esperanza porque sienten que por fin han sido escuchados por la iglesia. Así como se ha pedido reparaciones para las víctimas de abusos sexuales, se ha pedido también para quienes han sufrido persecuciones por sus tierras”, explica a este Diario Carlos Rodríguez, de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.
Para el viernes 28 de julio, durante el feriado por Fiestas Patrias, fue recibido el periodista Daniel Yovera, blanco de querellas por su investigación por presunto tráfico de tierras en Piura; Martín y Vicente López de Romaña, hermanos que denunciaron haber sido víctimas de abusos cuando eran parte del Sodalicio, y el excongresista Alberto De Belaunde, quien fue presidente de la comisión parlamentaria sobre abusos en dicha organización.
El último día de trabajo en Lima, el sábado 30 de julio, fue el turno del presidente de la Conferencia Episcopal de Lima, monseñor Miguel Cabrejos; el arzobispo de Lima, monseñor Carlos Castillo, y José Enrique Escardó, la primera persona que, en el año 2000, reveló los abusos que se vivía dentro de la organización y el modo de operar del Sodalicio.
“Su modus operandi institucional, basado en el clericalismo y la misoginia, ha propiciado el abuso en escalas monstruosas, ha encubierto y trasladado a los culpables por décadas, ha sido la causa de la impunidad, ha destruido miles de vidas inocentes, ha llevado a una muerte prematura a miles de víctimas y a morir en vida a millones más”, escribió Escardó en un documento que hizo público en su cuenta de Twitter a su salida de la reunión. En él, pide acciones inmediatas para sancionar a los responsables de abusos y el cierre del Sodalicio.
"Su modus operandi institucional ha propiciado el abuso en escalas monstruosas, ha encubierto y trasladado a los culpables por décadas"
Estas no fueron las únicas reuniones. Ugaz indica que durante los cinco días que duró la misión acudieron varios otros testigos que mantienen su nombre en reserva. “Fueron en horarios no anunciados, muchos son víctimas de abuso sexual”, indica.
Con toda esta información, el sábado oficialmente terminó la visita de la misión. La despedida simbólica fue al día siguiente, cuando Jordi Bertomeu, el segundo pilar de la misión que forma parte Dicasterio para la Doctrina de la Fe, cuyos orígenes se remontan a la antigua Inquisición, concelebró la misa de domingo junto a monseñor Castillo en la catedral de Lima.