Gladys Pereyra Colchado

Más de 90 días después del que provocó el desastre ambiental más grande de Lima, informó el último lunes que culminó las acciones de primera respuesta en 28 playas afectadas por el crudo.

“Esto significa que han sido declaradas limpias y listas para el monitoreo respectivo y en espera de la conformidad por parte de la autoridad”, señaló la empresa española en un comunicado. Lo cierto es que la declaración de limpieza le corresponde al Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) que, según confirmó a El Comercio, se encuentra en proceso de toma de muestras de cada una de las playas para verificar su estado. Los resultados de esta evaluación de laboratorio se conocerían este mes.

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Mientras esto se define, los bañistas han regresado a playas como Costa Azul y Bahía Blanca, en Ventanilla, o Pocitos de Ancón, pese a que mantienen la , de acuerdo con la última inspección realizada por la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa) el viernes 8 de abril. Este Diario comprobó que no hay personal que advierta a las familias sobre el riesgo a la salud que implica ingresar al mar contaminado.

La evaluación de la Digesa mantiene en esta condición a 25 playas de seis distritos del departamento de Lima y el Callao, desde el Ventanilla hasta Chancay.

Se estima que el 15 de enero se vertieron al mar al menos 11.900 barriles de petróleo (1′892.100 litros) en el terminal multiboyas N° 2 de la refinería La Pampilla, de Repsol. Debido a deficiencias en la contención oportuna del crudo, denunciadas por el Ministerio del Ambiente (Minam), la contaminación abarcó más de 1.400 hectáreas de mar y tierra, así como más de 500 hectáreas de reservas de fauna marina en áreas naturales protegidas.

Daño profundo

Para el biólogo Juan Carlos Riveros, director científico de Oceana, lo urgente es asegurar que, más allá de la limpieza superficial de la arena, no existan restos del hidrocarburo en la columna de agua, el fondo del mar y en la fauna marina. Según dijo a este Diario, en una inspección realizada el 8 de abril junto a pescadores en Chancay encontraron “residuos oleosos a apenas 30 y 40 cm de profundidad y fuerte olor a petróleo”.

El Comercio comprobó ayer que las rocas en las playas Cavero de Ventanilla y Pocitos mantienen una película oleosa en sus superficies.

“Hay zonas de difícil acceso en Pasamayo [a unos 20 kilómetros de la zona de origen del derrame] donde no han ingresado. Lo más probable es que esas zonas queden como pasivo ambiental y que las nutrias y otros animales que vivían ahí no vuelvan. Eso es el daño real”, agregó.

El derrame de petróleo de La Pampilla avanzó hasta Chancay, a unos 40 km de distancia de la zona del incidente. Esta foto fue tomada el 24 de enero, a una semana de lo ocurrido.
El derrame de petróleo de La Pampilla avanzó hasta Chancay, a unos 40 km de distancia de la zona del incidente. Esta foto fue tomada el 24 de enero, a una semana de lo ocurrido.
/ JORGE CERDAN

Sobre Pasamayo, Repsol indicó que en los acanillados, franjas costeras estrechas y peñas rocosas mantienen “un permanente monitoreo y vigilancia desde el mar para recuperar cantidades pequeñas de petróleo que pudieran desprenderse por el oleaje y las mareas”.

De acuerdo con el especialista, incluso si se llegan a retirar todos los restos de hidrocarburo, hay daño que no podrá ser revertido. “Una biodiversidad costera en la zona intermareal, con las conchitas y algas de hace 90 días, es muy poco probable que volvamos a tener porque estos son procesos que ocurren en contextos históricos”, explicó. De todas formas, considera necesario que se haga público el plan de remediación que Repsol presentará a OEFA y que se realice un monitoreo a largo plazo sobre las condiciones de los recursos hidrobiológicos y la salud de las poblaciones costeras impactadas directamente.

"Lo más probable es que esas zonas queden como pasivo ambiental y que las nutrias y otros animales que vivían ahí no vuelvan. Eso es el daño real"

Juan Carlos Riveros , director científico de Oceana.

Esta fue una de las recomendaciones que brindó el equipo de expertos de las Naciones Unidas que en febrero pasado llegó al país para evaluar el impacto del derrame. “La contaminación de las zonas costeras y del lecho marino podría tener un efecto negativo de largo plazo en especies como mariscos o conchas. Considerando este y otros factores de riesgo, es necesario implementar un plan de monitoreo ambiental que permita determinar el momento en el cual sea saludable abrir las playas y consumir los productos marinos”, indicaron en un .

Respecto a la supervisión, Riveros considera que el Miman y OEFA no han sido lo suficiente eficaces para identificar prácticas irregulares en los trabajos de limpieza de playas contaminadas.

“Nos preocupa cómo va a reaccionar el Gobierno a este nuevo reto [la etapa de remediación]. La limpieza es algo básico que no requiere mucha ciencia, pero se han demorado 13 semanas en darse cuenta que Repsol estaba mezclando arena limpia con sucia, señaló Riveros en referencia al comunicado emitido por OEFA la semana pasada en el que exigían a la empresa cesar las acciones de mezcla de arena impregnada con petróleo crudo con arena limpia en la zona supramareal de la playa San Gaspar, ubicada en el Serpentín de Pasamayo, distrito de Aucallama, provincia de Huaral, departamento de Lima; la cual es utilizada como metodología de limpieza en la playa.

Hasta el momento, OEFA ha impuesto cinco multas coercitivas a La Pampilla por un monto total de 2′300.00 soles debido a que no cumplieron con identificar a tiempo las zonas afectadas por el derrame, no cumplieron con los plazos dados para limpieza, contención y recuperación de hidrocarburos.

Asimismo, se han iniciado cinco procedimientos administrativos sancionadores contra Refinería La Pampilla S.A.A. de Repsol, “cuyas multas podrían superar los 92 millones de soles”.