Cuando las autoridades del aeropuerto Jorge Chávez descubrieron que Hugo Conings, ciudadano belga, llevaba en su maleta 20 aves de la selva alta del Perú, este salió con la excusa de que eran un regalo para un familiar. Las pobres aves habían sido depositadas en pequeñas cajas dentro de un equipaje sin ventilación, que iba a ser enviado a la bodega del avión. Iban a tener que soportar un viaje de más de diez horas a Madrid, España, en esas condiciones. Luego, se sospecha, un segundo periplo a Francia, hacia donde el sujeto ya tenía comprado un pasaje.
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Conings juró que no sabía que era un delito comprar fauna silvestre y llevársela a escondidas del país. Dijo que un extraño le había ofrecido los animales en la calle, que él lo había seguido a su casa y habían hecho la transacción. Aunque no pudo detallar cómo se había dado esa interacción dado que él no maneja el español y el habla francesa no está tan extendida en el Perú. De hecho, durante el interrogatorio necesitó la intervención de un traductor.
“Dentro de las investigaciones vemos que no es la primera vez que viene al Perú. Durante el 2018 y el 2019, vino unas diez veces”, dice Pilar Ayala, especialista en fauna silvestre del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor). La mayoría de esos fueron de estadías cortas. De acá partió siempre con destino a España o Tailandia.
“No tiene familia acá. El sujeto dice que venía a Perú por unos negocios de plantas", cuenta Ayala. Pero cuando la policía le pidió detalles sobre esos negocios contestó que se trataba más bien de proyectos.
Conings se encuentra bajo la custodia de su consulado. No podrá abandonar el país mientras duren las investigaciones.
Mientras tanto, las aves han sido llevadas al Parque de las Leyendas, donde serán rehabilitadas. Luego, Serfor evaluará si es posible que cada una retorne a su hábitat.
- Dinero bañado en sangre -
Según la Interpol, el tráfico ilegal de vida silvestre mueve alrededor de US$23.000 millones en el mundo. Se le considera uno de los delitos más lucrativos y supone una de las principales causas de la pérdida de la biodiversidad.
“Solo el 10% de los animales capturados llega al destino final”, indica Ayala. Ya sea porque a caza es muy agresiva o porque las condiciones del transporte son precarias, la mayoría de los animales capturados perece. Otros no aguantan las nuevas condiciones climáticas a las que son expuestos.
Según Serfor, en el Perú existen 318 especies amenazadas por el tráfico de animales. Entre el 2000 y el 2017 se decomisó 79.025 animales silvestres vivos y, de ese total, casi 18.000 pertenecían a 11 especies en peligro crítico.
Las más afectadas fueron las aves exóticas, que en el mercado nacional y en Europa son muy demandadas como mascotas. “Los loros de cabeza rojo, principalmente, porque los compradores piensan que podrán enseñarles a hablar. Pero no todos los loros tienen esa facilidad para imitar sonidos”, explica la especialista de Serfor.
Los guacamayos, pihuichos y botones de oro también sufren mucho a causa del tráfico. Por sus colores, dice Ayala, son muy solicitados en Europa.
Después de estas aves, los más demandados en el mercado ilegal fueron los monos fraile, choro y tití.
Aunque el año pasado, de los 2.037 animales vivos rescatados por la institución, 1.355 eran ranas nativas de los andes, las Telmatobius sp, que iban a ser vendidas en el mercado nacional (aunque también ha aumentado la demanda de anfibios en Asia).
“Alrededor de la cultura chamanística hay creencias sobre las propiedades de los animales y se ha difundido el consumo de caldos de ranas para curar algunas males, aunque no haya fundamentos científicos. Esto no solo altera los ecosistemas. Al retirar a una especie endémica de su hábitat natural se puede propiciar un riesgo de zoonosis”, dice Ayala.
Durante el 2019 rescataron también monos capuchinos, iguanas y tortugas motelo. Asimismo, arañas y murciélagos que iban a acabar como “piezas de arte”. “Hay coleccionistas que usan las arañas para la elaboración de cuadros. En el caso de los murciélagos, sabemos que son solicitados por museos de fuera”, cuenta.
Otros impulsadores del tráfico de fauna silvestre, dice el Ministerio del Ambiente (Minam), provienen de la industria ilegal de cuero, pieles y fibra; y de la industria biomédica. “Los principales centros donde se concentra la oferta ilegal de fauna silvestre en el Perú son los mercados, aunque existen tendencias globales hacia la migración al comercio electrónico”, dice la entidad.
El año pasado, se decomisó también cargamentos importantes de animales disecados. En octubre, por ejemplo, las autoridades del puerto encontraron 12,3 millones de caballitos de mar, especie en peligro de extinción, que iban a venderse por US$6 millones en el continente asiático. “Sólo en el año 2019, los eventos de decomiso ilegal de caballito de mar y rana gigante del Lago Titicaca han superado en cantidad a todos los registros de decomisos de fauna silvestre vertebrada del lapso 2007-2012”, indica el Minam.
Sanciones
Por ley, el tráfico de fauna silvestre es un delito castigado con cárcel y el pago de multas que van desde 0,1 hasta 5.000 UITs; es decir, hasta S/21′500.000. La severidad de la sanción dependerá de:
- La gravedad de los daños generados.
- Los beneficios económicos obtenidos por el infractor.
- Los costos evitados por el infractor
- Los costos administrativos para la imposición de la sanción
- La afectación de la especie y si esta se encuentra catalogada como amenazada o en peligro de extinción
- La función que cumple en la regeneración de la especie
- La conducta procesal del infractor.
- La reincidencia
- La subsanación voluntaria por parte del infractor
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