La pregunta se escucha en distintos ámbitos, desde las altas esferas de la política hasta el ciudadano de a pie, en despachos públicos, oficinas o en la calle y es válido ensayar una respuesta.
Quizá podamos comenzar por las causas, porqué se van y porqué vienen al Perú. Nunca hubo en el continente americano un desplazamiento de personas tan numeroso en tan poco tiempo, como el de Venezuela. Hablamos de 4,5 millones de personas.
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Dejan su país debido al colapso económico, a la falta de soluciones a la crisis, las medicinas que brillan por su ausencia y la pobreza extrema en la que vive 90% de la población. También huyen ante las violaciones de derechos humanos y la persecución, según la Agencia de la ONU para los Derechos Humanos.
Huir es doloroso, dejar atrás padres, hijos, su hogar, sus pertenencias. No es algo que uno haría si no fuese por necesidad. Y regresar, por ahora, no es opción. Como dicen los venezolanos, “no queda más que darle hacia adelante”.
Llegan a Colombia, Ecuador, Perú o Chile. Vienen porque necesitan seguir viviendo, para que sus hijos puedan tener un futuro. Vienen en búsqueda de seguridad, libertad y también para enviar algo de dinero a quienes no han podido salir.
Perú ha recibido 860.000 venezolanos, una cuarta parte de los peruanos que salieron. Ello representa 2,7% de la población del país. Los números muestran que no es una “invasión”. Por el contrario, países con altos estándares de desarrollo reciben números más elevados de refugiados y migrantes. Estados Unidos tiene 14,3% de población extranjera, Alemania 12%, Canadá 21%, Costa Rica 9% y Argentina 5%.
Se trata de generar políticas inteligentes para aprovechar el talento de quienes vienen, orientar sus conocimientos y capacidades para fortalecer el desarrollo del país. Incorporar el potencial humano, aumentar la competitividad y el consumo interno son una oportunidad única que debe ser canalizada.
Vivimos en un mundo donde los países no pueden darse el lujo de encerrarse en sí mismos. Cada vez más nos integramos en un mercado global competitivo, diverso y complejo, donde la diversidad de personas, gustos y opiniones son ventajas comparativas, donde lo disruptivo puede hacer la diferencia.
Son muchos, pero podemos recibirlos si trabajemos entre todos, gobierno, sociedad civil y organismos internacionales, en políticas de integración. Orientar los flujos de personas desplazadas hacia regiones que necesitan mano de obra calificada, validar títulos profesionales, documentar a los refugiados y migrantes para facilitar su inclusión y revitalizar el tesoro de la mistura cultural peruana que se disfruta en su gastronomía.
Hoy vemos a miles de venezolanos que aportan al Perú con su trabajo, haciendo delivery, brindando atención médica, o incluso representando al país, como el caso de Yuliana Bolivar, la judoka venezolana-peruana que obtuvo una valiosa medalla para el Perú en los Panamericanos.
La crisis de Venezuela finalizará, pero Perú podrá tener un lugar en la historia como uno de los principales países en recibir de manera solidaria a quienes no tuvieron otra alternativa que huir. Tomemos el desafío como oportunidad y mostrémosle al mundo de lo que Perú es capaz.
*Federico Agusti es representante en el Perú del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
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