Caminar solo tres cuadras por el jirón Ucayali, en el Centro Histórico de Lima, bajo el sol del mediodía es una tarea sofocante. Las altas temperaturas que se registran en la ciudad obligan a los peatones a transitar pegados a los edificios buscando un poco de sombra. Otros, más agotados, se ocultan bajo las sombrillas de los vendedores ambulantes o entran a las tiendas para refrescarse con el aire acondicionado.
La arquitecta Rocío Yancce asegura que la sensación de calor puede aumentar en zonas con muchas edificaciones debido a que el pavimento o el concreto de los edificios “retienen el calor y lo reflejan”.
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El calor no es el único peligro para los peatones. Tania Ita, de la Dirección General de Meteorología del Senamhi, explica que al rebotar los rayos de sol, también lo hace la radiación, se trata del efecto albedo. “Hay superficies que, dependiendo de la textura y del color, pueden reflejar una cantidad similar a la radiación solar directa”, indica.
El concreto, por ejemplo, puede reflejar hasta un 25% de la radiación solar; mientras que el ladrillo entre 20% y 50%.
—Déficit—
Fernando Bulnes, docente de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional Agraria La Molina (Unalm), asegura que una solución simple y efectiva para reducir el calor es plantar árboles.
“A diferencia de una vereda o si permaneces debajo de los paraderos –con techo de plástico– que se calientan bajo el sol, el grass debajo de la sombra de un árbol nunca estará caliente. Esto se da gracias a su efecto termorregulador”, explica el ingeniero.
La copa de un árbol, añade Bulnes, no solo genera corrientes de aire que disipan el calor, sino que utiliza la energía proveniente del sol en sus propios procesos naturales. Sin embargo, en algunas avenidas del Centro de Lima, como Abancay, Lampa o Tacna, los pocos árboles que quedan sirven como basureros o hasta urinarios.
Según el alcalde de Lima, Jorge Muñoz, existe un déficit de 90% de árboles en la ciudad. “Actualmente, hay un árbol por cada 31 limeños, cuando lo ideal sería un árbol por cada tres habitantes”, indica.
Esa cifra es la estimada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para respirar un mejor aire en las ciudades, explica. Además, estima un mínimo de entre 10 y 15 metros cuadrados de zona verde por habitante.
El urbanista Angus Laurie asegura que en 1994 se emitió una ordenanza que prohibía los árboles en vías que no hayan sido ensanchadas en el Centro Histórico de Lima. Según explica, esto dio paso al retiro de varias especies.
“En Santiago, una de las ciudades hermanas de Lima, existen árboles en el Centro Histórico sin problema de que tapen algunos edificios. Acá tenemos una idea muy equivocada de qué cosa es el patrimonio y de cómo lo concebimos”, dice.
Pero los árboles no sirven únicamente como protección durante el verano. Algunas especies ayudan a reducir la contaminación o el ruido en avenidas muy congestionadas.
—Soluciones—
Si bien las diferentes especies de árboles pueden tener un rol en la ciudad, se deben tomar en cuenta criterios importantes antes de plantarlos, indica Celler Carbajal, presidente de la Asociación Peruana de Arboricultura y Forestería. El experto sostiene que algunas gestiones municipales anteriores decidieron plantar árboles de crecimiento rápido, como las palmeras, para ofrecer una ilusión de “más verde” a la ciudad, pero sin tomar en cuenta el rol que pueden tener.
“Todos los árboles son importantes, pero depende de dónde estarán, si tienen el espacio necesario, si podrán soportar el clima, y así otros factores. Solo en buenas condiciones serán capaces de cumplir su finalidad”, asegura el especialista.
Para Bulnes, una solución que evite poner en riesgo la estructura sería colocar maceteros que puedan soportar árboles pequeños, pero que brinden sombra. “Se convertiría en un lugar más agradable y otorgaría sombra que proteja a los transeúntes en el verano. Esta idea se puede repetir en calles del Centro Histórico”, afirma.
El ingeniero advierte además que antes de seleccionar una especie se debe tener en cuenta el agua que esta requiere durante su crecimiento. “No olvidemos que estamos en un desierto y debemos cuidar el agua. Se deben implementar sistemas de riego tecnificados”, dice.