JOSÉ MIGUEL SILVA (@jomisilvamerino)
Trescientos treinta y cuatro peruanos se suicidaron en 2013. Un millón de personas en el mundo se suicida al año y diez millones lo intentan. Sin embargo, no todo aquí es estadística. Para tocar el tema, conversamos con el único suicidólogo peruano, Álvaro Valdivia Pareja.
Él es magíster en salud pública en la especialidad de Promoción de la Salud Mental y Prevención del Suicidio por la Karolinska Institutet de Estocolmo, Suecia y acaba de publicar el libro “Suicidología: Prevención, tratamiento psicológico e investigación de procesos suicidas” (Fondo Editorial UPC, 2014).
-¿Qué es la suicidología?
Es una disciplina nueva en Latinoamérica que tiene que ver con el estudio del suicidio. Trabaja a nivel de prevención del suicidio, con poblaciones grandes, o también en tratamiento individual. La suicidología realiza prevención con personas y elabora tratamientos para gente que se intentó quitar la vida, para sus familiares, etc.
-¿No hay facultades de psicología que dicten el curso de suicidología en nuestro país?
Ninguna en el país. Intenté dictar un curso, pero no pude. Hay mucho desconocimiento, prejuicio y estigma sobre el tema del suicidio. Lo primero que te dicen es “se trata de un tema muy específico, a la gente no le va a interesar”. Veo mucha resistencia. Y como los peruanos somos muy tradicionalistas, hablar abiertamente del suicidio, es una cosa muy compleja. Tanto así que incluso algunos psicólogos tienen problemas. Una vez saqué mis tarjetas de presentación y coloqué ‘psicólogo clínico-suicidólogo’ y una amiga me dijo “tienes que borrar eso porque es muy fuerte. La gente se va a asustar”.
-¿Cuáles son los estereotipos que más te incomodan cuando te preguntan por tu especialidad?
Primero, el temor. Hay gente que ni siquiera puede decir la palabra suicidio. Lo tratan de decir de una forma diferente. Esto crea muchos mitos. Incluso profesionales creen a veces que si tienes un paciente suicida no puedes decirle la palabra suicidio porque le vas a meter la idea en la cabeza y por tu culpa se va a matar. Eso es falso. Ocurre todo lo contrario. Tienes que hablar sobre eso si deseas ayudarlo. También me molesta que no respeten a las personas que han intentado suicidarse, a sus familiares, a su entorno en general. Hacen morbo, sensacionalismo y no se dan cuenta que la persona que lo ha hecho sufre.
-¿Se supone que el suicidio debería ser algo que genere pena o vergüenza?
Ninguna de las dos. Creo que lo que tendría que generar en ti es empatía, comprensión, apoyo hacia las otras personas. Es cierto, somos seres humanos, después de perder a un familiar vamos a sentir pena. Pero aquí el tema es el estigma social. Te conté sobre una persona que conocía y quiso suicidarse. Cuando empezó a recuperarse, su familia empezó a inventar cosas para que nadie se entere de lo que pasó porque le daba vergüenza decir que su hijo se intentó suicidar.
-Has mencionado que el suicidio no es un acto sino un proceso. ¿En qué momento se pasa de las ideas a la decisión? ¿En qué momento se decide acabar con la vida?
No existe una regla. El proceso, si lo vemos desde afuera, empieza cuando naces. Tú puedes empezar a tener ideas suicidas desde los cinco años. Por influencias de lo que te pasó. Una vez hice prácticas en el Noguchi y en la parte de hospitalización vi a un niño de cinco años. Pregunté y me dijeron que ese menor estaba internado porque había tenido su tercer intento de suicidio. ¡En cinco años tuvo tres intentos de suicidio! Siempre, desde una postura psicológica, que es la cognitivo conductual, que es la que yo manejo, se asume que siempre empieza todo esto con las ideas (ideación suicida). Esta fase es la más extraña. Puede durar un día o 50 años. Hay gente que se quiere matar pero quizás es muy religiosa y no lo hace porque cree que es pecado.
Álvaro se encuentra actualmente en Suecia pero le gustaría volver a Perú para dictar cursos sobre su especialidiad. Su página web es www.alvarovaldivia.com
-Muchas veces, quienes llegan primero a una escena de suicidio no son necesariamente familiares de la víctima.
Ahí vemos a un montón de profesionales que son absolutamente olvidados y nunca son capacitados. Bomberos, policías, serenos. Ellos son los que encuentran los cuerpos de la gente que se suicida. ¿Quién capacita emocionalmente a un bombero para que abra una puerta y encuentre a una persona colgada del techo? Nadie. Eso impresiona, obvio. Esto es mucho más macro. Uno piensa en el suicidio de la persona, pero la muerte de esta involucra a la sociedad. Por eso es un problema de salud pública. Tendríamos que tener múltiples capacitaciones.
-En tu libro también hablas de la idea que existe sobre lo que hay después de la muerte. ¿Qué piensan las personas con las que trabajaste sobre esto? ¿Esperan alivio, descanso, quizás culpa?
Eso quise investigar porque me pareció fundamental saber eso para crear programas de prevención. Si una persona que tiene ideas suicidas se imagina que lo que viene después de la muerte es algo positivo, entonces estará en mayor riesgo de suicidarse porque estará comparando su vida con algo positivo. No obstante, si esta persona cree que lo que viene después, es algo negativo, entonces vemos un factor de protección. Por ejemplo, la gente religiosa cree que luego de la muerte viene el infierno. ¿Es peor matarme e irme al infierno o soportar 10 años más y morir como Dios manda? Esto versus a los que piensan que la vida no vale nada y piensan que al morir irán a reencontrarse con sus abuelos, padres, etc.
-Este aspecto existencial está casi ignorado.
Utilizando esto de una forma mucho más académica se puede crear programas de prevención que no son tomados en cuenta. Este ámbito pasa desapercibido. A la gente le gusta la estadística, todo lo demostrado y se olvida que el ser humano es un ente subjetivo. Nosotros trabajamos bajo subjetividad, nos imaginamos cosas y esas cosas nos hacen realizar actos después.
-¿Todas las personas deberían visitar un psicólogo?
Yo creo que sí. De repente no tanto tiempo si es que no consideras que tienes un problema particular fuerte. Es como cuando hablas con un amigo. Siempre es bueno que una persona te hable sobre tus problemas de forma objetiva.
-Muchos al suicidarse dejan una carta ofreciendo disculpas por los ‘errores del pasado’, por haber sido una mala persona, pero nadie se excusa por la tristeza que va a generar su suicidio en personas que le quieren. ¿Por qué hay un bloqueo sobre el futuro?
Eso tiene que ver con las expectativas existenciales posteriores a la muerte. Muchos niños se culpan, por ejemplo, por los divorcios de los papás o por los problemas de la casa. En los niños creo que no hay tanta facilidad para pensar en lo que los otros van a sufrir con su ausencia. Lo piensan pero creo que para ellos es más fuerte la idea de que ‘son los malos’ a pesar de que no lo son. A veces, cuando uno tiene mucha depresión, ocurre una distorsión cognitiva que te hace pensar cosas que no son realistas. Existe algo que se llama ‘filtraje’ en el cual te fijas solo de lo malo. Si hay desesperanza es peor, porque ahí piensas que ya no te queda nada.
-¿Has encontrado alguna mejora en el tratamiento que dan los medios de comunicación a estos casos de suicidio?
No. Creo que depende del reportero. Hay algunos que son más sobrios. Pero de ahí a que yo haya visto un cambio positivo, no. Considero que los medios deberían ser sobrios, no decir el nombre de la víctima ni el método utilizado. Además, podrían decir dónde el público en general puede buscar ayuda en casos parecidos. Sé que ustedes los periodistas dicen que la gente tiene el derecho de saber, pero nunca pasando los límites de la privacidad de las personas. ¡Algunos entrevistan a la madre de una víctima de suicidio y le preguntan cómo se siente! La gente se pone a llorar y ahí puede ocurrir contagio psicológico. Es importante tenerlo en cuenta.
-¿Las personas que se quieren suicidar están 100% seguras y no hay nada que se pueda hacer para evitarlo?
Eso es falso, yo no creo que exista persona que esté 100% convencida. Siempre habrá un poquito de duda y es eso lo que te da un espacio para ayudarla.
DATO
Los interesados en hablar con Álvaro pueden entrar a su página web: www.alvarovaldivia.com