"Yo no fui, fue Teté", por Gonzalo Torres del Pino
"Yo no fui, fue Teté", por Gonzalo Torres del Pino
Gonzalo Torres

Montículos de tierra, obreros en casco, taladros neumáticos, tranqueras, letreros naranjas de desvío, mallas y conos. Una visión típica de nuestro día a día en cualquier distrito mientras vamos manejando y sorteando calles cerradas. Pero, de un tiempo a esta parte, a esa visión se le agrega otro cartel con un mensaje parecido a este: “Esta obra la realiza tal por cual” y, seguidamente, en la parte inferior te anuncian que este mensaje lo puso la municipalidad tal por cual. Un deslinde de aquellos, el acusete, el gran bonetón, no solo emitido por adultos sino por entidades públicas: “¡Miss, miss, yo no fui por si acaso, fue el alumno tal por cual, a él castíguelo, a él jálele las orejas, él es el causante de su mal humor, a mí no me mire, yo soy un alumno ejemplar, yo le dije que no lo hiciera así, yo sí me porto bien. Miss, él es el causante de todas sus desgracias, ¡mírelo, eh, mírelo, eh!” Los acusados suelen ser las empresas de electricidad, telefónicas, de gas, de agua e inclusive la propia Municipalidad de Lima que realizan, por justificadas razones, labores en la vía pública. Es fácil deducir la razón de esta especie de acusetes en que las municipalidades distritales se han convertido y es simplemente el miedo a la opinión pública, miedo al deterioro de su imagen o reputación, miedo al qué dirán. Creen que así se eximen de cualquier responsabilidad: “Quéjense con ellos, no con nosotros”.

Esto, lo único que hace es desnudar un problema estructural de la administración pública en nuestro país, que es el de zafarse de competencias y atribuírselas a otra área o entidad, y finalmente es la paranoia de no aceptar los pasivos que trae cualquier obra pública. Lo que pasa es que romper ese paradigma es casi un suicidio público, es coger una papa caliente que se llama la responsabilidad compartida y hacerla viable. Por supuesto que la responsabilidad principal es de la empresa que realiza los trabajos, pero, ¿no hay acaso también una responsabilidad de comunicación, de concertación y puesta de recursos por parte de la municipalidad para la fluidez del tránsito? ¿No existen ordenanzas para que las empresas que realizan estas labores coloquen carteles con plazos calendarios para la culminación de sus trabajos? ¿Nos cuesta tanto trabajar de la mano? Quitar cuerpo es lo más fácil de hacer, el verdadero compromiso con la ciudadanía es lo contrario: asumir que todos están trabajando, finalmente, para el bienestar común. Es el mejor ejemplo de cómo se pueden hacer las cosas en un país en donde cada vez más todos quieren llevar agua para su propio molino.

Mientras se siga trabajando en feudos recelosos entre sí, peores serán las consecuencias, pues se traducen en retrasos y desinformaciones. Después de tanto tiempo no se ha aprendido a trabajar en conjunto, sino más bien se ha agudizado la desconfianza y el recelo entre entidades. El único que sale perdiendo en el camino es el ciudadano. 

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