LUIS GARCÍA BENDEZÚ / @CONDEDEMALDOROR
Desde que asumió el cargo el lunes pasado, el ministro del Interior, Daniel Urresti, ha señalado varias veces que su gestión se distinguirá por la lucha frontal contra la delincuencia. Por eso, una de sus primeras medidas para reducir la inseguridad y eliminar los mercados negros en Lima es reforzar el patrullaje callejero con 2 mil policías de la Unidad de Servicios Especiales. Se desconoce si estas directivas forman parte de un plan integral de seguridad.
“No pienso sentarme en el escritorio a ver papeles. A partir de ahora, los patrulleros recorrerán los sectores más peligrosos. Vamos a desaparecer los mercados de reducidores”, enfatizó Urresti el jueves pasado en una conferencia de prensa realizada en Trujillo.
No obstante, la meta planteada por Urresti no es cosa fácil. Según la policía, en la capital operan 17 grandes ‘cachinas’ en las que se comercializan objetos obtenidos ilegalmente. Si a usted le arrancharon el celular, o le robaron algún electrodoméstico o partes de su auto, es posible que las encuentre en alguno de esos mercados informales.
El Comercio recorrió varias de estas ‘cachinas’ y constató la facilidad con la que circulan bienes de procedencia dudosa. En la galería 501 de La Victoria, por ejemplo, los comerciantes pagan S/.140 por un celular Samsung Galaxy S3. Ellos no preguntan de dónde viene el equipo y al venderlo tampoco dan facturas. La policía de La Victoria da por sentado que ahí se venden cosas robadas.
La impunidad es similar en la ‘cachina’ de Villa El Salvador, ubicada cerca de las avenidas Juan Velasco y Revolución. En esa feria callejera abunda la venta de celulares de segunda mano. Este año la policía ha realizado 20 intervenciones y ha recuperado 220 teléfonos. “Los principales proveedores de los ‘cachineros’ son los delincuentes”, dijo el comandante Carlos Sánchez, jefe de la comisaría del distrito.
"EL PATRULLAJE NO ES SUFICIENTE"
Para el general (r) José Tisoc, ex director de la policía, el patrullaje permanente no solucionará por sí solo el problema de la delincuencia en Lima. Según dice, hace falta distribuir mejor a los policías de la región y usar la inteligencia para detectar los nuevos espacios en los que operan las ‘cachinas’.
Desde agosto del año pasado, por ejemplo, la policía reforzó la vigilancia en los mercados de repuestos vehiculares de San Jacinto y La 50. No obstante, a la fecha las cifras de robos de autos no han descendido drásticamente.
“Como los delincuentes saben que hemos cercado San Jacinto y La 50, ahora tienen sus depósitos de partes de autos robadas en la periferia de la ciudad. Tienen un sistema ‘delivery’, es decir, hacen el contacto en estos mercados y llevan el repuesto a domicilio”, señaló una fuente de la Dirección de Investigación de Robo de Vehículos (Dirove).
Entre enero y junio del año pasado se registraron 3.752 robos de vehículos. En lo que va del año, las denuncias llegan a 3.514. Es decir, en Lima se roban unos 19 autos cada día.
El general (r) Julio Acurio, especialista en seguridad ciudadana, agrega que el patrullaje queda cojo sin apoyo de la fiscalía, la Sunat y los municipios.
Esta deficiencia queda clara, por ejemplo, en las galerías comerciales de Las Malvinas. Aunque la policía sabe que ahí se venden cosas robadas, los agentes muchas veces no pueden ingresar a esos sectores.
“Nosotros erradicamos a los ‘cachineros’ ambulantes. Pero es más difícil intervenir en una galería porque se necesitan autorizaciones de descerraje. Además, los delincuentes son liberados porque se considera un delito menor”, comenta Yohanim Chuquillanqui, jefe del Escuadrón Verde de la PNP.
Esto ocurre pese a que desde el año pasado se incrementó en dos años la sanción por el delito de receptación.