Hernán Medrano Marin

Imagine estar en un bus camino a su trabajo o centro de estudios y de pronto tener que agacharse al notar cómo las balas rompen los vidrios de las ventanas y atraviesan la unidad. Al mismo tiempo, ver cómo un grupo de delincuentes amenaza al chofer y le advierten que si los dueños de la empresa no pagan habrá muertos. Este es el drama que viven cientos de conductores de varias empresas de transporte y usuarios del servicio todos los días.