En este país, uno puede salir un día a trabajar, regresar a casa sin una extremidad tras ser atropellado por un bus con orden de captura y a la mañana siguiente ver a ese mismo vehículo, de la misma empresa, circulando con total impunidad.
El 8 abril del 2019, Guillermo Hernani Cano, de 59 años, caminaba por las calles de Ventanilla. Un bus de gran tamaño marca Daewoo, de color mostaza con líneas blancas, venía hacia él a toda velocidad. Este vehículo pertenece a la Empresa de Transportes 41, que hace la ruta Ventanilla - Jesús María. Sin tener tiempo de reaccionar, Guillermo fue atropellado salvajemente por la unidad de placa A0U-793, dejándolo tirado en plena pista.
Según el documento fiscal, él quiso cruzar a la altura de un paradero, pero el chofer no redujo la velocidad como lo establece el Reglamento Nacional de Tránsito para zonas con flujo peatonal. En un video grabado por un familiar, se le observa tirado en una pista de tierra que, además, carece de líneas peatonales. El bus era conducido por Liborio Borja, un sujeto con un historial de ocho papeletas, entre graves y muy graves, pero que increíblemente tiene la licencia de conducir activa y vigente, como si se tratara de un conductor ejemplar. Sus antecedentes al volante prueban que manejó este bus, al menos, hasta febrero del 2020:
La negligencia al volante le cambió la vida por completo a Guillermo. “A consecuencia de este atropello, a mi papá le amputaron la pierna derecha”, dice Karina Hernani, su hija. Ella no tuvo más noticias sobre las investigaciones del caso de su padre hasta hace dos días, cuando ocurrió un hecho similar a 30 kilómetros de donde fue arrollado Guillermo. Tenía involucrado al mismo vehículo de transporte público y al hermano del primer chofer.
Ocurrió en Jesús María. Una fiscalizadora municipal de transporte, identificada como Karina Matos (38), perdió una de sus piernas en un accidente registrado en el cruce de las avenidas Salaverry y Edgardo Rebagliati. Fue atropellada por el mismo bus, de placa A0U-793, esta vez manejado por el hermano del primer chofer, Raul Yoni Borja, quien además figura como el propietario del vehículo en Registros Públicos.
De manera similar a su hermano, este sujeto tiene un historial de 13 papeletas, entre graves y muy graves. Increíblemente, este bus Daewoo circulaba libremente a pesar de que tiene una deuda de más de S/30 mil en papeletas sin pagar y una medida cautelar (orden de captura). En otras palabras, el vehículo debía estar en el depósito, pero circulaba libremente.
Los familiares de la fiscalizadora atropellada denunciaron que Borja, al impactar contra Karina Matos, continuó su trayecto, dejando a la mujer tendida sobre el pavimento y que el chofer recién detuvo su marcha debido a la intervención de los propios pasajeros. Borja, en cambio, responsabilizó a la víctima por cruzar inadecuadamente. Tras este siniestro, la Autoridad del Transporte (ATU) le retiró la autorización al vehículo, sin embargo, la Empresa de Transportes 41 sigue operando. El pie de Karina Matos fue amputado ayer y no podrá seguir trabajando.
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Diseño vial clave
El ingeniero vial David Fairlie, especializado en estudios de impacto de tráfico de la Universidad de Connecticut, sostiene que dos factores que influyeron en el atropello de Jesús María son la falta de carriles de giro a la izquierda de Salaverry hacia Rebagliati y la ubicación del paradero en Salaverry.
“Los buses giran de Salaverry a Rebagliati, pero antes dejan o recogen pasajeros del paradero que está en la esquina, al lado derecho de Salaverry. El bus gira a la izquierda desde el carril derecho. El bus no tendría que girar desde el carril derecho si el paradero estuviera en otro lugar. Luego, el bus se apura porque ya va a dar luz roja para Salaverry para dejar pasar a los autos que cruzan Salaverry desde Rebagliati”, analiza Fairlie.