La extorsión en el transporte de Lima, específicamente el cobro de cupos, estuvo durante muchos años concentrada en el sector informal, particularmente en los taxis colectivos. Un punto crítico de esta problemática se dio en 2019, cuando se reveló la práctica de “marcaje” en vehículos que circulaban desde la avenida Arequipa hacia el centro de Lima y sus avenidas anexas hacia el Callao y San Juan de Lurigancho. Estos autos llevaban stickers que indicaban si el conductor estaba al día con el “dueño” ilegal de la ruta a cambio de una supuesta protección. Las rutas más comunes dominadas por estas redes abarcaban trayectos desde la avenida Arequipa hacia las vías Tacna, Garcilaso, y hacia el Rímac, Zárate, entre otros. Dependiendo del radio de operaciones, un solo vehículo podía tener hasta cuatro stickers.