(Foto: El Comercio)
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Angus Laurie

Cuando llegué a Lima hace 7 años, existía un gran optimismo aquí. “¡Hay mucho por hacer! Este es el momento de Lima”, decían. Y de hecho, aún hay un gran déficit de equipamientos y áreas públicas, incluso de pistas y veredas en una gran parte de la ciudad, pero ya no veo el mismo optimismo.

Desde entonces puedo decir que uno siempre siente que estamos en la cúspide de una gran trasformación que nunca llega a ocurrir. Quizá Lima ha cambiado mucho en la última década, pero este cambio ha sido más notable a nivel privado que público.

En los últimos años hemos podido ver el desarrollo de un gran ‘boom’ inmobiliario traducido en una gran cantidad de nuevos ‘malls’, edificios multifamiliares y oficinas. Sin embargo, recién estamos esbozando una red de transporte y hemos tenido muy poco avance en la creación de mejores espacios públicos, de equipamientos y en la recuperación de las calles para el peatón.

Quizá por esta razón fue muy chocante regresar a visitar Londres recientemente. A pesar de que ya para el 2010 Londres era una ciudad de avanzada, llena de buenos precedentes de cómo hacer una ciudad para los peatones como prioridad, durante esta reciente visita pude ver cómo se ha reinventado totalmente. La ciudad ha priorizado la peatonalización de muchas calles, incluyendo Exhibición Road, e incluso dentro de la construcción de nuevos desarrollos masivos como Kings Cross y la Ciudad Olímpica.

En paralelo, se han construido nuevos museos, espacios públicos, campus de universidades públicas en el centro de la ciudad, una extensiva red de ciclo-carreteras y paraderos de bicicletas públicas integradas a un sistema de transporte masivo. No estaban allí hace pocos años. Mientras las viviendas en Londres son cada vez menos accesibles para una población cada vez más densa, la ciudad sigue buscando mejorar la calidad de vida de los residentes a través del acceso a espacios y equipamientos públicos.

Si bien Lima está reduciendo la brecha económica que existe entre ella y las ciudades desarrolladas, parece que todavía la brecha en el acceso a equipamientos y espacios públicos es más grande que nunca. Uno siente que en Lima los ‘malls’ están reemplazando los espacios públicos, construyendo consumidores en lugar de ciudadanos. Faltan lugares para caminar, jugar, correr o montar bicicleta.

En el contexto de los recientes avances, incluyendo el proyecto para formar una única autoridad de transporte urbano y el compromiso de construir nuevas líneas de metro, ¿sería posible reimaginar una ciudad más pública? Es necesario integrar la accesibilidad peatonal y de bicicletas con este nuevo sistema del metro como un solo proyecto estratégico de planeamiento. Por otro lado, hay que formar nuevos equipamientos para el desarrollo de una vida más pública, democrática y más abierta.

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