Fue en el verano del 2012. Lourdes tenía 14 años y una noche se reunió con sus amigas en una playa de Asia. Alguien sacó una botella de vodka. Los tres vasos que tomó bastaron para hacerla sentir desenvuelta. Desde aquella vez, Lourdes toma licor casi todos los fines de semana en fiestas y discotecas. Su trago favorito es el whisky, pero su grupo prefiere el Jägermeister, una bebida que tiene 35% de contenido alcohólico (poco menos que un pisco promedio).
“A mis padres les preocupan las bebidas fuertes, por eso les digo que solo tomo cerveza”, cuenta Lourdes, quien terminó la secundaria hace dos días en un colegio femenino de La Planicie. Casos como el suyo son más frecuentes de lo que parece. Según un estudio de Ipsos Perú en Lima, el 54% de escolares de secundaria ha probado licor y, de ellos, un 10% dice hacerlo al menos una vez a la semana o más.
¿Qué atrae a los escolares hacia el alcohol? La mayoría (72%) considera que el licor es la mejor vía para olvidar los problemas. “Las presiones que aquejan a los adolescentes son profundas. Ellos creen que el licor acaba con sus inseguridades”, explica Luzcarime Figari, directora de la ONG Acepta, organismo que encargó el estudio y que diseña desde hace 14 años programas educativos.
La necesidad de quedar bien con los compañeros y la curiosidad son casi siempre las razones que inducen a los escolares a tomar por primera vez. Según Figari, muchos adolescentes también se aproximan al alcohol porque creen que eso los conducirá a la adultez. “Esta conducta se agrava debido a que vivimos en una cultura que tolera el consumo precoz de licor”, añade.
No solo en la calle o en las discotecas se permite que los menores tomen licor. Algo también falla en las familias. El 32% de escolares que han bebido alcohol alguna vez –casi uno de cada tres– asegura contar con el permiso de sus padres para este consumo. Asimismo, el 63% dijo que la primera vez que bebieron licor fue en compañía de sus familiares.
“Imaginemos cuántos más beberán a escondidas”, advierte la presidenta de Acepta.
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