Gino Alva Olivera

Primero fue el , en Chorrillos, y ayer el cerro , en Villa El Salvador. Dos desalojos masivos en la zona sur de Lima en los últimos 15 días han evidenciado –una vez más– que el crecimiento desordenado y las ocupaciones informales son, desde hace décadas, dos problemas para los que todavía no se ha encontrado solución.

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Este fenómeno no ocurre solo en la capital. Según el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS), en las últimas dos décadas, el 93% –casi el total– de la expansión de las ciudades del Perú fue informal. Además, hay 500 mil familias que no tienen vivienda y más de un millón que habitan en casas de baja calidad.

Tanto el Morro Solar como Lomo de Corvina son áreas intangibles y están protegidas por el Ministerio de Cultura. Por tal motivo, su uso para la construcción de viviendas está prohibido.

La operación policial comenzó al promediar las 6 a.m. Al mediodía, la mayoría de ocupantes había sido retirada del lugar. (Foto: Carlos Hidalgo/GEC)
La operación policial comenzó al promediar las 6 a.m. Al mediodía, la mayoría de ocupantes había sido retirada del lugar. (Foto: Carlos Hidalgo/GEC)

Pero en el cerro de Villa El Salvador los riesgos son mucho mayores. Un estudio elaborado por el Centro Peruano Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigación de Desastres (Cismid), de la Universidad Nacional de Ingeniería, concluyó que la zona es “susceptible de sufrir deslizamientos que involucren grandes masas de suelos; bajo este criterio se ha delimitado esta zona como de alto peligro”.

“Construir en Lomo de Corvina es un suicidio, salvo que gastes enormes cantidades de dinero en darle una base suficientemente fuerte para que resista. En teoría, se podría, pero no hay ese dinero”, dijo esta semana a El Comercio el arquitecto y urbanista Manuel de Rivero.

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—Ciudad desbordada—

Daniel Ramírez Corzo, director de Políticas y Regulación de Vivienda y Urbanismo del MVCS, explica que en la capital existe un problema real: la falta de acceso a vivienda. “En el caso de Lima, terrenos vacíos y de calidad quedan pocos. Por eso, mucho del crecimiento informal se da en laderas de cerros y en áreas peligrosas”, dijo a este Diario.

Ramírez Corzo considera que la solución pasa por mejorar el uso de las áreas ya urbanizadas de la ciudad, no con la expansión de esta hacia sus zonas periféricas.

“No necesitamos nuevos terrenos vacíos, sino rearmar los que ya existen y están subutilizados. En muchos distritos hay grandes espacios donde podría vivir más gente, con mayor actividad comercial y con mejor acceso a servicios”, detalló.

La zona ocupada en el cerro Lomo de Corvina es de alto riesgo para construcciones. Esta ocupación desnudó vacíos en la política de vivienda en el país. (Foto: César Grados/GEC)
La zona ocupada en el cerro Lomo de Corvina es de alto riesgo para construcciones. Esta ocupación desnudó vacíos en la política de vivienda en el país. (Foto: César Grados/GEC)
/ Cesar Grados

En este problema también hay que tener en cuenta una arista legal. En setiembre del año pasado, el Congreso de la República aprobó , que amplía los plazos de la titulación de terrenos ocupados por posesiones informales y dicta medidas para la formalización.

Para el arquitecto Óscar Apaza, de Udeal, la norma no conduce a una solución; por el contrario, incentiva el crecimiento desordenado.

“La evidencia demuestra que la entrega de títulos de propiedad no ha logrado la formalización de las prácticas y procesos constructivos, y el Estado no puede evadir su responsabilidad: debe brindar asistencia técnica durante el diseño y la construcción de las viviendas para que puedan ser seguras y habitables”, dijo.

Esto tiene una importancia vital, pues la autoconstrucción es una práctica extendida y con arraigo en el país.

Un estudio del Centro Peruano Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigación de Desastres (Cismid) concluyó que la zona es “susceptible de sufrir deslizamientos que involucren grandes masas de suelos; bajo este criterio se ha delimitado esta zona como de alto peligro”. (Foto: Carlos Hidalgo/GEC)
Un estudio del Centro Peruano Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigación de Desastres (Cismid) concluyó que la zona es “susceptible de sufrir deslizamientos que involucren grandes masas de suelos; bajo este criterio se ha delimitado esta zona como de alto peligro”. (Foto: Carlos Hidalgo/GEC)

Según cálculos del Ministerio de Vivienda, para cerrar la brecha del déficit de viviendas en un período estimado de una década se deberían construir aproximadamente 190 mil casas cada año, 84.298 de estas en Lima.

Además, cada año se destinan S/1.000 millones en servicios básicos y S/700 millones en subsidios para atender a quienes viven en ocupaciones informales.

En el país, 3 millones de personas no tienen acceso al agua a través de la red pública y 7,4 millones carecen de alcantarillado. Para cerrar esta brecha se necesitaría una inversión de S/50.000 millones.

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