FERNANDO GONZÁLEZ-OLAECHEA T. / @fernando_got
Manuel lo recuerda con gracia: “Acá estaba mi cama”. Apunta a un cubículo de madera con un baño dentro, junto a lo que es un comedor. Como él, su “casa” ha cambiado con los años. Ahora tiene tres ambientes: uno para las camas, otro para la sala y otro más para el baño, el comedor y la cocina. Manuel vive dentro de la torre de un tanque de agua abandonado en el Callao.
Nadie sabe bien qué pasó con El Tanque, como se lo conoce, una enorme mole de concreto que, además de reservorio, albergaba hace unos 20 años oficinas de Sedapal y en donde hoy, junto a Manuel, viven otras cuatro familias. Solo se sabe que está ahí, habitado y sin ninguna garantía para sus vecinos: prueba de ello son las grietas en las paredes y la puerta de ingreso que cualquiera puede abrir. Es la ruina de lo que fue, alzado en el cruce de las calles Saloom y Carrillo de Albornoz, junto al asentamiento humano Alan García. Es una de las zonas chalacas más peligrosas: los Barracones.
A unos 200 metros de allí está la orilla del mar. Esa zona es uno de los diez puntos identificados por la municipalidad chalaca donde se arroja clandestinamente desmonte que proviene, en gran medida, del ‘boom’ inmobiliario. En una ciudad en la que se construyen cada vez más viviendas –Scotiabank estimó hace tres meses que el sector inmobiliario crecerá este año un 6%–, Manuel Armas y sus vecinos se las arreglan como pueden dentro. El Tanque es un testimonio del olvido.
Manuel llegó allí hace 18 años. Tenía 34 años y hacía 4 que había salido de la cárcel. Él, su madre y sus hermanos no tenían dónde ir. Eran siete personas en el mismo ambiente de 2 x 3 m donde ahora está su comedor. Amoblarlo le costó S/.70. En El Tanque no hay servicio de agua ni luz, al menos no legalmente.
En la parte alta de la torre hay un patio con una vista privilegiada de la isla San Lorenzo y El Frontón. Las columnas del contenedor de agua están dañadas porque las han picado para extraerles los fierros. Manuel y otros vecinos limpiaron el lugar hace unos años, antes escondite de ladrones, guarida de drogadictos y letrina de los vecinos. El aire que llega desde el mar parece un regalo.
Este año la Municipalidad del Callao espera reubicar a los habitantes de El Tanque y otros asentamientos humanos para ampliar la Costanera hasta el barrio de Chucuito. Mientras tanto, Manuel barre el patio. Le molesta hallar colillas porque sabe que alguien estuvo allí fumando pasta básica de cocaína. Aunque no: lo que le incomoda más es saber que algún día tendrá que salir de ahí.
DATO:
142.354 familias quieren y necesitan una vivienda nueva en Lima y Callao, según el Fondo Mivivienda.