Guillermo Campos (10 de enero)
Por Adolfo Chuiman
Era lindísimo, un pan de Dios. Fue mi gran amigo, pero perdimos contacto con el tiempo. Quise visitarlo cuando se mudó a Comas, pero era bravo, nadie me quería llevar hasta allá. Quería llevarle ayuda económica o anímica. Me hubiese gustado tenerlo en mi casa, atenderlo. Por eso me sentí culpable cuando murió.
Phil Spector (16 de enero)
Por Manuel Garrido- Lecca
Uno de los adelantos más trascendentes de los últimos cien años en lo que se refiere a la concepción de música popular fue el hecho de lograr que un estudio de grabación dejara de ser un lugar donde simplemente te limitaras a capturar y reproducir una interpretación musical en vivo. Convertido en un verdadero vehículo creativo, el estudio te permite ampliar, ilimitadamente, las posibilidades de la expresión musical en sí. Este año, partió uno de los precursores de esta crucial transformación. Spector, hombre cuya vida estuvo marcada por su constante vascular entre lo creativo y lo destructivo, cambió para siempre la esencia del arte de la producción musical con su inmortal ‘wall of sound’. Su fórmula para arreglar y grabar música de manera maximalista logró darle una profundidad estética casi wagneriana al rock n’ roll.
Larry King (23 de enero)
Por Sonia Goldenberg
Lawrence Harvey Zeiger, nacido en Brooklyn, Nueva York, fue reclutado por Ted Turner, el visionario que revolucionó las cadenas de noticias en el mundo. Era la figura que CNN necesitaba. Presidentes, celebridades, artistas y personajes de todo calibre desfilaron por su programa. Y se convirtió en una leyenda venerada como Walter Cronkite, el ‘anchor’ emblemático de la televisión norteamericana. Incisivo como Barbara Walters, su sonrisa, bonhomía y carisma –además de sus clásicos tirantes– hacían que sus invitados se sintieran tan a gusto en el set que podían revelar secretos ante millones de personas. Me entrevistó junto a una periodista libanesa y otra colombiana sobre los ataques a periodistas en el mundo, en 1991. Nos trató esa noche con la curiosidad y atención que brindaba a sus estrellas, y por un instante creímos serlo. Los periodistas de mi generación y de las venideras seguiremos aprendiendo de él.
Eduardo ‘Mono’ Chaparro (1 de febrero)
Por Connie Chaparro
Hoy el cielo está de fiesta. Sé que estás feliz porque amabas ver a tu gente disfrutar y gozar en el Sargento Pimienta. Sé que te sientes orgulloso porque logró reinventarse en plena pandemia y tú luchaste por eso. Yo solo puedo homenajearte y sentirme orgullosa de tu paso por esta vida. Dejaste una huella enorme en los corazones de muchos: amigos, trabajadores, admiradores y familia. Gracias por creer en mí y por permitirme ser una persona libre, sin miedos. ¿Qué más puede pedir una hija a un padre que sentirse amada siempre? ¡Qué viva el Monito Chaparro! ¡Que viva el rock ‘n roll!
Christopher Plummer (5 de febrero)
Por Ricardo Bedoya
Pasó en un tris de encarnar al frívolo y cruel Emperador Cómodo en “La caída del Imperio Romano” al amable Capitán Von Trapp de “La novicia rebelde”. Luego, a un inca Atahualpa de aires histriónicos, musculatura de gimnasio y un extraño acento inglés en “La real conquista del Sol”. Hombre de teatro, el canadiense Christopher Plummer llegó al cine, a fines de los años cincuenta, luciendo un énfasis en el gesto y la entonación, heredado de las tablas, que depuró hasta llegar a la modulación austera en su interpretación de Mike Wallace, presentador del programa “60 minutes”, en “El informante”. Lo recordamos también en “El nuevo mundo”, dirigido por Malick. Pero es inolvidable su expresión de sorpresa y espanto, convertido en Rudyard Kipling, al oír el relato de la aventura vivida por Michael Caine y su socio Sean Connery en “El hombre que quería ser rey”.
Osvaldo Cattone (8 de febrero)
Por Enrique Planas
No llegué a conocer al galán seductor, pero sí al director obsesivo y amante del control, quien hasta su último montaje no dejó de sentirse responsable de cada tornillo del Teatro Marsano, de cada tacho en su parrilla de luces, de cada detalle del vestuario de sus actrices, incluidos tacones y ropa íntima. A mediados de los setenta, Cattone imaginó que el teatro en el Perú podía ser una empresa rentable, y por ello fue demonizado por colegas hoy poco memorables. Con Maki Arana y Chalo Gambino como lugartenientes, solo al rayar los 85 años Cattone decidió ponerse en manos de otros directores para no decaer artísticamente. Hizo bien: la última vez que lo entrevisté, mantenía el entusiasmo de un actor treinta años menor. Tras el éxito de “El Padre” de Florian Zeller y preparándose para “El rey se muere” de Ionesco (rol que no llegó a encarnar), había reencontrado su libertad, con la ilusión renovada y la conexión con nuevos públicos, sacudido de la rutina de tantas comedias conservadoras. Sabía que la vida se le terminaba, pero no tenía tiempo para pensar en ello. Vivir cada momento fue su mayor legado.
Larry Flynt (10 de febrero)
Por José Carlos Yrigoyen
El derecho de los ciudadanos a ser tratados como mayores de edad, sin tutelaje del Estado que valga, fue su infatigable lucha. Eminente pornógrafo que enfrentó juicios donde su libertad de expresión se puso en juego, no era un personaje simpático al que provocara defender. Eso hizo su caso aún más emblemático: Flynt nos enseñó que por muy desagradable e inadmisible que fueran la persona y su discurso, la censura nunca es la solución, y que nuestras concepciones éticas, religiosas y morales no podían ser impuestas a los demás en nombre de principios particulares. Algo que, en estas tristes épocas en que la cultura de la cancelación se impone, parece haberse olvidado.
Evangélico converso que renegó de su fe cuando comprendió que esta no lo salvaría del dolor ni la desesperación, rechazado con denuedo por el progresismo inquisidor, Larry Flynt fue, con todos sus bemoles, un hombre que desafió la tolerancia de un país entero y salió airoso. La historia, tarde o temprano, le dará la razón.
Teresa Burga (11 de febrero)
Por Natalia Iguiñiz
Una convicción férrea y visionaria debían guiar los tantos años que Burga trabajó sin reconocimiento y robándole tiempo a todo para seguir imaginando formas de conocer y retar al mundo. Quizás por eso su manera tan particular de representar el tiempo y su devenir en él. Siento rabia de no haber sabido de su trabajo cuando estudiaba, porque ella fue pionera en la reflexión crítica sobre la representación del cuerpo femenino, como diría Miguel A. López, quien junto a Emilio Tarazona estudiaron su trabajo y la conminaron a exponer después de años. También me da mucha rabia que este sistema neoliberal haya complicado su pronta atención cuando se enfermó de COVID-19. Teresa fue pionera a nivel mundial del conceptualismo, su “Autorretrato. Estructura. Informe, 9.6.1972″ es anterior al “Post-Partum Document” (1973-79) de Mary Kelly, considerada una de las madres del arte conceptual. Burga miró en los documentos aduaneros, en los dibujos de niñxs, en las medidas corporales hegemónicas, en los sistemas electrónicos… desclasificó su presente para que pudiéramos ver más allá.
Johnny Pacheco (15 de febrero)
Por Antonio Álvarez
Fue un virtuoso con la flauta. La de cinco llaves, especialmente, fue su predilecta. Visionario de la música, tuvo el acierto de juntarse con su abogado, el ítalo-americano Jerry Masucci, para fundar el sello Fania. Su primera oficina fue el Mercedez Benz de Pacheco. Ahí empezaron a vender sus discos y mientras uno los repartía, el otro debía cuidar el vehículo para que no se los roben. Con los años, sus aciertos musicales convirtieron a Fania Records en el sello más importante de la salsa. Pero Pacheco también tuvo muchas otras virtudes, como la de descubrir nuevos talentos. El junte de Willie Colón con Héctor Lavoe fue el más trascendental. Por supuesto, no se puede omitir la maña que tuvo para domar los egos en la majestuosa Fania All Stars, conglomerado de luminarias de la salsa que dirigió por más de 40 años. En febrero último, Pacheco dejó de tocar la flauta en la tierra. Sus sones y descargas aún suenan, pero en el más allá.
Jimmy Gamonet (26 de febrero)
Por Bruno Silva
Su fallecimiento impactó al Ballet Nacional del Perú. En su formación tuvo a la Escuela Nacional de Ballet, al Ballet Peruano y al Ballet de la Asociación Choreartium de Lima. Profesionalmente bailó con el Ballet Peruano, el Ballet Moderno de Cámara y el Ballet Nacional del Perú. Después de ganar el concurso de Trujillo como coreógrafo y como bailarín en 1979, se fue a Japón y Europa y, finalmente, a radicar a Estados Unidos, donde pudo expandir su trabajo de coreógrafo. Bailarín del Ballet du Nord y del Ballet Oklahoma. Con Edward Villella trabajó en el Miami City Ballet y formó parte del equipo fundador de la organización. Fue Ballet Master y el primer coreógrafo residente de la compañía. En 2004, fundó el Ballet Gamonet y una década más tarde fue director del Ballet Nacional. En mi corazón siempre vivirá tu recuerdo como mi maestro, amigo y aquel que depositó la confianza para continuar trabajando en tu Perú.
Pedro Novoa (6 de marzo)
Por Martín Roldán Ruiz
“Escribes como si dieras golpes de box”, le dije un día. Prosa sólida, directa y contundente, que narraba los aspectos marginales de la vida, con lenguaje ‘apeligrado’, a través de personajes sórdidos y esperanzados, sin alejarse del tono del habla callejera. Coincidíamos con Reynoso y su propuesta de usar la jerga para crear belleza literaria. Me invitó a un conversatorio en un bar del centro, donde se trató la eterna discusión sobre lo ‘mainstream’ y lo contracultura, en la literatura peruana. Discusión estéril, porque siempre se llega a la conclusión de que no importaba estar pendiente de los otros. Solo importaba escribir con pasión. Porque sabíamos que lo honesto y autentico termina por imponerse.
Jorge Chiarella (1 de abril)
Por Mateo Chiarella
Un día me dijo que había aprendido a hacer un dulce de limón y galleta y que se sentía orgulloso de él. Aunque esto parezca una anécdota nimia, describe perfecto su constante curiosidad: fue abogado titulado, músico, periodista, taxista, director, publicista y más. Pero si en algún punto pensó en detenerse, ese fue, sin duda, el teatro. Construyó un teatro, sin coimas, y con la perseverancia del capitán de un barco en medio de una tormenta. Un espacio que albergase sus tesoros, esos de los que tanto hablaba: sus obras. Además de todo eso, fue un extraordinario padre y esposo. Y lo más lindo: fue un hombre alegre. “A mí me gusta reír, y es lo que más me gusta de mí”, me dijo antes de irse. Y es verdad, su risa nos ayudó, a mí y a muchos, a hacer remansos de los remolinos. Con eso, nos ayudó a ser felices también. Gracias, papá.
Fernando Taboada (8 de abril)
Por Pancho Guerra García
“La pintura: un lenguaje donde al confrontarse con otra persona esta pueda sentir (…) sin necesidad de contar una historia dentro de la figuración”. Y claro que la contaba Fernando. Su obra era matérica, abstracta y caligráfica. Universal, actual y ancestral. Invitaba a ver y a pintar, a recorrer el círculo hipnótico del tiempo. Líneas azules en espiral, sólido negro y blanco firme, el dibujo como apunte final. ¿Y él? Alegría del sonreír a los amigos, una vida haiku, eternidad de un instante y cuerpos danzando. El mar azul, línea autónoma que se fue a bailar. Contundente e intenso como un abrazo de despedida.
Justo Espinoza, ‘Petipán’ (4 de mayo)
Por Román ‘Ronco’ Gámez
Lo recuerdo de “Risas y salsa”, cuando el programa era en blanco y negro. Era reservado, serio, hablaba muy poco. Siempre me decía primo porque mi apellido materno es Espinoza. Aunque no había una relación familiar y solo éramos compañeros de trabajo, compartimos momentos divertidos durante las grabaciones. Las cachetadas que daba en el sketch “La banda del choclito” eran reales. De eso nunca me olvido.
Juan Manuel Ochoa (28 de mayo)
Por Francisco Lombardi
La muerte de Juan Manuel Ochoa no solo es una gran pena en lo personal sino, y sobre todo, para nuestro cine. Con los años alcanzó una gran madurez como actor y seguramente hubiera aportado su particular talento en muchas películas.
Élide Brero (1 de julio)
Por Gianfranco Brero
Vieja, le decíamos a esta mujer entrañablemente joven, tal vez porque cuando comenzó a estudiar teatro a los 40 años era la mayor dentro del grupo de veinteañeros que estudiaban en la AAA. Vieja también le decía yo hasta que se convirtió en la Nonna, esa abuela que sabía escuchar y que, con su mente libre y de avanzada, era capaz de comprender a cada uno de sus nietos, como lo había hecho antes con sus compañeros de teatro, con nuestros amigos en la universidad. Enviudó a los 67 años y, lejos de abandonarse, su vida artística tuvo un repunte. Hizo obras de teatro, telenovelas y cine como nunca había hecho antes. Cuando, tras cumplir 90 años, recibió el reconocimiento del Festival de Cine de Lima de la PUCP, en el Gran Teatro Nacional, dijo al final de su discurso: “Sé que aquí hay muchos directores de cine. Si necesitan a una viejita para alguna de sus películas, aquí me tienen”.
Delia Fiallo (29 de junio)
Por Eduardo Adrianzén
Delia Fiallo construyó un imperio sobre la necesidad de los cuentos de hadas, y en eso no se diferencia de miles de escritores populares. Su característica es que se atrevió a cruzar ciertas líneas de perversión (¡romances con violadores!) y consagrar conservadurismos ya obsoletos en la misma época en la que escribía (rechazar a una mujer por no ser virgen, en plenos años 70). Doña Delia fue genial en su talento para manipular las emociones y en su infinita habilidad para manejarse comercialmente en una jungla muy dificil. Ese mérito es histórico. Pero quizá también deja un legado de novelas patriarcales, que poco a poco se vean como ejemplo de mundos que se extinguen. Igual, es inmortal y se le recordará como una de las más sólidas creadoras de esa ciencia extraña llamada telenovela.
Raffaella Carrà (5 de julio)
Por Xanastasia/Diego Cooper
Legendaria, icónica, majestuosa y absoluta. Cabellera dorada, brillos por doquier, canciones inigualables, coreografías despampanantes, Raffaella es y será la diva máxima de Italia. No voy a negar que varias veces intenté marcar el 53-53-456. O que cuando estaba caliente caliente, me iba a la playa porque para hacer bien el amor hay que venir al sur. O cuando me explota explota mi corazón, ella me decía que en el amor todo es empezar. De diva a diva, le agradezco por el legado que ha dejado en el entretenimiento y en la cultura pop mundial. Qué fantástica fántastica esa fiesta la que debe estar teniendo en el cielo.
Pil Trafa (13 de agosto)
Por Czar Gutiérrez
Flaco, desgarbado, ojeroso. Como un Cristo crucificado por imperdibles, así llegó al Festival Rockacho el verano de 1987. Tanto para electrocutarse en una de sus piruetas como para enamorarse del Perú a bordo de esa emblemática formación de Los Violadores –Stuka, Sergio Gramática y El Polaco–, primera reencarnación latinoamericana del punk. Melódico e incendiario, equilibrando entre la vacuidad nietzscheana – “Más allá del bien y del mal”– con otros revulsivos culturales –como “La naranja mecánica” en el tema “Uno, dos, ultraviolento”–, Enrique Chalar murió en Lima. Y junto a él atesoramos la esencia de una lírica underground impecable y coherente hasta el final.
Charlie Watts (24 de agosto)
Por Tony Succar
Fue uno de los bateristas más icónicos en la historia de la música. Su ‘groove’ era único, un tempo literal perfecto. Su sonido fue muy original. A Charlie Watts le gustaba mucho el jazz, pero era fundamentalmente un baterista de rock. Me gustaba mucho su estilo, siempre tenía mucho gusto y originalidad al usar los hi-hats y los platillos. Gracias Charlie por el legado que dejas. Tu música y tus ‘grooves’ viven para siempre.
Jean-Paul Belmondo (Por 6 de setiembre)
Por Juan Carlos Fangacio
Se retiró a tiempo del box: en el momento justo en que el rostro se le empezaba a deformar. Entonces combinó la mandíbula tosca y el tabique ladeado con la más desfachatada actitud para convertirse en un atípico pero irrefutable galán. Y bendijo con su cara y su personalidad a los cineastas de la ‘nouvelle vague’ francesa, que buscaban a protagonistas que rompieran con los estereotipos. Así fue la estrella de “Sin aliento” y “Pierrot el loco” de Godard, de “El ladrón de París” de Louis Malle, y de “La sirena del Mississippi” de Truffaut. Luego siguió haciendo películas, rompiendo taquillas y acelerando corazones. Pero en el imaginario cinéfilo perdura como ese muchacho con pinta de vivir sin horizonte fijo, sino a puro y duro presente.
Óscar Catacora (26 de noviembre)
Por Héctor Gálvez
Óscar fue ese joven hijo de campesinos que aprendió cine en los videoclubes de Puno, y que volvía a Chaplin para seguir puliendo su manera de narrar sin necesidad de diálogos. Fue el creador de “Wiñaypacha”, película que significó un verdadero meteorito en el cine peruano. Cuando la vimos, supimos que había llegado una voz distinta y arrolladora. Era tanta su pasión, que viajaba lo mínimo a festivales para dedicarles tiempo a sus proyectos. Y fue en el rodaje de una nueva película que nos dejó. Es inevitable la bronca ante la gran persona y cineasta que hemos perdido.
Almudena Grandes (27 de noviembre)
Por Karina Pacheco Medrano
Autora indispensable de la narrativa española contemporánea, logró una triada muy poco común: escribir libros de gran calidad literaria, ‘best sellers’ en toda regla y que legiones de lectores la sientan íntima. Me atrevería a decir que su obra refleja el recorrido social e ideológico de la España del último medio siglo, desde aquella sociedad desenfadada y presta a romper tabúes que surgió tras cuatro décadas de dictadura franquista (he ahí su primera novela, “Las edades de Lulú” y el enorme éxito que cosechó), pasando por aquella sociedad hechizada por los encantos del derroche en los años 90 y 2000, en la que los personajes, en particular las mujeres, siguen buscando la esencia de la libertad y buscándose a sí mismas (he ahí “Atlas de geografía humana” o “Castillos de cartón”), y esa que en las últimas décadas vuelve a librar encarnizadas batallas por la recuperación de la memoria histórica. Almudena Grandes, a través de sus columnas semanales, sus participaciones públicas y el conjunto imponente de sus últimas novelas de manera tenaz se afiló por la recuperación de las voces y tramas de los vencidos y atropellados por la maquinaria ideológica, política y económica del franquismo. Supo escribir y comunicar todo eso con una potencia que sus legiones de lectores echaremos mucho de menos.
Marisa Guiulfo (4 de diciembre)
Por Gastón Acurio
Cuánta admiracion y cuánto agradecimiento nos embarga tu recuerdo, querida Marisa. Por mas difícil que fuera la batalla, jamás bajaste la guardia. Por más complejo que fuera el desafío, nunca dijiste que no. Por más diferente que alguien fuera de ti, siempre lo acogiste y nunca lo juzgaste. Cuánta sabiduría cabía en tus palabras. Cuánta generosidad debordaba en tus acciones. Cuánta nobleza habitaba en tu alma. Cuánto amor revelaba tu mirada. Y cuánta pena sentimos con tu partida los que tuvimos la fortuna de conocerte. Querida y eterna Marisa, tu inigualable ejemplo de vida, acompañará por siempre nuestras vidas.
Carlos Revilla (12 de diciembre)
Por Gerardo Chávez
Nos conocimos en París, en el 68, cuando estaba haciendo una exposición. Y en la galería la amistad nace y se rehace de una manera muy bella. Caímos en simpatía uno con el otro y desde entonces tuvimos cierta familiaridad. Fue un noble y trabajador artista, sabía respetar a sus colegas y también lo respetábamos a él. Tenía un rancho muy cerca de Bruselas, donde me permitió trabajar en un espacio grande. Cada vez que yo me angustiaba en París, me iba a Bélgica en busca de un poco de paz. Y mi taller en París era para él como suyo también. La muerte hace bulla, más que cuando uno tiene vida. Un hombre bueno, un gran amigo, hermano. Fue grande. Ahora está dormido.
Vicente Fernández (12 de diciembre)
Por Christian Bernal
Decidí empezar a imitarlo hace por lo menos 20 años porque es uno de los más grandes artistas de México junto a Pedro Infante, Jorge Negrete y Javier Solís. El cuarto gallo de México. Pero considero particularmente que Vicente fue el mejor de los cuatro, porque si bien es cierto que cada uno tiene su propio estilo, él supo tomar lo mejor de los demás: tiene la potencia de Solís, los matices de Pedro Infante y la voz de tenor de Negrete. Eso es lo que hace tan original. Sin embargo, no le abrieron las puertas hasta que Javier Solís estuvo vigente. Recién cuando graba “Volver, volver”, en los años 70, es que logra la consagración.
Joan Didion (23 de diciembre)
Por Gracia Angulo
A los cinco años supo que con la escritura podría combatir su ansiedad, ayudarse a vivir; los años demostraron que hizo mucho más. Escritora y periodista, cualquier formato le fue propicio para retratar las grietas de una cultura y sociedad decadentes; o para diseccionar el íntimo dolor de sus pérdidas. Para mirar y mirarse. Con una prosa afilada y vital que parecía salida de otro cuerpo, la nombraron “una de las mayores exponentes del Nuevo Periodismo”, aunque, para mí, fue más un abrazo y refugio, un maravilloso espejo de mi propio dolor. Contra lo que supuso, hoy muchos la sobrevivimos.
También nos dejaron
Chick Corea (9 de febrero)
Mihaela Radulescu (17 de febrero)
Gustavo Cerrón (13 de abril)
Rapper One (27 de abril)
George Gruenberg (12 de junio)
Guiller (25 de junio)
Delia Fiallo (29 de junio)
Richard Donner (5 de julio)
Michael K. Williams (6 de setiembre)
Nilo Espinoza (4 de noviembre)
Carmen Salinas (9 de diciembre)
Anne Rice (11 de diciembre)
Ronieco Padilla (12 de diciembre)
Verónica Forqué (13 de diciembre)
Betty White (31 de diciembre)
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