Una cornada fue en el muslo izquierdo, a la altura de la ingle. Tres trayectorias de 8, 4 y 6 centímetros de largo. Pero el torero de 19 años Andrés Roca Rey lo comenta tranquilo: ya está recuperado de ellas. Lo malo son los dientes, que también se los partió el toro en la Plaza de Guadalajara, el pasado 15 de noviembre. “Me partió el hueso que sostiene los dientes y eso sí está demorando en curar”, comenta.
Más allá de lo físico, ¿cómo se recupera uno de este tipo de golpes?
Creo que la mentalidad está por encima de eso. El dolor existe porque es una forma de sentirte vivo, pero al mismo tiempo te das cuenta de que la mentalidad puede hacer que se vaya el dolor, evadirlo y continuar con tu temporada. Creo que la preparación de un torero consta en estar físicamente preparado para evadir esos dolores.
Practicas un arte muy criticado. ¿Cómo lo defiendes?
Sí, mucha gente lo critica y de varias formas. Algunos dicen cosas que no son ciertas, otros lo quieren criticar de la única forma que saben: insultando; también hay quienes lo critican de buen modo, a quienes respeto a pesar de no estar de acuerdo. Lo único que no entiendo es que una persona critique algo, en este caso que matan a un toro o que haya corridas, si esa misma persona no hace nada por ese animal. Aquí los que hacen mucho por los toros bravos son los ganaderos, los toreros, el mismo aficionado, pero los llamados antitaurinos no hacen nada por el toro bravo. Es una cosa que no logro entender de aquellos que se quejan tanto.
Hace poco Enrique Ponce te promovió de novillero a torero. ¿Qué sentiste en ese momento?
Bueno, fue un momento muy bonito. La alternativa [nombre de la promoción a torero] es un momento que se espera desde que comienzas en eso. Recuerdo que desde chiquitito mi único sueño era ser matador de toros y es el sueño de cualquiera que empieza en este mundo. Cuando llega ese día lo vives de forma muy especial, al mismo tiempo se te pasa muy rápido, pero logras entender que es un día esperado toda tu vida. La presión es muy fuerte pero lo disfrutas muchísimo.
El 29 de noviembre podrás torear con él…
Sí, toreo con el maestro en Acho en un mano a mano y creo que también es cumplir otro sueño: torear con tu padrino de alternativa, en tu tierra, en un mano a mano, es muy bonito. Creo que será un día muy grande y en el que se cumplirá otro sueño. Esta vida está hecha de metas y sueños, la meta final es ser una figura del toreo.
En una encuesta publicada el año pasado por El Comercio fuiste elegido como una de las grandes promesas del toreo nacional junto a Joaquín Galdós. ¿Cuánta presión suma esto?
Es muy bonito que haya gente que confíe en ti y al mismo tiempo sabes que confían porque las cosas han salido bien. En el momento en que no salgan bien las cosas, la mayoría se pondrá del otro lado. Eso es normal y pasa en todas las profesiones. Lo importante es tratar de tener esa responsabilidad siempre. Es una buena señal tener esa presión de la gente y esas ganas que tienen de verte porque significa que todo va por buen camino.
El torero se caracteriza por proyectar la imagen de un hombre sin miedo frente al peligro. ¿En algún momento has sentido miedo?
Sí, claro que sí, todos los humanos somos dignos de tener miedo. En este caso, yo tengo mucho miedo a la muerte cada vez que salgo a una plaza. Al ver a un toro salir por ahí, sé que en cualquier momento me puedo ir para el otro lado. Es algo muy complicado y quizás muchísima gente no entiende. Muchos van a la plaza a ver toros, a divertirse, a ver las fallas y las virtudes del torero, pero muchos olvidan que ahí te juegas la vida. Gracias a Dios, hace muchísimo tiempo un torero no muere, pero es algo que puede pasar en cualquier momento.
Hace poco lograste lo que no había conseguido ningún peruano desde 1954, salir en hombros de Las Ventas [Madrid]. ¿Fue el mejor momento de tu carrera?
Sí, creo que sí. Ha sido el momento en el que he cogido las dos cosas más importantes para un torero: la profesional, que me ayudó a seguir para adelante consiguiendo más contratos y haciéndome más conocido en España y Francia. Y la personal, sobre todo. Fue una tarde a la que llegaba con una novillada. Es como ir a la Copa Davis con ningún campeonato jugado en el año. Ganarlo, si se puede decir así, fue tremendo.
¿Alguna lesión o golpe te hizo pensar en abandonar este deporte?
Este año sufrí tres cornadas y la rotura de una mano, además de puntazos en los testículos, pero nunca pensé en abandonar esto. Lo que sí pasó por mi mente fue que no podría torear hasta después de mucho tiempo. Cuando pasó lo de la mano y el muslo faltaban solo siete u ocho días para la alternativa. Mientras me ponían el yeso pensaba que no iba a poder torear. Pero son cosas que pasan, tú mismo te mentalizas y dices: “Tengo que tener la raza del peruano, la del gallo de pelea”.
¿Cuánto respeto le guarda un torero a un toro en el ruedo?
Todo el respeto del mundo. En cuanto tú le faltas el respeto al toro estás perdido.
¿Cuál fue tu corrida más difícil?
La más difícil fue en un pueblo de Francia con una novillada muy difícil. Costó mucho trabajo estar delante. La de más presión fue la de la alternativa, es algo que has esperado tanto que es como volver a nacer. Lo vives con mucha presión, pero al mismo tiempo lo disfrutas mucho.
¿Qué haces antes de salir al ruedo?
En la mañana intento no hacer nada, como mucho para no almorzar y estar vacío, luego trato de meterme en la habitación del hotel a pensar. Frente al toro estás solo y en los momentos previos me gusta estar así, solo. Me sirve para mentalizarme y saber en qué plaza estoy, cuál es mi responsabilidad ese día, saber que me jugaré la vida y para eso me gusta escuchar canciones.
¿Qué canciones?
Me gusta mucho la canción peruana “Gallo camarón” y las de Vicente Fernández. Son cosas raras mías, pero la verdad es que me sirven para dar ese paso y que no me moleste jugarme la vida.
¿En algún momento se te ha hecho difícil matar a un toro?
Dificilísimo. Tú te preparas, entrenas, tratas de aguantar el peso, correr, pero luego sale el toro y no sabes cómo saldrá. El toro es una incógnita y hasta que no le pegas los primeros lances, no tienes idea de cómo va a reaccionar.
¿Cuán difícil es el momento de la estocada final?
Es el momento más especial de la faena, es donde culmina, donde se decide tu triunfo. El toro va a morir y debes tener un respeto por él. Toda la presión de la tarde va justo ahí.
¿Tu plaza favorita?
Creo que Madrid. Sí, Las Ventas.
¿Y en el Perú?
Acho, Chota, Cutervo, son plazas que me gustan muchísimo. Sobre todo me gusta torear en el Perú.
Es muy difícil llegar a ser torero tan joven. ¿Cómo piensas enfrentar este nuevo inicio?
Los inicios son duros en todas las profesiones, pero en el toreo mucho más. Es un mundo en el que compites con gente que lleva 20 años de experiencia y tú vas por el primero. Es una profesión que te hace madurar muy rápido, sobre todo porque debes descubrir tu filosofía de vida antes que el toreo. Si no tienes claro lo que quieres en la vida y lo que es la vida para ti, pues es imposible jugártela.