A la izquierda, el artista Gerardo Chávez en su taller de San Isidro. A la derecha, la portada de su libro de memorias. Fotos: Luis Gonzáles para El Comercio/ Alfaguara.
A la izquierda, el artista Gerardo Chávez en su taller de San Isidro. A la derecha, la portada de su libro de memorias. Fotos: Luis Gonzáles para El Comercio/ Alfaguara.
José Carlos Yrigoyen

“Antes del olvido”, las memorias del pintor y escultor Gerardo Chávez (Trujillo, 1937), se articulan bajo una doble aspiración: desentrañar la creación de un rico mundo imaginario de esencias indomables, y al mismo tiempo ilustrar una personalidad en busca de su liberación dentro de un mundo real signado por la injusticia y las represiones. Las herramientas vitales para esa rebeldía ante aquel orden establecido son el erotismo, un activismo político opuesto al dogma y la vocación voraz e indetenible que ha materializado una de las obras más relevantes de nuestra plástica. Esa propuesta da como resultado una confesión de alta sensibilidad inscrita sobre una textura compuesta por generosidad, pasión y visiones turbadoras.

Las autobiografías de artistas plásticos no son muy comunes entre nosotros (en realidad, este es un género que en el Perú se ha practicado poco). El referente más próximo es “La vida sin dueño” (2017), las memorias de Fernando de Szyszlo, un texto pedante, irritante y escrito desde una calculada coraza que impide cualquier asomo de humanidad. La voz de Szyszlo, impregnada de nostalgia reaccionaria, da la sensación de estar frente a una estatua parlante segura de su condición inmortal. El libro de Chávez es todo lo contrario: encontramos ahí materias batientes, calurosas: la remembranza de los duros pero incitantes orígenes, la evocación del riesgo juvenil por alcanzar una expresión idónea, el agradecimiento constante, la maravilla de verificar los hallazgos que asentarán una visión original e intransferible, la sombra de la muerte como generador de imágenes que la interpelan y combaten con denuedo.

Al igual que Sérvulo Gutiérrez, otro de nuestros pintores insoslayables, la infancia de Chávez, llena de dificultades económicas, fue marcada por el fallecimiento de su madre, que lo obligó a aceptar la tutela de parientes de toda laya, benévolos como su abuela y terribles como su madrastra Josefina. Esos primeros años, sacudidos por imágenes violentas y oscuras, acodados en una presencia lóbrega que borraba sin piedad seres próximos en el paisaje norteño donde creció, surtieron a Chávez de los cimientos con los que levantaría su admirable universo creativo. Narra con elocuencia su escape de ese mundo rural que consideraba cada vez más desolador, la llegada a Trujillo, sus brillantes estudios en Lima y, luego de arduos predicamentos y privaciones, el arribo a Europa, precisamente a París. Allí su contacto con las vanguardias será determinante.

“Antes del olvido” es, en buena medida, un espacio para el agradecimiento y el homenaje. Chávez nunca se pavonea de sus amistades célebres, se niega a exhibirlas como una rara flor en el ojal. Cuando alude a Roberto Matta, su principal mentor, lo hace de esta manera: “no podía creer que la vida pusiera a este hombre extraordinario en mi camino. Matta me abrió al mundo. Me ilustró. Cambió el rumbo de mi vida”. El retrato del gran surrealista chileno es el de un padre providencial que salva a su hijo artístico de las diversas tribulaciones del oficio. Se convierte al mismo tiempo en una pesada influencia que Chávez decide dejar de lado en favor de seguir un rumbo propio. André Breton y Wifredo Lam también son reconocidos como referentes, aunque a la vez se formule una distancia prudencial con el rótulo de “pintor surrealista”: “lo mío no tiene que ver únicamente con los sueños y el inconsciente. Además, yo no tengo ese temperamento rebelde de los surrealistas”.

Esta última afirmación es cuestionable. Chávez se muestra como un ser sublevado, consciente de que el mundo está mal hecho y que desde su accionar político y desde los vericuetos de sus creaciones puede modular una protesta que en algunos casos se transfigura en hechos concretos. Reafirma sus simpatías por el viejo aprismo, relata su participación en las grandes movilizaciones de los años sesenta y acepta ser “reclamón por naturaleza” ante circunstancias que exigen un pronunciamiento. Luego de recapitular una vida inusualmente rica e intensa, Gerardo Chávez cierra sus memorias con la pasión invicta, dispuesto a proseguir hasta el aliento postrero, pues “la inactividad es la muerte para mí”. Contra el olvido y la desaparición inevitable, este testimonio resulta importante complemento de una obra fundamental.

La ficha

Autor: Gerardo Chávez

Título: “Antes del olvido”

Editora: Alfaguara

Año: 2022

Páginas: 146

Relación con el autor: ninguna.

Valoración: 4 estrellas de 5 posibles.

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