En su libro “Gestualidad Japonesa”, en el capítulo dedicado al ikebana, el escritor nipón Michitaro Tada explica, desde la reflexión antropológica, que este arte milenario no solo se limita a adornar un espacio, sino que, sobre todo, deja una huella del estado anímico de quien hace el arreglo, pues se trata de una representación personal de su sensibilidad. Se trata de encontrar el ‘equilibrio interior’, sostiene Leslie Weinstein, artista peruana que bautizó con esta frase a sus talleres de ikebana en Madrid y a un boletín que, sobre este arte, publica mensualmente.
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“El ikebana es una práctica que invita a la introspección. Como las semillas que necesitan de oscuridad y silencio para germinar, el artista, cuando practica el ikebana, pone en pausa el ajetreo y realiza una inmersión en su interior para expresarlo en su arreglo”, señala Weinstein, quien añade que el ikebana la ha ayudado a sobrellevar la pandemia de una manera increíble, no solo porque le permitió expresarse y acallar sus temores, sino porque la llevó a desarrollar una serie de cursos on line y de prácticas con lo que tenía a mano, “porque a fin de cuentas el ikebana es hacer un arreglo con lo que tienes delante y eso es también parte de la filosofía de la escuela Sogetsu, de la cual soy maestra: hacer el ikebana en el momento que sea con los materiales que uno tenga”.
Weinstein, diseñadora gráfica de profesión, destaca también la sostenibilidad de esta práctica (porque da una nueva vida a las flores y a las ramas), su minimalismo, el equilibrio en su asimetría, movimiento y color. Admira esa simplicidad que realza los pocos elementos que presenta cada pieza.
¿Cómo, entonces, la discreción de la estética japonesa se une al realismo de las acuarelas coloridas en una exposición como “‘Aymuray’, la cosecha”? Una ilusión convertida en proyecto, y una comunión artística, respaldada por una amistad de 20 años, hizo posible que las impecables formas de los arreglos de Leslie Weinstein dialoguen armónica y naturalmente con las sobrecogedoras acuarelas y dibujos de María Gloria Andrade, artista plástica ecuatoriana cuyo trabajo se guía bajo el concepto de que todos somos parte integral de un planeta.
Los 17 dibujos y acuarelas de María Gloria Andrade que componen “‘Aymuray’...” forman parte de la serie “Día de mercado”, inspirada en un mercado ubicado en una zona rural de Transilvania, cerca al pueblo donde estaba trabajando junto con otros artistas antes de la pandemia. “Era uno de esos sitios que me recordaba a mi niñez en el Ecuador y que difícilmente pensarías que se trata de la Europa del Siglo XXI. Uno de esos mercados en donde podrías comprar una lápida para tu tumba y al lado, gallinas vivas o juguetes chinos, ajos y plátanos. Pasaba mucho tiempo en ese mercado, observando y haciendo pequeños bocetos de lo que veía. Mis dibujos son el resultado de esos paseos”, cuenta la artista formada en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Central de Ecuador.
A partir de la obra de Andrade, Weinstein dio forma a sus arreglos de ikebana con lo que tenía a mano (flores, frutas y verduras –morimono– y otros objetos) que le permitieron asimilarse y no imponerse, como dicta la tradición del arte japonés.
“El proceso ha sido sorprendentemente fácil. Creo que eso se debe a que tenemos no solo muchísimos años de amistad con Leslie –aunque esta es la primera vez que trabajamos juntas–, sino también porque tenemos ideas, aunque diferentes, muy compatibles y complementarias, sobre todo. Una hacía una cosa y la otra, casi como si hubiera estado adivinando el pensamiento, la complementaba. Ha sido muy agradable, fácil y enriquecedor”, manifiesta la artista ecuatoriana.
La cosecha
Sobre el título de la muestra, Andrade explica que decidieron usar la palabra quechua “aymuray” (que significa ‘cosecha’) porque ambas son artistas andinas que tienen un apego a la pachamama que proviene de todas nuestras tradiciones ancestrales. “Queríamos usar todas las flores, las plantas, los vegetales y nuestro arte como una metáfora de las cosechas que podemos sacar y que ya estamos sacando después de un periodo largo de crisis durante toda esta pandemia”, explica Andrade. En la misma línea, Weinstein destaca el concepto de “todos somos uno” y visibiliza el cuidado de la madre Tierra “que es la que nos provee, pero a quien también tenemos que brindar cuidado pues, como en toda relación, esta también es recíproca. Nosotros queremos mostrar nuestro arte y que este ayude a crear consciencia sobre distintos temas”.
Llama la atención que los arreglos de un arte milenario japonés creados por una peruana y los dibujos de una ecuatoriana inspirados en un mercado rumano se expongan en una sala madrileña y lleve por título una palabra quechua.
“En estos tiempos difíciles, si hay una cosa que hemos aprendido (espero que todos), es que el mundo es uno. Los problemas son globales, las soluciones son globales. Es momento de pensar de esa manera. Nuestra relación con la madre Tierra, en relación con las demás sociedades distintas a las nuestras, con los países, es decir, las fronteras en cierto modo han desaparecido y espero que desaparezcan más porque esa es la única manera, juntos, en que vamos a salir adelante”, finaliza Andrade.
Más información: “‘Aymuray’, la cosecha”, se inauguró el pasado 8 de setiembre y se mantendrá hasta el 16 de octubre en el Centro Anabel Segura, Madrid. Es una colección de 17 dibujos y acuarelas y 12 arreglos florales. Hay piezas que conversan entre sí y se pueden ver en paralelo, y otras que tienen una lectura individual. Para conocer más del trabajo de las artistas, visite leslieweinstein.com y www.mariagloriaandrade.com
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