Una nariz roja, un cabello alborotado, zapatos gigantes, vestimenta colorida, voz inolvidable, pero, sobre todo, una sonrisa de oreja a oreja. O, mejor dicho, dos: la que tienen y la que contagian. Desde niños, nos hemos acostumbrado a ver a los payasos como personajes cercanos y amigables, especialistas en trucos, bromas y alegría. Sin embargo, los acontecimientos de la última semana los obligaron a silenciar las carcajadas durante unos días para reflexionar y oponerse a lo que consideraron “un uso arbitrario de la constitución”, rechazando la vacancia presidencial y desconociendo a Manuel Merino. Muchas veces se les ha visto haciendo reír. Pocas se les había oído tan serios.
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En el “Pronunciamiento de los payasos y payasas del Perú” difundido en las últimas horas, criticaron que los propósitos partidarios y el sabotaje al equilibrio de poderes haya empujado al país a una crisis política, “perjudicando más la vida de todos los peruanos en plena crisis sanitaria y económica”. ¿Qué los impulso a unirse tan decididamente a esa lucha?
“El comunicado partió de la indignación que todos los peruanos compartimos por lo que está sucediendo. Estamos en contra de que se prioricen los intereses de 105 congresistas que están simplemente saboteando al Perú”, nos dice Milagros Mosqueira, parte de la comunidad payasa del Perú y directora de Jarabe de Clown, una de las organizaciones que se han unido a este manifiesto, redactado por ella. “El clown tiene también una parte seria. No es un chiste todo lo que hace el payaso. El clown tiene la posibilidad de conectar con un montón de emociones como la tristeza, el duelo, la sensibilidad en general, la empatía”, nos dice, aun agitada tras participar en las protestas ciudadanas y los cacerolazos de esta semana. Organizaciones y alianzas de payasos de lugares como Puno o Lambayeque, además de miles de payasos independientes en todo el país, también se movilizaron.
“Con profundo amor y responsabilidad nos unimos a las protestas en defensa de la democracia, la constitución, la reforma educativa, la autonomía de poderes del Estado, la transparencia institucional, la lucha contra la corrupción y el respeto por los derechos humanos y el medio ambiente”, decía parte del comunicado preparado por los payasos “en reconocimiento de su rol en la sociedad civil”.
Y sí que se tomaron el rol en serio. En el texto, además, invocan el pronunciamiento del Tribunal Constitucional sobre la vacancia, exhortan a los ciudadanos a protestar manteniendo las medidas de protección contra el COVID-19, critican el abuso policial mientras le recuerdan a la Policía que su lealtad es a la patria, no a “intereses criminales” y, finalmente, hacen un llamado muy especial: que no los comparen con ningún político.
“Exigimos el uso de insultos adecuados a los políticos que nos rodean, evitando el uso de términos como “payaso”, “clown” o “circo” para referirse a ellos. Nuestro oficio requiere de una formación artística profesional y es doloroso ser comparados con políticos de porquería. Por ejemplo, creemos que “político de porquería” puede ser una alternativa de insulto interesante”, precisan.
“Después de que salió el comunicado, un montón de gente nos ha escrito en Twitter, nos está hasta pidiendo disculpas. Ha sido divertido y positivo ver las reacciones en redes sociales. Hasta dicen que ya no van a usar el emoji del payasito con los políticos”, nos cuenta Mosqueira.
“En principio esto no ha terminado. Falta, primero, que vuelvan sanos los muchachos desaparecidos, que se curen los que estaban heridos y puedan dar su testimonio sin ser amedrentados por las fuerzas policiales. Es algo con lo que nosotros vamos a estar muy vigilantes”, agregó.
Opiniones de payasos
“El pueblo está bastante cansado. Nosotros, como artistas, siempre hemos luchado de una u otra manera desde el escenario para decir cosas que incomoden al gobierno, que no nos toma en cuenta. Los artistas somos una de las últimas ruedas del coche para el gobierno”, nos dice Diego Ramos, director de Azotea Cultural, un proyecto especializado en clown e impro. “Realmente, a nosotros nos da coraje cuando la gente se refiere a los malos elementos de la política como “payasos”, porque nosotros trabajamos mucho para prepararnos”. Ramos dice estar muy preocupado con la polarización entre los peruanos. “Más que ser de izquierda o de derecha, creo que hay que tener sentido común, corazón amplio y honestidad para poder gobernar”, reflexiona.
Agrega que, a diferencia de otros colegas, ha tenido la suerte de poder mantener su espacio y seguir adelante dando clases y talleres. Para él, los payasos tienen que hablar por quienes no tienen voz. Por eso, también participó activamente en las marchas. “Nosotros, como clowns o payasos, somos como cazadores de momentos de alegría. Cuando uno ríe, no importa ni el presente ni el pasado ni el futuro. Es un momento de eternidad”, agregó.
Espera que la situación actual, con un nuevo presidente que juramenta hoy, da cierta tranquilidad y esperanza. “Parece una buena persona, que transmite paz. Y eso es muy importante. Claro que ya hemos tenido varios desengaños, pero esperamos que esta vez no sea así. La gente lo necesita”, concluye.
Por su parte, Luis Miguel Antón, director general de Runakay, proyecto de formación de clowns establecido en Chiclayo, se unió al pronunciamiento porque siente que este es un momento decisivo. Él, junto a sus compañeros, forma parte de uno de los primeros grupos de clowns hospitalarios de la ciudad norteña. Saben muy bien que el clown es una herramienta de transformación social que puedes usar en cualquier momento. “Puedes ver a los payasos sin fronteras que trabajan en las zonas convulsionadas en Siria, en campos de refugiados. Y aunque uno se pregunte qué hace un payaso ahí, hace mucho: reconstruye, crea canales, transforma la tensión en pureza y coraje”, dice Antón.
“Aquí en Chiclayo la gente ha despertado. Cada vez hay más jóvenes interesados en saber qué es lo que está pasando. Nosotros, como artistas, tenemos una gran responsabilidad en utilizar las artes escénicas para expresarnos y acercar al pueblo”. Para él, el teatro es una de las disciplinas que despierta y genera conciencia, que lleva a repreguntarse las cosas. “A veces pienso que es por eso que los malos gobiernos no impulsan el arte y la cultura en general: por miedo a que la gente despierte y se cuestione. Hoy necesitamos más peruanos que se cuestionen”, dice. Y subraya, además, que los tres sectores más golpeados cada vez que ocurre una catástrofe o una crisis son la salud, la educación y la cultura. “Los malos gobernantes nos quieren ignorantes, enfermos y ciegos ante la situación”.
“Siempre hay que sostener la posibilidad de la rebeldía ante la injusticia –agrega- Los payasos queremos una reforma constitucional para que el parlamento no se siga burlando del país. Mi esperanza es que la gente siga despertando y que muchos más se contagien de esa rebeldía”.
Por su parte, Ismael Aguirre, de “Opa Clown, payasos entrometidos”, proyecto también dedicado al clown hospitalario, recuerda que han pasado momentos muy difíciles a causa de la pandemia, pues su actividad se redujo casi completamente. “Nosotros nos formamos para empatizar, ir a los hospitales, acompañar a la gente, para escucharlos, para estar con ellos. Y eso no se podía. Casi no se puede aún. Eso nos ha llevado a empatizar inmediatamente también con lo que está pasando en el país. De hecho, en nuestra labor hospitalaria, no se trata de llegar y hacernos los graciosos, sino de escuchar primero qué necesitan las personas y luego hacer algo al respecto”. La gran expectativa con el nuevo gobierno de quienes se dedican a esta actividad humanitaria es que se escuche a las calles y que no primen intereses personales. Los clowns trabajan la escucha y conexión con las personas. Por eso esperan que los políticos sean capaces de entender lo que la gente quiere.
“Nuestra búsqueda en el clown es una constate de sinceridad y es lo que necesitamos bastante en esta situación difícil. Han pasado cosas terribles y esperamos que nada de eso quede impune. Que se haga justicia por Bryan y por Inti. En este momento, la alegría más grande sería que nos escuchen”, agrega Aguirre.
Los payasos siguen en pie de lucha, con la sonrisa en el rostro y el dolor detrás del maquillaje. Después de todo, como escribió el mexicano Juan de Dios Peza en su célebre poema sobre Garrick, aquel actor –popularmente identificado con el arquetipo de payaso triste- que curaba la tristeza a quien lo mirara: El carnaval del mundo engaña tanto/ que las vidas son breves mascaradas/ aquí aprendemos a reír con llanto/ y también a llorar con carcajadas.
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