Hubo quienes pensaron que el nombre del colectivo Hora Zero es una referencia o tributo al “Hora 0” de Ernesto Cardenal, pero no. “Le pusimos así porque significa desde esta ‘hora cero’ empieza el partido”, apuntó hace ya varios años el horazeriano Jorge Pimentel, quizá quitando la niebla que rodeaba la génesis del movimiento poético peruano.
Eso no significa, por supuesto, que no haya existido relación entre la vanguardia nacional de los 70 y el nicaragüense que falleció el domingo último a los 95 años. “Partió [...] el padre y poeta amigo, a quien debemos tanto los artistas genuinos de América Latina. Siempre tuvo la delicadeza de encontrarse con los horazerianos, durante sus breves estancias en Lima. Y siempre tuvo palabras afectuosas y admiración a la poesía peruana. Se va el hombre, pero quedan su palabra y su ejemplo consecuente de la vida y la alta poesía”, se lee en la cuenta oficial en Facebook de Hora Zero.
La publicación no exagera: Cardenal, aquel sacerdote revolucionario sin pelos en la lengua y, por tanto, apartado de la liturgia por Juan Pablo II; el perseguido político del gobierno de Daniel Ortega; aquel cuyo arte fue punto de partida de la sentida y popular “Misa campesina” nicaragüense, y que mereció el Premio Reina Sofía en el 2012, marcó a parte de la juventud peruana, como a los poetas de Hora Zero. Al respecto, Carmen Ollé, escritora y miembro de dicho movimiento, escribió en un artículo: “En cuanto al estilo, la poesía de Hora Zero escoge el lenguaje conversacional, porque es el más acorde con sus opciones político-literarias, la poesía críptica y esencial que se impondrá en los noventa como reacción a la de Hora Zero de raigambre popular y estructuralista no está tan ligada a los intereses de las masas. En Hora Zero, los mentores de su propuesta serían el poeta Ernesto Cardenal, Enrique Lihn o Antonio Cisneros”.
Conexión con el Perú
Cardenal visitó el Perú en varias ocasiones. Una de ellas fue en octubre de 1978, cuando lo recibió Haya de la Torre, entonces presidente del Congreso, y participó en un mitin organizado por el Comité Peruano de Solidaridad con Nicaragua en la plaza Dos de Mayo. Otra fue en abril de 1986, a razón de un conversatorio de literatura.
También está su paso por Iquitos, en el 2005, en donde afirmó: “En adelante quiero ser conocido como el poeta del Amazonas”. Entonces su fama hizo que un encuentro con los alumnos de la Universidad Nacional de la Amazonía fuera censurado (la agencia EFE recogió que se temía que incitara a la violencia), mientras que, en paralelo, la Universidad Privada de Iquitos le otorgó un doctorado honoris causa.
Esa misma ciudad lo vería volver en el 2007, por la Semana del Libro de Iquitos, cita en la que coincidió con el crítico José Carlos Yrigoyen. Este recuerda que el poeta hizo una muestra cronológica de su obra, que recitó “Oración para Marilyn Monroe” y que, aunque se le notaban los 82 años, se mantuvo animoso, amable, y dio prueba de que mantenía su fuerza expresiva al leer. Yrigoyen agrega: “Él se notaba cansado, pero atendió a los periodistas que fueron. Lo que más le incomodó era que siempre le preguntaban por lo mismo: la anécdota de cuando Juan Pablo II visita Nicaragua, él le pide su bendición y el Papa se la niega y lo reprende. Él nunca se peleó con la Iglesia, sino que abrazó la teología de la liberación, algo que a un religioso conservador como Juan Pablo no cayó tan bien”.
El legado de Cardenal también caló en el arte popular peruano de un modo curioso: en 1999, en la producción “Pataclaun en Cidi” (que ironiza sobre el amor), el querido ensamble de payasos incluyó un poema breve de Cardenal. El tercer track, “Sentir de verdad”, donde se hace referencia a una ruptura, canta tristemente: “Al perderte yo a ti/ Tú y yo hemos perdido/ Yo porque tú eras/ Lo que yo más amaba/ Y tú porque yo era/ El que te amaba más/ Pero de nosotros dos/ Tú pierdes más que yo/ Porque yo podré amar a otras/ Como te amaba a ti/ Pero a ti, nadie te amará/ Como te amaba yo”.