Escribe pisando sobre la nieve la palabra “negro”. En el video titulado “The Mountains of America”, el artista alude a sí mismo, su afable apelativo familiar. Pero también sugiere muchas otras cosas en un país racialmente dividido. En aquel registro en riguroso blanco y negro, Alberto Borea materializa la palabra en una intervención efímera en medio del bosque, como solo puede hacerlo la poesía visual.
MIRA: Falleció el artista plástico peruano Alberto Borea a los 41 años
Borea vivía entre Nueva York, Berlín y Lima, y atravesaba un momento de intensa producción artística, conociendo una notable proyección internacional. El artista había vuelto a su ciudad para seguir su tratamiento de quimioterapia, pero a fines de noviembre fue internado en la unidad de cuidados intensivos de una clínica local.
El 8 de diciembre la comunidad artística local reaccionó conmovida por la muerte del artista. Como señala el crítico Jorge Villacorta, se trata de una enorme pérdida, pues además de lo penoso de la enfermedad, la muerte sorprendió al creador en pleno florecimiento creativo. “Había desarrollado una capacidad de síntesis en planteamientos muy concretos. Su obra no era una simple rebeldía, sino que había pasado a otro tipo de reflexiones, usando objetos de una forma muy directa”, explica.
“A los 41 años, un artista entra en su primera madurez y es terrible pensar que ya no vamos a tener nada más de él. Lo que estaba haciendo Borea actualmente era una obra que sugería incisivamente. Eso me hacía pensar que, a futuro, íbamos a tener un artista extraordinario”, lamenta.
El camino recorrido
Villacorta conoció a Borea (hijo del destacado político y abogado Alberto Borea Odría) en las aulas de la Escuela Corriente Alterna, donde destacaba por su insaciable curiosidad en el medio de la videopoesía. Justamente, fue a través de este medio expresivo en que se dio a conocer en un ciclo de presentaciones de jóvenes videoartistas organizado por la artista visual Angie Bonino en el año 2004.
Luego su trabajo evolucionó hacia otros territorios. “Borea fue un artista al que le interesó mucho tomar elementos de la sociedad de consumo, desde grandes instalaciones con cartuchos de VHS usados como ladrillos para erigir enormes huacas, o realizando serigrafías de gran tamaño que luego intervenía con pintura. Pero sus obras más maduras son aquellas en las que imaginó posibilidades sorprendentes con los objetos más cotidianos, desde escudos y cascos de policía, hasta fragmentos de la carrocería de los microbuses. “De alguna manera todo aquello era una celebración localista”, reflexiona Villacorta.
Según el crítico, más tarde la obra de Borea se tornó más abierta, con una óptica que podía ser legible en cualquier país. “Su trabajo se basó en imaginar nuevas posibilidades para el “really made” (modificar objetos cotidianos para aportarles una dimensión artística), con giros a partir de intervenciones puntuales. La suya era una “poética del objeto”, en el sentido de que aspiraba entenderse con el objeto para que este dijera lo que él quería. Y no en un sentido crítico e irónico, sino más bien político”, afirma el crítico.
En el mejor momento
En los últimos años, la obra de Borea empezaba a despertar mucho interés en diferentes instituciones internacionales, que destacaban su capacidad de tomar un objeto concreto y poetizarlo. “Y destacar en eso no es fácil, pues el número de artistas contemporáneos que hace eso es enorme. Pero él había pasado de tomar el objeto de una manera cruda y directa y más bien internalizaba sus posibilidades”, afirma Villacorta.
Así, Borea pudo ver su trabajo exhibido en numerosas exhibiciones individuales y grupales en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica. Había participado de la muestra de artistas peruanos de la Colección Hochschild, curada por Octavio Zaia, presentada en Madrid en 2017. Ese año también había expuesto en Los Ángeles, y poco antes en Nueva York, y en Miami, en la influyente Colección de Ella Cisneros Fontanals.
Asimismo, entre las diferentes residencias de artista en las que participó destacan la Skowhegan School of Painting and Sculpture (Fundación Cisneros Phelps), la Art Omi International Residency, el Vermont Studio Center (Jackson Pollock Krasner Fellowship), así como Sculpture Space, del Lower Manhattan Cultural Council. En el Perú, Borea exponía regularmente en Revolver Galería y fuera de nuestras fronteras su trabajo era representado por la Galería Isabel Aninat (Chile) y la galería Xavier Fiol (España).
Recordaremos al joven artista a través de la serie de objetos que nos ha ido dejando, como pistas diseminadas en el camino. Desde aquellas coloridas puertas de combis recortadas, hasta los amenazantes escudos de policía que hoy nos interpelan. Pero además de esas obras más directas y crudas, Borea entregó creaciones más sutiles en las que, sin apartarse del discurso político, nos ofrecía la posibilidad de una reflexión aún más sabia. Y eso, destaca el crítico, solo es posible para un artista que había llegado a la madurez.
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