Jorge Nieto, Salvador del Solar, Alejandro Neyra, Rogers Valencia, Ulla Holmquist, Luis Castillo y Patricia Balbuena han tenido su cargo la cartera de cultura. Con la salida de Francesco Petrozzi, la antropóloga Sonia Guillén será la novena ministra del Mincul en menos de 3 años. (Fotos: GEC)
Jorge Nieto, Salvador del Solar, Alejandro Neyra, Rogers Valencia, Ulla Holmquist, Luis Castillo y Patricia Balbuena han tenido su cargo la cartera de cultura. Con la salida de Francesco Petrozzi, la antropóloga Sonia Guillén será la novena ministra del Mincul en menos de 3 años. (Fotos: GEC)
Enrique Planas

Tres meses a la cabeza del ministerio, del al de , le dieron al escritor y diplomático la experiencia suficiente para entender Cultura como una cartera joven, y por lo mismo, en busca de identidad. Una institución que necesita profundizar el diálogo entre las 3 áreas que la conforman: Patrimonio, Industrias culturales e Interculturalidad; que debe mejorar su trabajo en las regiones y comprender el potencial económico de la cultura.

El paso de ocho ministros en tres años ayuda poco a encontrar la madurez institucional. “Un cambio continuo hace imposible tener políticas claras de mediano alcance que marquen el derrotero de una institución”, lamenta. Sin embargo, el exministro no se desalienta: “La preocupación reciente con el tema IRTP me da la esperanza de que se llegue a entender la cultura como transformadora de lo público para alcanzar un país más integrado”, explica.

Los cambios en el Ministerio de Cultura. (Infografía: EMinisterio de Cultural Comercio)
Los cambios en el Ministerio de Cultura. (Infografía: EMinisterio de Cultural Comercio)
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Son ocho ministros en lo que va de este gobierno. Como advierte el sociólogo Santiago Alfaro, cada cual dejó su cargo por una distinta razón: personales (Holmsquist), conflictos internos del sector (Balbuena y Petrozzi), contextos políticos (Nieto, del Solar y Neyra) o cambios de gabinete (Valencia y Castillo). “El factor que prima es la inestabilidad política reciente. Los cambios también expresan la poca importancia que se le ha dado al sector y la ausencia de una orientación consistente en política cultural”, explica Alfaro al analizar los erráticos criterios en la continuidad y la elección de los ministros. “El reemplazo de Castillo por Petrozzi fue innecesario y el perfil de Petrozzi (inclinado hacia la alta cultura) tiene pocos vínculos con el de Balbuena (interculturalidad) o Rogers (turismo)”, señala.

Si bien un Ministerio de Cultura es importante para cualquier país, el escritor Alonso Cueto entiende que en el Perú, dada nuestra riqueza cultural, resulta tan esencial como un Ministerio de Economía o del Interior. “Un gobierno que promueva la cultura entre nosotros está creando lazos de identificación entre los peruanos. Estos lazos de identificación consolidan nuestra sociedad y sirven de base a proyectos comunes”, explica el autor de “La hora azul”. Lastimosamente, como ironiza el periodista Rafo León, el Mincul se creó “como un Frankenstein armado con los temas de Patrimonio, intercultularidad, gestión de instituciones públicas dedicadas al arte, entre otros huesos duros de roer”. Con ese error de origen, es difícil que un ministro pueda hacerse cargo de la burocrática institución. “De ahí los doce fracasos que quienes lo han intentado manejar”, explica.


Francesco Petrozzi renunció al Ministerio de Cultura. Solo dos meses estuvo al frente de la institución.
Francesco Petrozzi renunció al Ministerio de Cultura. Solo dos meses estuvo al frente de la institución.

Para Cueto, los sucesivos cambios se explican por la inexistencia de un perfil para el puesto de Ministro de Cultura. “Creo que lo más atinado es pensar en un gestor cultural, alguien que promueva proyectos en beneficio de la difusión de nuestra cultura viva. Este es un terreno en el que se ha avanzado pero en el que queda mucho camino por recorrer. La salida de dos profesionales de prestigio como María Emma Manarelli de la Biblioteca Nacional y Hugo Coya de IRTP es un nuevo retroceso en este proceso”, afirma. El pintor Ramiro Llona coincide en el análisis: “Cada ministro llega con sus prioridades y la realidad lo expectora”, dice.

La cultura en debate

Santiago Alfaro reconoce que, entre el 2016 y el 2019, el Mincul ha desarrollado varios programas fundamentales, como son los estímulos económicos para la cultura, el sello intercultural, Museos Abiertos y la política de lenguas indígenas (que incluye a los programas multilingües del IRTP), entre otras iniciativas que sobreviven a la precariedad presupuestal y la volatilidad política. “Sin embargo, el Ministerio aún no cuenta con herramientas de gestión claves como una política nacional de cultura, un modelo de articulación territorial óptimo, un sistema de información, un programa presupuestal por resultados para interculturalidad, un catastro arqueológico o sistemas nacionales de bibliotecas y museos operativos”, advierte.

Si fuera necesario rediseñar el Mincul desde sus bases, Rafo León plantearía acercarlo al concepto antropológico de “Cultura”, de modo que su presencia fuera transversal en otros sectores del Estado, desde turismo a deporte, pasando por las Áreas Naturales Protegidas, la agricultura, la vivienda, la educación o la salud. Un diseño descentralizado que le otorgue autonomía funcional y presupuestal. “Cultura es toda producción humana que construye y estructura; ergo, si se pretende un organismo que dé cuenta del fenómeno, este debe estar despojado de preconceptos del siglo XIX y convertirse en un ente actuante y dinámico, que dé coherencia y visión al Estado sobre lo que es nuestro país”, enfatiza. Llona apunta en la misma dirección: “Pienso que sería necesario diseñar y establecer una política de Estado que contemple el desarrollo de ejes culturales de acuerdo a la realidad nacional. Y trabajar en base a eso, sin improvisaciones. Somos un territorio privilegiado por su herencia y riqueza cultural. Lo que falta es educación y comprensión de la importancia de lo cultural”, explica.

Ruraq Maki, una de las plataformas de desarrollo cultural más celebradas del ministerio.
Ruraq Maki, una de las plataformas de desarrollo cultural más celebradas del ministerio.


La agenda pendiente

Neyra reconoce que, desde antes de su gestión, estaba pendiente la posibilidad de contar con una Política Nacional de Cultura. “Contar con ella permitiría marcar esa ruta tan clara y necesaria”, dice. Esa agenda, como señala el ex ministro Luis Jaime Castillo, fue redactándose desde el consenso en los últimos meses al interior del ministerio, priorizando la estabilidad y el profesionalismo de la institución así como el perfil de su responsable. “El ministerio está a punto de cumplir 10 años, y se hace indispensable plantear una estructura moderna y eficiente que parta por respetar y reconocer la diversidad cultural de nuestra nación”, señala.

Como señala el destacado arqueólogo, son muchas las preguntas abiertas al repensar la política del ministerio. Sus competencias, los recursos que requiere, el cómo garantizar una presencia efectiva en las regiones. Para Castillo, el Mincul debería participar de los fondos que hoy son canalizados al Plan Copesco y a PromPeru. “El Perú es un atractivo turístico por su diversidad cultural y su historia, por ello debe promoverse mecanismos que canalicen los recursos de turismo al ministerio”, afirma.

Mucho el trabajo pendiente: desde culminar el documento de Políticas Culturales, hasta avanzar la preparación de leyes importantes como la Ley del Cine, la nueva Ley General del Patrimonio, el nuevo Reglamento de Intervenciones Arqueológicas o la Ley del Sistema Nacional Museos. Asimismo, en lo que concierne a obras de infraestructura, Castillo nos recuerda que están en proceso el MUNA, el nuevo Museo Nacional de Historia, el nuevo Archivo General de la Nación y el Centro de Visitantes de Machu Picchu, así como los museos Amazónico en Iquitos, Wari en Ayacucho o del Folclore, en Puno.

La antropóloga Sonia Guillén asumirá el Ministerio de Cultura tras la salida de Francisco Petrozzi. (Foto: Goethe Institut)
La antropóloga Sonia Guillén asumirá el Ministerio de Cultura tras la salida de Francisco Petrozzi. (Foto: Goethe Institut)

A ello se suma la necesidad de construir una política nacional de pueblos indígenas de forma participativa, el reforzamiento de la red nacional Direcciones Desconcentradas de Cultura y asegurar una gestión territorial efectiva que garantice la vida de los pueblos en aislamiento. Y aunque reconoce que ya es algo tarde para pensar los proyectos del Bicentenario, Castillo sugiere distinguir las actividades celebratorias de las obras emblemáticas.

¿Hay voluntad política?

¿Es el presidente Vizcarra responsable de la pérdida de rumbo de la institución? Para el ex ministro Neyra, sus gestos hablan por sí mismos: fue el primer presidente en ir a la inauguración de una Feria del Libro, su participación en Arco Madrid, su presencia en el lanzamiento del año de las lenguas indígenas. “Es un interés que, esperemos, un nuevo(a) ministro(a) sepa traducir en una política y una visión que consolide al ministerio. En ese contexto, la continuidad es necesarísima”, afirma.

Destacando los mismos gestos, Cueto también confía en la voluntad política de Vizcarra. “Sin embargo -añade- está claro que vivimos un retraso respecto de otros países de la región. “Por ejemplo todavía no hemos terminado de crear una nueva ley del libro y una ley de cine. El próximo ministro debe tener una persona capaz de administrar con criterio los bienes culturales tanto del patrimonio como de los creadores”.

Sin embargo, para Alfaro estos intereses del presidente contrastan con la ausencia de voluntad por desarrollar reformas importantes o políticas públicas en Cultura. “Humala promovió la consulta previa, el Muna y la profesionalización de los elencos artísticos desde su despacho. No ha pasado lo mismo con Vizcarra. Salvo menciones a algunos programas en sus discursos, no ha liderado ninguna intervención significativa, a pesar que existan muchos temas en el sector que podrían contribuir a las reformas que sí ha priorizado como el fomento de la lectura”, advierte.

Para Rafo León, si el presidente Vizcarra desea emprender un trabajo serio en el sector, debería declarar su reorganización. “Salvo al excelente Ruraq Maqui, debería suspender toda actividad en curso mientras se va creando algo realmente útil y a la altura de lo que tiene nuestro país”, señala. Llona pinta un paisaje algo más pesimista: “Un gobierno que tiene como bandera el desarrollo la construcción del aeropuerto de Chinchero demuestra que la cultura no está en sus prioridades. “Poner el supuesto desarrollo por encima de la herencia histórica del país es un enorme acto de ignorancia, un error por el que será recordado el presidente Vizcarra”, afirma.

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