El futuro de la cultura y nuestra cultura futura [OPINIÓN]
El futuro de la cultura y nuestra cultura futura [OPINIÓN]
Max Hernández Calvo

Vienen sonando varios nombres para encabezar el , entre ellos hay tres vinculados al mundo del arte: Pedro Pablo Alayza, Armando Andrade y Natalia Majluf (en orden alfabético). Luego de haber sido dirigido por un antropólogo, una cantante y compositora, un director de teatro y una abogada, entusiasma pensar que el Ministerio pueda estar dirigido alguien que conozca de primera mano el mundo de la plástica y especialmente alguien cercano al arte contemporáneo.

Lo digo porque precisamente el arte contemporáneo ha sido el gran olvidado de nuestros sucesivos gobiernos y ya es hora de que sea uno de los ejes de las políticas del Estado. Contamos con muchísimo talento que se desaprovecha—y a veces se pierde—al verse circunscrito a un aparato institucional pequeño, que destina grandes esfuerzos en sostenerse y cuyo desarrollo al interior y al exterior necesita de un fuerte impulso tanto público como privado.

Como país, los objetivos a trazarnos en materia artística deben estar a la altura de nuestro capital creativo y de nuestro talento, no de nuestros hábitos. Y para ello, necesitamos que nuestro próximo Ministro sea capaz de reconocer esa riqueza cultural. Pero sobre todo, que entienda el alcance social, la dimensión política y el potencial pedagógico del arte: su papel en la construcción de ciudadanía, los espacios de identificación colectiva que ofrece, su capacidad de fomentar el pensamiento crítico, su vinculación a la tolerancia, su potencial para estimular la creatividad.

Estamos atravesando un muy buen momento artístico y sería trágico no impulsar ese desarrollo. Siempre nos reconoceremos en Machu Picchu, el más explotado de nuestros emblemas, pero nuestras producciones culturales del presente hablan de quienes somos y de quienes podemos y queremos ser. En ese sentido, hablan de nuestro futuro. La producción cultural del presente es el reflejo en el que nos veremos en el futuro.

Si la cultura es de todos, como solemos repetir como mantra, debemos posibilitar que todos puedan acceder a la vida cultural: poder participar, producir, apreciar y dialogar—incluso discutir—con el arte de nuestro tiempo. Para eso, quien ocupe el cargo de Ministro de Cultura ha de tener conciencia de la necesidad de invertir en la cadena de valor del arte (producción, difusión, distribución, promoción). Pero sobre todo, debe saber que el apoyo la investigación y la formación son indispensables, por poco atractivos que sean políticamente, porque son los pilares de la producción y la demanda cultural del mañana. No más oportunidades perdidas.

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